En el Islam no se representan los acontecimientos sagrados, puesto que serían una profanación, sin embargo, dentro de la larga historia de esta religión y en ámbitos concretos hallamos figuraciones de la vida del Profeta. Presentamos una de la más importantes.

Presentación

Imágenes del miraj o la ascensión celestial de Mohamed, que pertenecen a dos manuscritos turcos de 1436 y que ilustran unos textos del filósofo iraní Farid ed-Din ‘Attar (1142-1221) que se encuentran en la Biblioteca Nacional Francesa. Corbin, en su obra Avicena y el relato visionario, dedica un capítulo a la hermenéutica de esta ascensión relacionándola con unas frases del Corpus hermético, que Hermes dirige a su discípulo Tat: “Ve, hijo mío, cuántos cuerpos debemos atravesar, cuántos coros de daimones, y qué sucesión continua y cuántas trayectorias de astros, a fin de hacer camino hacia el Uno y Único”. Una ascensión que  después ha servido de arquetipo en el mundo espiritual del Islam y que se ha repetido en los relatos de diversos filósofos iraníes, como el propio Avicena, Sohravardi, o Attar, pues. como explica Corbin: “El sufí recibe así el privilegio de reproducir e imitar el caso del Profeta, de ser el adepto auténtico: el tawil del Miraj se realiza entonces no en el margen del texto, sino como una exégesis del alma” [H. Corbin, Avicena y el relato visionario, Paidós, Barcelona, 1995, pp. 173 y 174].

 

Fragmentos del Corán que hacen referencia al viaje del Profeta

Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche, desde la mezquita sagrada a la mezquita lejana cuyos alrededores bendije, para mostrarle algunos de Mis signos. Él todo lo oye, todo lo ve. [Corán 17:1, traducción de Muhammad Isa García]6

Cuando te dije (¡oh, Muhammad!): «Tu Señor tiene poder total sobre las personas (y Él te protegerá)». Lo que te mostré y el árbol maldito mencionado en el Corán, no es sino para probar la fe de las personas. Los atemorizo (con Mis signos), pero esto les incrementó aún más su desobediencia. [Corán 17:1, traducción de Muhammad Isa García]

Sepan que ya lo había visto en otro descenso,

junto al azufaifo que demarca el límite,

donde se encuentra el jardín de la residencia eterna.

Cuando al azufaifo lo cubrió lo que lo cubrió,

y su mirada no se desvió ni se propasó.

Porque contempló algunos de los signos más sublimes de su Señor. [Corán 53:13-18, traducción de Muhammad Isa García]