A partir de algunos fragmentos de textos tradicionales de la cábala, se estudia la aparente contradicción contenida en el versículo del ‘Cantar de los Cantares” que sirve de título al artículo. Se trata de un versículo que es el fundamento del misterio representado por las vírgenes negras. Raimon Arola y Lluïsa Vert.

Iluminació que abre el libre del Cantar de los Cantares, en Cánticos de Rothschild o los Rothschild Mahzor (Florencia, 1492)

 

En una de las dos plegarias introductorias de El Mensaje Reencontrado, Louis Cattiaux escribió esta extraña frase: «Madre luminosa rodeada de tinieblas». [1] En otras ocasiones, Cattiaux se refiere al doble aspecto de la santa Madre: oscuro y luminoso al mismo tiempo. Así, en otro lugar afirma: «La santa Madre brilla en medio de las tinieblas del mundo» (2, 42’). Mientras que en otro versículo la denomina: «Sublime virgen revestida de te­rror. / Alimento vivo del mundo. / Nodriza del sol. / Santa Madre de los hombres» (3, 78’).

Es indudable que las referencias a la «sublime virgen revestida de te­rror» o a la «madre luminosa rodeada de tinieblas» señalan un misterio profundo que está en la base de la tradición universal. Un mysterium tremendum que actualmente parece olvidado y sin sentido. Sin embargo, según Cattiaux, esta «virgen revestida de te­rror» es la que muestra a los hombres la «ruta que conduce al Sol bienamado».

Las referencias a la «sublime virgen revestida de te­rror» o a la «madre luminosa rodeada de tinieblas» señalan un misterio profundo que está en la base de la tradición universal.

En las líneas que siguen se recogen diversos comentarios a un versículo del Cantar de los Cantares de Salomón que parece expresar la misma contradicción: «Soy negra y bella» (1, 5). [2] Los textos que siguen y que pertenecen tanto a la tradición hebrea como a la cristiana, quizá nos permitan acercarnos con sutileza al misterio aludido en la plegaria de El Mensaje Reencontrado.

Según la exégesis hebrea recopilada en el «Gran Comentario», o Midrach Rabah, la amada o esposa que aparece en el cantar de Salomón. y que es «negra y bella». sería la Kneset Israel, ‘la comunidad de Israel’. Los fragmentos que vienen a continuación se refieren y explican los dos aspectos de la Kneset Israel, según sea el objeto de la cólera o del amor de su Señor.

Comentario del Midrach Rabah [3]

«Soy negra» por mis acciones y «bella» por las acciones de mis padres. «Soy negra y bella» dijo la Kneset Israel [la comunidad de Israel], pues soy negra a mis propios ojos y bella ante mi Creador. Pues está escrito: «¿No sois como los hijos de los etíopes, vosotros los hijos de Israel?» (Amos 9, 7). «Como los hijos de los etíopes» ante vosotros, pero para mí «como los hijos de Israel, oráculo del Señor».

Otra explicación: «Soy negra» en Egipto, «y bella» en Egipto. «Soy negra» en Egipto: «Se rebelaron contra mi y no quisieron escucharme» (Ezequiel 20, 8). «Y bella» en Egipto, por la sangre del Pesaj [la Pascua] y por la sangre de la circuncisión, que está escrito: «Y pasé sobre tí y te vi establecida, enraizada en tu sangre y te dije: “En tu sangre ¡vive!”» (Ezequiel 16, 6). «Y pasé sobre ti y te vi establecida, enraizada en tu sangre», ésta es la sangre de Pascua. «Y te dije: “En tu sangre ¡vive!”», ésta es la sangre de la circuncisión.

Otra explicación: «Soy negra» en el mar, que está dicho: «Y se rebelaron sobre el mar, en el mar de Suf [Mar Rojo]» (Salmos 106, 7). «Y bella» en el mar, que está dicho: [después del paso del Mar Rojo] «Éste es mi Dios y lo alabaré [las dos frases “y bella” y “lo alabaré” tienen la mismas letras]» (Éxodo 15, 2) .

«Soy negra» en Marah [‘amargura’], que está dicho: «Y se rebeló el pueblo contra Moisés diciendo: “¿Qué beberemos?”» (Éxodo 15, 23). «Y bella» en Marah, que está dicho: «Y le mostró un poste y lo lanzó al agua y se volvieron dulces las aguas» (Éxodo 15, 24).

«Soy negra» en Marah [‘amargura’], que está dicho: «Y se rebeló el pueblo contra Moisés diciendo: “¿Qué beberemos?”» «Y bella» en Marah, que está dicho: «Y le mostró un poste y lo lanzó al agua y se volvieron dulces las aguas».

