Resumen de la sesión del «Seminario del Pensamiento Hermético» que tuvo lugar en el Ateneu barcelonès el día 9 de junio de 2023.

Presentación

Un capítulo del libro La actualidad del hermetismo, está dedicado a un versículo del Mensaje Reencontrado que habla del agua y el fuego, pero referidos a un hombre, al hombre del agua y del fuego, que será, se dice en el versículo, nuestro guía y nuestro salvador.

El Libro de la altura y la profundidad es lo que nos unirá en un solo cuerpo ante el Perfecto, pues un resto de cada fe y de cada creencia se reconocerá en Dios y se fusionará en el amor por el acercamiento a la única raíz, y el hombre del agua y el fuego será nuestro guía y nuestro salvador pues la vía de Dios, que es la suya, también será la nuestra en ese día. Entonces, el antiguo tocón reflorecerá secretamente y manifestará su fruto santo en un mundo reconciliado. (El Mensaje 15, 25)

El hombre del agua y del fuego es el ser en quien los opuestos se reúnen y se abrazan, el andrógino, la unidad, el todo, el hombre-Dios, pero como dice Orígenes en Contra Celso, no es el Jesús visible, no tampoco el Cristo cósmico, sino aquél que dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida, él es quien nos puede salvar.

El hombre de agua y de fuego en quien los opuestos se unen

 

En el versículo se habla también del libro de la altura y la profundidad, se trata de la misma realidad mostrada de un modo distinto, la unión de opuestos en un solo cuerpo, simbólicamente el libro y el hombre son equivalentes, el ser humano es un libro cerrado que debe abrirse para poder leerse. Para conocerse.

El alma del mundo

Emmanuel d’Hooghvorst, al comentar el versículo, dijo que el libro de la altura era el alma del mundo que debía descender al infierno mineral para liberar a la simiente del oro, o la chispa divina, que yace enterrada sin vegetar en el centro de la tierra o en el interior del hombre, es decir, el libro de la profundidad.

La obra alquímica reúne estos dos extremos, como añade este mismo autor:

¿Quién creería que una moneda de oro podría ser disuelta por el alma del mundo? Sin embargo, este es el primer secreto de la filosofía, una locura para la mayoría y una maravillosa revelación para algunos a través de los siglos” [1].

Ya no se sabe qué es el alma del mundo, una inteligencia que sensible que se mueve y que mueve los universos, la physis de los griegos o la Sabiduría de Proverbios, ni que la moneda de oro es la simiente divina que yace en el ser humano a la espera de germinar, pero este proceso de unión, disolución y coagulación es precisamente el de la obra de los alquimistas y de eso es de lo que habla Raimon Arola en su última obra, titulada El libro del agua y del fuego.

Acerca de El Mensaje Reencontrado

Los tres libros de Raimon Arola editados por Herder

 

Este libro viene a complementar los dos anteriores, publicados también por Herder, el primero, El símbolo renovado, a propósito de la obra de Louis Cattiaux es un estudio del contexto en el que vivió Cattiaux, las influencias que recibió en el París de entreguerras y las profundas divergencias de planteamiento con otros artistas e intelectuales de la época. Cattiaux vivió las vanguardias y los movimientos artísticos de la primera mitad del s. XX, sobre todo el surrealismo, pero que sus pinturas fueran visionarias no lo sitúa dentro del surrealismo pues a Cattiaux no le interesaba el subconsciente, sino aquello que Henry Corbin, siguiendo a la tradición islámica, denominó el mundus imaginalis, el mundo de las teofanías, donde los espíritus se corporifican y los cuerpos se espiritualizan. También es el lugar donde se manifiestan los símbolos y, en consecuencia, se renuevan, y, sobre todo, es donde los elementos puros actúan y se combinan.

