Vídeo 1: A partir de la obra de Hildegard von Bingen nos adentraremos en la comprensión del símbolo, entendido como aquello que acontece, así como en la noción de la experiencia visionaria. Por último contrastaremos esta experiencia visionaria con dos ejemplos del s. XX: Carl Gustav Jung y Max Ernst. / La obra de Hildegard se aborda a partir de dos de sus libros, uno de ellos, el primero que escribió, es el llamado Scivias, y el último, el Liber divinorum operum, ambos ilustrados con unas miniaturas extraordinarias que nos relatan su experiencia visionaria.
Vídeo 2: El inicio de las visiones de Hildegard tiene una relación directa con el fuego pentecostal, la recepción del cual le da la comprensión de las Escrituras. Ella misma, cuando trata de comprenderse, establece una relación con Juan de Patmos y sus visiones del Apocalipsis. / Las hierofanías, lo que sucede en el lugar otro, se señalan desde el s. V mediante un círculo o una mandorla en cuyo interior se da un espacio entre la tierra y el cielo, un lugar intermedio que H. Corbin denominó el mundus imaginalis, el lugar del símbolo. En este lugar, llamado también tierra celeste y perceptible sólo con el ojo del corazón, es donde los espíritus se corporifican y los cuerpos se espiritualizan.
Vídeo 3: Las visiones de Hildegard von Bingen son monumentales y a veces deben desdoblarse para ser reproducidas en sus libros. En el fondo se trata de unas visiones de luz, y es de ella de donde emergen las imágenes. Unas imágenes que relatan los viajes del alma pues reproducen la antigua dramaturgia del descenso del alma desde el origen y su retorno tras superar pruebas y tormentos. / En la obra de Hildegard aparecen también «imágenes nuevas», es decir imágenes que no reproducen otras tradicionales y ello da fe del valor de sus visiones. El arte medieval es simbólico porque procede de una revelación o una visión lo que le da un sentido al mismo tiempo conservador pues se ve lo que ya se ha visto y renovador, pues la experiencia de la visión puede darse siempre a lo largo de los tiempos.
Vídeo 4: Otra experiencia visionaria fue la vivida por el psiquiatra C.G. Jung ya en el s. XX. Toda esta experiencia, nacida a partir de una aguda crisis, fue recogida en un libro titulado el Libro Rojo que no fue publicado hasta mucho después de la muerte de su autor. Se trata de una auténtica floración de imágenes. De esta obra nació un nuevo concepto de la libido como la energía del alma./ Jung, a partir de su primera experiencia visionaria se dedicó diariamente a la imaginación activa, como el mismo la llamó, a través de una serie de ejercicios para provocar el fluir de las imágenes. / Jung abandonó la escritura del Libro Rojo a raíz de su encuentro con un antiguo tratado de alquimia china titulado El secreto de la flor de oro, desde aquel momento su interés se dirigió a la alquimia.
Vídeo 5: Para finalizar se aborda la obra de Max Ernst, una artista ateo que sin embargo podría calificarse de homo religiosus, y que él mismo se tenía por visionario. Gracias a estas visiones o alucinaciones encontró dos de sus expresiones artísticas más potentes: el collage y el frottage, En él, y en otros muchos artistas, la experiencia visionaria se relaciona con la creación. / Para despertar el ojo interior que da acceso a la visión Ernst se refiere a la famosa lección de Leonardo, un soporte para despertar la imaginación. / Por último, la imagen medieval de la Herida de Cristo, una imagen abierta que permite la entrada al mundo visionario.