«Soy negra» en Refidim, que está dicho: «Y denominó el nombre del lugar Masah [‘prueba’] y Meribah [‘querella’]». (Éxodo, 17, 7) «Y bella» en Refidim, que está dicho: «Y construyó Moisés un altar y denominó su nombre Adonai Nisi [‘maravilloso’, del verbo naso, ‘levantar’, ‘expandir la luz’]» (Id.)

«Soy negra» en el Horeb, que está escrito: «Hicieron un becerro en el Horeb» (Salmos 106, 19). «Y bella» en el Horeb, que está dicho: «Todo aquello que diga Adonai [Señor] haremos y escucharemos» (Éxodo 24, 7).

«Soy negra» en el desierto, pues está escrito: «¡Cuánto se rebelaron en el desierto!» (Salmos 78, 40). «Y bella» en el desierto, cuando se levantó el Tabernáculo, pues está dicho: «Y en aquél día se levantó el Tabernáculo» (Números 9, 15).

«Soy negra» por los exploradores, que está escrito: «Y calumniaron la tierra» (Números 13, 32). «Y bella» por Josué y Calib, que está escrito: «Excepto Calib, hijo de Iefuné, el quenizita» (Id. 32, 12).

«Soy negra» cada día de la semana. «Y bella» en el shabat. «Soy negra» todos los días del año. «Y bella» en el Iom Kipur. «Soy negra» por las diez tribus. «Y bella» por las tribus de Judá y Benjamín. Pues «soy negra» en este mundo, «y bella» en el mundo por venir.

«Soy negra» por los reyes de Israel, «y bella» por los reyes de Judá. Si fui bella cuando estaba en mis oscuridades, [cuando estoy] en mis profetas, ¡con cuánta mayor razón!

Los comentarios de los cabalistas medievales proclaman la misma enseñanza, pero en sus escritos, la esposa «negra y bella» se convierte en la Chekinah, palabra que literalmente significa ‘la que reside’. Según Carlos del Tilo: «Se trata de la presencia divina que reside en el hombre, mejor dicho, en el cabalista», [4] o, como se dice en el Midrach Raba, en «los profetas».

La esposa «negra y bella» se convierte en la Chekinah, palabra que literalmente significa ‘la que reside’. Según Carlos del Tilo: «Se trata de la presencia divina que reside en el hombre, mejor dicho, en el cabalista»

Por medio de la lectura de los textos que siguen, se advierte que el misterio al que aludíamos al principio se refiere al secreto oculto en el hombre. Es decir, a la luz primordial de la Creación, que reside en el corazón del ser humano, pero «revestida de terror» pues se encuentra en el exilio, en Egipto, que exegéticamente representa el lugar de la encarnación, al igual que la Chekinah, que también habita en medio de las naciones idólatras. Eso es lo que aparece en el texto del Midrach Rabah que acabamos de leer: en los versículos del principio, si bien la presencia está sin luz y rodeada de tinieblas, continúa siendo bella, así pues, con cuánta mayor razón lo será cuando reciba la luz de la iluminación, como se muestra en los versículos finales. El siguiente comentario de Ezra de Girona es muy explícito al respecto.

 

Comentario de Ezra de Girona [5]

«Soy negra y bella». Palabras de la Chekinah que bajó a Egipto con el patriarca Jacob: «Yo[6] descenderé contigo a Egipto» (Génesis 46, 4) y que inició el exilio de Israel. Nuestros sabios lo enseñan en Megilla 29a: «Cuando se exiliaron a Egipto, la Chekinah estaba con ellos, como está escrito: “Yo me manifesté claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto al servicio de la casa del faraón” (I Samuel 2, 27)». La Chekinah, pues, se lamenta, deplora estar en el exilio y camina sombría entre las potencias angélicas encargadas de las naciones.

Sin embargo, la presencia divina, que se encuentra vejada y oscurecida en su exilio con el hombre, o, más exactamente, dentro del hombre, cuando es restaurada e iluminada deviene la manifestación más excelente y bella de toda la Creación, hasta el punto de convertirse en la esposa del Señor, tal como se expone en el siguiente comentario del Sefer ha-Zohar:

Comentario del Sefer ha-Zohar [7]

Y ella les dice: «Soy negra y bella, hijas de Jerusalén» (Cantares 1, 5) a aquellas armadas,[8] que no poseen sus ornamentos. Pero a sus íntimos, a los que la adornan, no les dice esto, pero, cuando sale fuera, les habla así al resto de los campamentos.

A los íntimos que conocen sus ornamentos y que la arreglan con múltiples adornos eminentes, les dice: «Que me bese» (Cantares 1, 1). Y su explicación es: ¡Cuánto me he arreglado, bella y deseable a fin de recibir los besos del Rey! A los de fuera, que no conocen sus ornamentos, les dice que es negra del lado de los seres que están abajo, del lado que incluye lo bajo, a fin de que no la miren con malos ojos, acusando a los seres inferiores.