La tierra de las visiones iluminada por la luz de la Naturaleza. De un tratado de Thomas Vaughan

 

Es la tierra de Hurqalya de la que habla Ibn Arabí, que se creó con el barro que sobró después de formar a Adán, de este resto, Dios formó una tierra inmensa que encierra maravillas y sorpresas que somos incapaces de enumerar y ante las que la inteligencia queda impresionada… Arabí añade que las visiones de esta tierra son distintas a los raptos místicos, cosa importante:

Cuando los místicos tienen visiones teofánicas en nuestro mundo material, mientras están presentes en su cuerpo de carne, estas visiones los arrebatan y los reducen a su visión… Sin embargo, cuando un místico visionario ha penetrado en esta tierra de la que hablo y tiene una visión teofánica, ésta no lo reduce a su percepción contemplativa, no lo arranca de su acto de existir y permite que convivan en él la visión y la palabra…

En el segundo, titulado La actualidad del hermetismo, se intenta validar la vigencia del Mensaje Reencontrado de Cattiaux comparándolo con las religiones y tradiciones de distintas culturas a partir del hermetismo, tanto filosófico como alquímico, ya que ambos son el denominador común que sostiene y forma el núcleo de todas las tradiciones.

El tercero, El libro del agua y del fuego no es un estudio convencional, sino que parece que las palabras fluyan más allá o quizá más acá de un pensamiento que intenta acercarse a la sabiduría que contiene El Mensaje Reencontrado a partir de los dos elementos, el agua y el fuego, que son  omnipresentes en el Mensaje y en cualquier tratado alquímico.

El agua simbólicamente se asimila a lo femenino, la Madre, el fuego, a lo masculino, el Padre, en las plegarias que abren el Mensaje se ve muy bien

Las dos plegarias que abren El Mensaje Reencontrado, ilustradas por el propio Cattiaux

Coincidentia oppositorum

A la concordancia de opuestos, Nicolas de Cusa la llamó filosóficamente: coincidentia oppositorum, opuestos son Dios y el universo, por ejemplo, uno infinito y el otro limitado. Esta coincidencia o combinación armónica está más allá de lo que la mente humana puede comprender, a esta paradoja la llamó la docta ignorantia, y, según él, se resuelve en Dios, diríamos en la segunda persona de la Trinidad, en quien ser y no ser coinciden y todas las contradicciones son superadas.

El agua, la diosa celeste Isis que resucita a la simiente de fuego, Osiris, se reúnen en Horus, el esse non esse, el verbo, la palabra revelada.

Otra paradoja sería que la sabiduría universal pueda ser contenida por un particular y así podríamos preguntarnos, ¿quién escribe los libros santos y sabios? ¿quién ha escrito el Libro? LVI se dice en el Mensaje, pero, ¿quién es LVI? En francés es ÉL y según Cattiaux es “fuego secreto que suscita mantiene y consume los universos”, que, atemperado por el agua de la bendición, encontró en Cattiaux un lugar para ser en la historia y una voz para decirse.

En este sentido, Arola se pregunta por los maestros de Cattiaux,  y es que no hay ninguna referencia a personajes contemporáneos en su obra, pero sí a maestros del pasado como Nicolas Valois o Paracelso. Como si la sabiduría que brota del libro proviniera de sabios que ya no existen, como le ocurrió a Dante con Virgilio. Un vínculo extraordinario que siempre puede volver a producirse.

Dante con su maestro Virgilio

 

El libro del agua y del fuego trata de alquimia, pero de un modo totalmente diferente de los otros que he leído, Arola lo advierte, la alquimia se expresa de muchas maneras:

La alquimia es interior, la alquimia es exterior, la alquimia es cosmológica pero también es teológica, hay alquimia en los laboratorios, pero también en una apartada cabaña en una montaña del Japón…

Los elementos

El autor emplea un lenguaje extraño en el s. XXI, el lenguaje de los elementos como la expresión de la creación. Se refiere a sus transformaciones o metamorfosis de espíritu en materia y viceversa, como si los elementos, lo natural, y el espíritu, lo sobrenatural, perteneciesen al mismo nivel de realidad. Para ello se apoya en las palabras de Kitaro Nishida para quien naturaleza y espíritu no son distintos:

Esencialmente espíritu y naturaleza no son dos clases separadas de la realidad: la distinción entre espíritu y naturaleza deriva de diferentes enfoques de una y la misma realidad. En los hechos de experiencia directa no hay oposición de sujeto y objeto, ni distinción entre espíritu y materia, la materia en si misma es espíritu y el espíritu en sí mismo es materia, de suerte que solo hay una realidad… La realidad se hace perfecta, llega a ser realidad concreta en la unión de espíritu y materia.

