«El libro del agua y el fuego. El enigma de Louis Cattiaux» (Ed. Herder, 2022) completa la trilogía de Raimon Arola dedicada a la obra del pintor y poeta francés, que pone en evidencia las influencias directas y también las divergencias de planteamiento con los artistas y los intelectuales del París de entreguerras. A través de este artículo, Arola nos habla de los puntos clave de su nuevo libro.

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Una escritura sin prejuicios

La reflexión, no sabemos si erudita o poética, acerca de los dos elementos básicos del pensamiento tradicional, el agua y el fuego, tiene su origen en la obra de Louis Cattiaux titulada El Mensaje Reencontrado (1946-1953).

Escribir sobre su contenido se ha convertido, en nuestro caso y casi sin querer, en un ejercicio literario y no en un ensayo. Y ha sido así porque las palabras del libro de Cattiaux conducen inevitablemente a un lugar de conocimiento abierto, aun no clasificado, que puede pertenecer a la esfera del arte, de la literatura, de la religión o de la filosofía.

Abrir un libro aún sin clasificar para comprender la realidad a partir de él es una aventura y un estímulo para escribir sin prejuicios, acercando el ensayo a la poética y viceversa.

En nuestro escrito seguramente nos hemos decantado por alguna, pero la intención era la de abrazar las distintas esferas de conocimiento y generar un discurso inclusivo, abierto a las distintas categorías y, por consiguiente, universal.

Evidentemente se trata de un propósito imposible pues los sistemas de conocimiento, sobre todo los actuales, tan especializados, no contemplan que pueda explicarse la realidad como una unidad, tal y como pretendían aquellos antiguos humanos empeñados en la búsqueda de un lenguaje universal, el de antes de Babel y de antes de las categorías.

 

El lenguaje de las metamorfosis

El libro del agua y el fuego. El enigma de Louis Cattiaux abre nuestra comprensión al libro del escritor francés a partir de un viaje por el conjunto de sus páginas, sumergiéndonos, buceando entre sus palabras, a través de su orden oculto. En este viaje nos ha guiado el agua.

Después nos hemos detenido en cada palabra, hemos considerado su etimología y, aún más, su historia. Y en esta parte nos ha guiado el fuego.

El agua y el fuego nos conducen inevitablemente a la recuperación del lenguaje alquímico, o, mejor dicho, al lenguaje de las metamorfosis que usaron tanto Ovidio como el ancestral I’Ching (1200 a. C.).

En la simbología clásica occidental al agua se la representa como un triángulo con el vértice hacia abajo y al fuego con un triángulo con el vértice hacia arriba, pues se dice que “el agua siempre desciende y el fuego siempre asciende”. La unión engendra la estrella de David.

Los dos triángulos que representan el agua y el fuego son el Padre y la Madre, el sol y la luna, también son el cielo, que sería fuego, y la tierra que contiene el agua.

Si el cielo no desciende y se mantiene en la parte superior y la tierra reposa en la parte inferior sin elevarse, es imposible cualquier conjunción. Pero si fuera a la inversa, si el fuego estuviera abajo y el agua descendiera del cielo los universos se unirían en un abrazo amoroso, y darían a luz a la mítica primavera de la que tanto hablan los poetas.

También fundamenta las grandes mitologías. Así, por ejemplo, el encuentro del agua y el fuego equivale, en la tradición egipcia a Horus, el hijo nacido de unos principios complementarios llamados en este caso Isis y Osiris.

Una inspiración universal

Para presentar el libro de Cattiaux quizá hubiésemos debido utilizar un discurso teológico o filosófico, o adentrarnos en un universo de experiencias íntimas o consideraciones históricas.

Pero la realidad literaria, el propio hecho de escribir, nos ha conducido ―en el fondo es lo que buscábamos― a un mundo de símbolos tradicionales tras los cuales se oculta el autor: Cattiaux el enigmático, el filósofo desconocido. Y aquí se halla el otro tema capital de esta reflexión, el misterioso encuentro del individuo particular con la inspiración universal.

La trilogía Cattiaux

El libro del agua y del fuego. El enigma de Cattiaux viene a complementar los dos libros anteriores publicados también en Herder Editorial.

El primero, El Símbolo Renovado. A propósito de la obra de Louis Cattiaux (2015) es un estudio del contexto que vivió el autor de El Mensaje Reencontrado, que pone en evidencia las influencias directas y también las divergencias de planteamiento con los artistas y los intelectuales del París de entreguerras.

El segundo, escrito con Lluïsa Vert y titulado La actualidad del hermetismo. El mensaje de Louis Cattiaux (2020), es un ensayo que intenta comparar y validar la obra de Cattiaux con las tradiciones universales de distintas épocas y culturas. Para eso, el libro se centra en el hermetismo, tanto filosófico como alquímico, pues es la identidad con la que Cattiaux se sentía más identificado.

El arte de Hermes como el mensaje interior y universal de la vida espiritual.

Entre una heterodoxia académica y una poética de investigación.

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