Pues los ángeles sólo tienen envidia de los seres de abajo. Cuando los que están abajo poseen un grado eminente, les envidian más que a nada, y si dijeras: En verdad hemos aprendido que no hay envidia entre los ángeles, [te diría] entre ellos no tiene envidia, pero respecto a los demás, sí tienen envidia.

.Los ángeles sólo tienen envidia de los seres de abajo. Cuando los que están abajo poseen un grado eminente, les envidian más que a nada.

Y debido a que ella[9] es respecto a Israel como una madre respecto a sus hijos, el arreglo más hermoso y bello de todos es el del lado que incluye a los seres de abajo y gracias a él sube hacia lo alto. Ella lo oculta a las armadas que permanecen fuera, a fin de que no tengan envidia y que no acusen a Israel y por eso, les dice, «No me miréis porque soy negra» (Cantares 1, 6) y su explicación es: No reparéis en este arreglo mío pues soy negra.

Pero, en verdad, entre todos sus ornamentos y arreglos, no hay un ornamento más eminente, más hermoso y bello, para elevarlo hacia el Santo-bendito-sea, que aquel ornamento que proviene del lado en el que están incluidos los seres de abajo. Y todo eso se lo dice a las armadas y no a su amado y por eso les dice «Soy negra y soy hermosa».

Tal como se apunta en el comentario del Sefer haZohar, no hay “arreglo” o restauración más excelente que «la que incluye a los seres de abajo», hasta tal punto que incluso los ángeles los envidian, por eso, en el siguiente fragmento de Orígenes se insiste en que no se debe despreciar el primer aspecto, es decir la negrura o dicho de otro modo, la encarnación, pues precisamente es gracias a ella que Moisés obtuvo la gracia de contemplar a Dios cara a cara.

Jesucristo y la Iglesia.

Comentario de Orígenes [10]

«Soy negra», en efecto, hijas de Jerusalén, puesto que no desciendo del linaje de varones ilustres ni recibí la iluminación de la Ley de Moisés, pero tengo conmigo mi propia belleza. Efectivamente, en mí está aquella primera creación que se hizo imagen de Dios, y ahora, al acercarme al Verbo de Dios, he recibido mi belleza. […] ¡Me extraña, pues, que vosotras, hijas de Jerusalén, queráis echarme en cara mi color oscuro! ¿Cómo no recordáis lo que está escrito en la Ley, a saber, lo que padeció María por criticar a Moisés cuando éste tomó por esposa a una etíope negra?

[Números 12, 1-10: «María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado. Ellos dijeron: ¿Acaso sólo por medio de Moisés ha hablado IAVE? ¿No ha hablado también por medio de nosotros? Y lo oyó IAVE. Moisés era un hombre muy manso, más manso que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra. Repentinamente IAVE dijo a Moisés, a Aarón y a María: –Id vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y fueron los tres. Entonces IAVE descendió en una columna de nube, se detuvo a la entrada del tabernáculo y llamó a Aarón y a María. Ellos dos se acercaron, y él les dijo: —Oíd mis palabras: Si tuvieseis un profeta de IAVE, yo me manifestaría a él en visión o hablaría con él en sueños. No es así con mi siervo Moisés, quien es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablo con él, en persona, y no por enigmas. Y él contempla la apariencia de IAVE. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo, contra Moisés? Entonces el furor de IAVE se encendió contra ellos. Y se fue. Cuando la nube se apartó de encima del tabernáculo, he aquí que María quedó leprosa, blanca como la nieve. Aarón se volvió hacia María, y he aquí que estaba leprosa»].

¿Cómo ignoráis que la apariencia de aquella imagen tiene ahora en mí su plena realidad? Yo soy aquella etíope, soy negra, ciertamente, por la condición plebeya de mi linaje, pero bella por la penitencia y por la fe, pues en mí he acogido al Hijo de Dios, he recibido al verbo hecho carne. Me llegué al que es imagen de Dios, primogénito de toda criatura y, además, resplandor de su gloria e impronta de su esencia: y me volví bella. […]

Yo soy aquella etíope, soy negra, ciertamente, por la condición plebeya de mi linaje, pero bella por la penitencia y por la fe, pues en mí he acogido al Hijo de Dios, he recibido al verbo hecho carne.

Dice de Moisés el Señor: «Si tuvieseis un profeta de IAVE, yo me manifestaría a él en visión o hablaría con él en sueños. No es así con mi siervo Moisés, quien es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablo con él, en persona, y no por enigmas. Y él contempla la apariencia de IAVE. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo, contra Moisés?» Todo esto mereció Moisés oír de parte del Señor por causa de su matrimonio con la mujer etíope.