Kitaro Nishida

 

También Eugenio Filaleteo, un adepto del s. XVII cuyo nombre real era Thomas Vaughan, escribió en contra de separar la teología del estudio de la naturaleza, pues por el mero hecho de crearla, Dios está en la naturaleza, sin ninguna separación. Por eso, los elementos forman el lenguaje secreto de toda la creación. En el Mensaje también se dice que los cuatro elementos forman el alfabeto con el que Dios enseña a los hombres clarividentes y por eso la alquimia busca la regeneración de la creación completa, no solo la espiritual.

Dos elementos, el agua y el fuego han sido vistos como principios materiales de la creación. Tales de Mileto, 650 aC, que estudió en Egipto, consideraba la realidad como una teofanía, y que Nun, las aguas primordiales, era la sustancia universal que lo bañaba todo. En ella se encontraba el principio de vida, el fuego.

Cien años después, Heráclito dijo que el fuego era la materia y el sustrato de todas las metamorfosis: Todas las cosas en fuego y el fuego en todas las cosas, como el oro en mercaderías y las mercaderías en oro. Decía que el fuego era un elemento vivo que gracias a las metamorfosis se transformaba en agua y moría, mientras que, al contrario, el agua renacía cuando se encendía y se convertía en fuego.

Representación de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego.

 

Como hemos dicho, los elementos son materiales, pero también espirituales, una materia espiritual y un espíritu material. Los alquimistas hablan de “un agua que no moja las manos” y de un fuego húmedo”, un agua-dios coagulada por un fuego-dios. Estarían hablando del mercurio, el tramposo, el trickster, porque puede ser simple o doble, agua o fuego, fijo o volátil, es el gran engañador porque nunca se sabe de qué mercurio se está hablando en los tratados de los alquimistas.

Quizá por eso se dice que la Gran Obra es un juego de niños, pero debería añadirse que eso es después de liberarse de las complicaciones de la astucia del ser humano, ignorante de la simplicidad de los elementos.

Pensemos en el TAO y en su lenguaje, el I Ching, cómo se permutan las líneas y cómo el cielo y la tierra o el ying y el yang cambian de lugar y lo más pesado se sutiliza y viceversa.

Los cuatro elementos y sus cuatro cualidades, frío, calor, humedad y sequedad que permiten sus combinaciones

La Tabula Smaragdina

En la Tabula Smaragdina, el gran texto de la alquimia, se dice que el sol/fuego es el padre y la luna/agua es la madre para hacer los milagros de una sola cosa, la piedra. Alquimicamente el fuego está asociado al azufre y el agua al mercurio. He aquí el texto de la Tabula:

 I. Lo que digo no es ficticio, sino digno de crédito y cierto. II. Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. Actúan para cumplir los prodigios del Uno. III. Como todas las cosas fueron creadas por la Palabra del Ser, así todas las cosas fueron creadas a imagen del Uno. IV Su padre es el Sol y su madre la Luna. El Viento lo lleva en su vientre. Su nodriza es la Tierra. V. Es el padre de la Perfección en el mundo entero. VI. Su poder es fuerte si se transforma en Tierra. VII. Separa la Tierra del Fuego, lo sutil de lo burdo, pero sé prudente y circunspecto cuando lo hagas. VIII. Usa tu mente por completo y sube de la Tierra al Cielo, y, luego, nuevamente desciende a la Tierra y combina los poderes de lo que está arriba y lo que está abajo. Así ganarás gloria en el mundo entero, y la oscuridad saldrá de ti de una vez. IX. Esto tiene más virtud que la Virtud misma, porque controla todas las cosas sutiles y penetra en todas las cosas sólidas. X. Éste es el modo en que el mundo fue creado. XI. Éste es el origen de los prodigios que se hallan aquí [¿o, que se han llevado a cabo?]. XII. Esto es por lo que soy llamado Hermes Trismegisto, porque poseo las tres partes de la filosofía.

