Artículo de Raimon Arola sobre «El Mensaje Reencontrado» de Louis Cattiaux. Suplemento Cultura/s de La Vanguardia, número 483, 21 de septiembre 2011, p. 13.

Texto completo:

La editorial Herder acaba de publicar una reedición de “El Mensaje Reencontrado” de Louis Cattiaux, una obra que, si bien fue escrita hace más de cincuenta años, gana actualidad con el paso del tiempo, como si su autor hubiese adivinado las necesidades espirituales de los hombres del turbulento comienzo del siglo XXI.

Louis Cattiaux (Valenciennes, 1904 – París, 1953) fue un pintor y poeta que abandonó la práctica artística para dedicarse a escribir un libro realmente original, encarna lo que preconizaban los artistas y los filósofos desde el Romanticismo, es decir, que la obra de arte debe ser una vía de conocimiento del espíritu del hombre, y Cattiaux fue consecuente hasta el final.

“El Mensaje Reencontrado” es un libro para meditar, aunque sea éste un término con connotaciones quizá demasiado amplias en un tiempo en el que la “meditación” se ha convertido en una práctica que se aleja de la tradición y se convierte en sinónimo de autoayuda. La insistencia en negar la existencia de un Dios trascendente, que en general acompaña estas prácticas, conduce obligatoriamente a un concepto de cierto dios inmanente que ni se espera ni se acepta y que solamente desvela anhelos que provienen de la conciencia. Mark C. Taylor en su obra “Después de Dios” expone muy bien este problema cuando analiza el movimiento new age. “El Mensaje Reencontrado” parece escrito para contrarrestar este cúmulo de malentendidos.

Cattiaux, sin embargo, no se refugia en la postura contraria, la que proclaman dogmáticamente las iglesias. Su encuentro con Dios es directo, como el de los antiguos visionarios, por eso es una invitación a meditar libremente sobre Dios y sobre el hombre. A pesar de ello, “El Mensaje Reencontrado” no se aparta de lo que afirman las grandes tradiciones religiosas, únicamente el lenguaje es distinto. Su planteamiento insiste en la pregunta de siempre: “¿Quién es Dios? ¿Quienes somos nosotros? He aquí la búsqueda, he aquí la sabiduría y he aquí el reposo”.

Tampoco es filosófico su enfoque, sorprendentemente “El Mensaje Reencontrado” es un libro que continuamente afirma lo que Dios es en cada uno de los más de cinco mil versículos que componen el libro, sólo unos pocos versículos se acercan al pensamiento apofático. Dios no es ajeno al hombre, pero, ¿podría comprenderse esta afirmación en el sentido de que Dios es una invención del hombre? Nada más lejos del mensaje de Cattiaux. Lo que es Dios solamente lo sabe quien se ha unido completamente a Él. Cattiaux en ningún momento pretende explicar que él ha conocido tal unidad mística, sin embargo, en “El Mensaje Reencontrado” hay una seguridad que parece sobrepasarle y que plantea la duda de quién es realmente el autor del libro: el Libro de la experiencia y el conocimiento del amor de Dios. De su Dios, pues solamente la experiencia genera el conocimiento y este conocimiento es el que permite afirmar que es Dios. ¿Quién ha escrito el Libro verdaderamente?, y ¿Quién lo lee en verdad?, se pregunta el autor en cierto momento. Y responde: Él mismo, y después: Él.

Afirmar el ser de Dios también fue, en el fondo, la intención profunda de la tradición hermética, si bien mal expuesto en muchas ocasiones y en otras, muchas más, mal comprendido. Cattiaux se reconoce en esta tradición cuando escribe:“Dios no es una abstracción delirante del espíritu humano… Es una realidad viva que se ve, que se siente, que se palpa, que se saborea y que da la vida imperecedera… Sólo lo que Dios es y sólo lo que Dios hace es verdadero… Dios no es una hipótesis, es una nube incandescente, es una piedra translúcida, es una realidad viva para siempre. Ninguna imagen podría darnos una idea de la belleza viva del Único Esplendor celeste”.

 

 INFORMACIÓN SOBRE «EL MENSAJE REENCONTRADO»

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