Louis Cattiaux, «La Virgen negra», 1951.

Conclusión

Después de leer el anterior fragmento de Orígenes, parece evidente que estaría estrechamente relacionado con los siguientes versículos de El Mensaje Reencontrado:

¿No es la virgen negra la primera y la más misteriosa de todas las madres? ¿No es a ella a quien Dios ha mirado amorosamente desde el comienzo? ¿No es ella quien ha alumbrado la luz que ilumina el mundo? (27, 33).

Buscábamos en el cielo la piedra gloriosa de la coronación, pero el Señor nos ha hecho ver la piedra humilde del fundamento que se encontraba a nuestros pies, a fin de que la recojamos en las tinieblas de la muerte y la llevemos a la luz de la vida. / ¿No estaremos agradecidos al Señor que nos mira amorosamente a pesar de nuestra negrura? ¿No estaremos confusos de ser el objeto del amor fecundante del Altísimo? ¿No seremos resucitados en la gloria por la palabra de vida del Todopoderoso, que nos desea como hijos sobrenaturales? / La piedra del fundamento es la más despreciada porque es oscura, pero es la más preciosa, pues todas las demás están ocultas en ella. / Así, el pueblo negro es el más despreciado, pero también es el mejor, pues hará brillar a todos los demás en el Señor reencontrado (27, 10-11).

El Señor está en el cielo, pero se revela en la tierra, «en un lugar tenebroso, que ha sido denominado Virgen negra»

La «Madre luminosa rodeada de tinieblas» o la «sublime virgen revestida de te­rror» es el paso previo y necesario para la revelación terrestre del Señor celeste, revelación que es el resumen y la culminación de toda la doctrina hermética. El Señor está en el cielo, pero se revela en la tierra, «en un lugar tenebroso, que ha sido denominado Virgen negra». Las santas Escrituras únicamente hablan de esta revelación terrestre, es decir, en el ser humano, que, como está dicho en el Génesis, fue creado a imagen y semejanza de Dios. Las grandes tradiciones están de acuerdo sobre este punto, aunque algunas lo evidencien más que otras. Es por ejemplo el caso del cristianismo, que insiste particularmente sobre la idea del Hombre-Dios, o del judaísmo que, si bien jamás se refiere a la encarnación, sí usa la expresión de Dios viviente. El gran secreto transmitido por todo el saber tradicional es Dios en el hombre. El Verbo sólo se revela y se dice a través de la naturaleza humana, negra, y, sin embargo, la más bella de todas las producciones divinas.

Soy negra y bella, hijas de Jerusa­lén, como las tiendas de Cedar, como los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi negra tez, es el sol que me ha quemado. (Salomón)

Sin nombre, está en el origen del cielo y de la tierra; con un nombre, es la madre de todos los seres. (Lao Tse) [11]

NOTAS

* Este artículo apareció por primera vez en LA PUERTA. LA MADRE TIERRA, octubre de 2003, con el título: «Madre luminosa rodeada de tinieblas».

[1] El Mensaje Reencontrado, Arola ed., Tarragona, 2000, pp. 6-7.

[2] Si bien este versículo se traduce habitualmente por «Soy negra, pero bella», la traducción que proponemos es la más literal y la que mejor recoge esta dualidad.

[3] Hemos seguido el texto hebreo establecido por S. Dunsky, Midrach Chir ha-Chirim Rabah, ed. Dvir, Jerusalén-Tel Aviv, 1980, ad. loc.

[4] El libro de Adán, Arola ed., Tarragona, 2002, p. 91.

[5] Comentario sobre el Cantar de los Cantares, trad. N. García i Amat, ed. Índigo, Barcelona, 1998, p. 50.

[6] En hebreo, Anoki, es uno de los nombres usados para designar la presencia divina en el hombre.

[7] Hemos seguido la edición de I. Lev Achlag, Sefer ha-Zohar, Jerusalén, 1945-1958, vol. XXI, ad. loc.

[8] Se trata de las armadas angélicas.

[9] Malkut, ‘el reino’, la última de las sefirot, que representa la presencia del Reino de los cielos sobre la tierra.

[10] Comentario al Cantar de los Cantares, trad. A. Velasco Delgado, ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1986, pp. 115-116. Véase : Orígenes,  Homélies sur les Nombres, trad. A. Méhat, ed. du Cerf, París, 1951, p. 137.

[11] Estos dos versículos los escogió Louis Cattiaux como hipógrafos del libro XXV de El Mensaje Reencontrado, evidentemente, la relación entre ambos no es casualidad.