Representación de la Tabla de Esmeralda procedente de un tratado de Khunrath

 

Hay pocas referencias al lenguaje alquímico en el Mensaje, en cambio, hay infinidad de versículos que son absolutamente alquímicos, como, por ejemplo:

 La debilidad del agua se mueve el cielo. La fuerza del fuego permanece en la tierra. De ambos reunidos emana el ser perfecto. (4, 87)

La tierra produce el agua y se nutre del agua. El agua engendra el aire y se vivifica del aire. El aire se convierte en fuego y se alimenta del fuego. El fuego toma a la tierra y sale de la tierra. (2,78)

La santa Madre es ligera como el aire y cambiante como el agua. El Padre sagrado es pesado como la tierra e inmutable como el fuego. La unión de los cuatro engendra el triple Hijo, quien manifiesta la creación prodigiosa del Único. (8, 38)

Excepcionalmente Cattiaux escribió: “El santo está solo con Dios en medio de los hombres vulgares, así como el mercurio y el oro están unidos entre los desperdicios de la tierra.” (3, 72), pues, si bien podría decirse que el Mensaje es el gran libro de alquimia del siglo XX, las operaciones y las materias que aparecen en él, lo hacen de un modo distinto a los tratados alquímicos.

Quizá fuera porque el lenguaje alquímico es incomprensible, pero es que el de la naturaleza también lo es, si no se tienen las llaves, y la llave es la misma para los dos lenguajes, conocer la luz de la naturaleza que se manifiesta en la unión del fuego y el agua.

Grabado alquímico donde aparece la unión de los opuestos, el fijo y el volátil, el abismo inferior y el superior, el fuego y el agua, etc.

La alquimia

Se dice que la creación, tal como aparece ante nuestros ojos, no está acabada, como si una helada hubiera interrumpido el proceso de maduración de la materia, del barro con el que fue creado Adán, que es fuego, aire, agua y tierra i la alquimista debe terminar el proceso mediante el agua purificación y el fuego de maduración. Por eso Arola escribe lo siguiente:

La alquimia no es perfectible porque es el mismo arte o ciencia que creó los mundos, que creó al ser humano y que creó el espíritu, y está completa desde su inicio porque no fuera así no habría ni creación, ni ser humano, ni espíritu.

Y creo que este es el sentido del Libro del agua y el fuego, entender que tanto la física como la metafísica funcionan con los elementos y todo lo demás es pura complicación. No deberían contraponerse la cosmología con la teología, el espíritu con la naturaleza, la filosofía y la alquimia. Armonizar la vida interior con la exterior, el micro y el macrocosmos.

El autor habla de los antiguos maestros que inspiraron a Cattiaux, y también de la nueva revelación que debe manifestarse cada cierto tiempo para no convertirse en letra muerta sino en palabra viva… sabiduría del agua y del fuego que transita a través de las edades.

Recordar que puede obtenerse una respuesta de un maestro antiguo o de la misma divinidad, que puede hacerse magia, como decía Arola hace unas sesiones. Recordar el sentido de la tradición, de la transmisión de este extraño barro, de esta materia como escribió Jámblico:

Las enseñanzas secretas deben convencernos de que mediante sus visiones/oráculos bienaventurados (makarion thematon), los dioses no entregan cierta MATERIA, y que esta materia es connatural a los dioses que la entregan. Por eso el sacrificio de esta materia hace que los dioses se manifiesten, invoca su presencia, los recibe cuando llegan y revela claramente su presencia (La filosofía como rito de renacimiento, p. 246)

Como final, y antes de pedirle que hable el autor, querría leer el poema que abre el libro y que juega con la palabra “alquimia”, una ciencia que Paracelso dijo que era: una física sagrada que tiene por objeto el cuerpo de Dios (cf, Secretis Creationis) y que, además de su contenido mitológico o arquetípico, además de ser una pre-ciencia, su contenido es también soteriológico, es decir, da la salvación.

A rte de la realeza del sol

L uz de la luna de sapiencia

Q uietud del cuerpo y del espíritu

U niverso que el alma ha escrito

I magen del Dios incandescente

M agia del verde apasionado

I nicio donde la muerte termina

A urífica palabra del corazón.

 

Resumen del coloquio posterior

El problema de los tiempos actuales es lo no creencia en la revelación, no creemos en la posibilidad de una manifestación divina y si no se cree en ella, ni se la espera, ¿cómo podría darse?

El Corpus Christi, el cuerpo de Cristo es un misterio que en el cristianismo ha quedado olvidado y es precisamente lo que nos explica la alquimia, el misterio del cuerpo de Cristo, la física sagrada que tiene por objeto el cuerpo de Dios, como decía Paracelso, separándose de la teología, separándose de la especulación racional, para contemplar las metamorfosis de los elementos en el atanor. La alquimia es también una ciencia contemplativa. La gran paradoja es la doble naturaleza de Jesucristo, dios y hombre al mismo tiempo, solo el oro alquímico puede explicarla.

Se debe estudiar alquimia, que no significa coger un tratado y leérselo todo seguido, que también puede hacerse, pero sobre todo significa buscar, buscar, conocer esta materia de la que hemos visto que hablaba Jámblico.

El mundo imaginal es un mundo de reunión entre los dioses y los hombres por medio de la materia de Jámblico. Un mundo misterioso y difícil de acceder, aunque ahora no nos gusten mucho los misterios, y, sin embargo, nos tendrían que apasionar, lo que se no tiene ningún interés, ya lo sé, lo que no sé es lo interesante. El misterio, lo que no puede ser descrito por la palabra, y este misterio es la teofanía, la manifestación de la divinidad. Pero esta manifestación no puede existir si tenemos una idea preconcebida de lo que es Dios. Se debería buscar a Dios sin saber lo que es. Entonces, al leer los libros de alquimia se va penetrando en este misterio del Corpus Christi.

Es interesante saber que los taoístas y los alquimistas al hablar de naturaleza, no se refieren a la naturaleza exterior y visible sino a la phisis, la fuerza que conforma lo que luego aparece ante nuestros ojos, la natura naturans, esa energía creadora y formadora que se manifiesta en la natura naturata.

Respecto a todo ello, lo absolutamente apasionante es que desde el s. XVII, cuando se dice que los adeptos abandonaron una Europa racionalista y desencantada para refugiarse en Oriente, no ha sido hasta Cattiaux, que, sin utilizar el lenguaje propiamente alquímico, se refiere exactamente a los mismos procedimientos alquímicos.

Esto es tan extraordinario que parece imposible, por eso esta búsqueda del misterio de la alquimia siempre será algo minoritario e inexplicable, porque intentar explicar lo inefable es colocar a la razón como único medio para la comprensión del universo.

Los símbolos, por ejemplo, sirven para conocer este mundo, porque se utiliza la intuición para comprenderlos- Los símbolos son polisémicos, como las fábulas y la mitología, su significado no está cerrado, como las interpretaciones de las Escrituras, se necesita de un hermeneuta para conocer su significado más profundo.

Existen dos maneras de acceder a lo divino que la Iglesia de Oriente utilizó: la tradición apofática y la tradición katafática. La apofática propone el acercamiento a Dios a través de la negación; Dios no es… Mientras que en la katafática es a partir de la afirmación, Dios es… Ambas tradiciones son completas y complementarias, aunque ahora esté de moda el modo apofático, y el misticismo, en cambio la alquimia sería un modo katafático de conocimiento.

¡Hasta el curso que viene!

 

 

 

[1] El Hilo de Penélope, p. 84