La lectura alquímica de los mitos antiguos realizada por Dom Antoine Joseph Pernety (1716 – 1796), en dos volúmenes traducidos y presentados por José Romero y publicados por Ediciones Obelisco.

Presentación

En 1758 el erudito benedictino Dom Antoine Joseph Pernety[1] compuso y editó sus dos grandes obras, el Diccionario Mito-Hermético[2] y las Fábulas Egipcias y Griegas, desveladas y reducidas al mismo principio, con una explicación de los jeroglíficos y de la Guerra de Troya.[3] El Diccionario Mito-Hermético es de gran ayuda para adentrarse en la selva de nombres mitológicos y de palabras propiamente alquímicas que llenan los textos de los filósofos, como el mismo autor dice en la introducción a las Fábulas:[4]

Escribo para los que quieran leerme, para aquellos que no puedan salir del laberinto donde obligadamente se encuentran siguiendo los sistemas que acabo de mencionar [la interpretación histórica y la moral], estos buscarán aquí un hilo de Ariadna que, ciertamente encontrarán, pues dedicados a la lectura asidua de los filósofos herméticos están en condiciones de aportar un juicio sano y desinteresado, y aquí encontrarán lo necesario para fijar sus vagas e indeterminadas ideas sobre la materia de la “gran obra” y sobre la manera de trabajarla.

Se puede comprobar al leer el Diccionario Mito-Hermético que éste constantemente remite al lector a las Fábulas Egipcias y Griegas, como si se tratara de dos obras hermanas, así son en realidad, que se necesitan mutuamente, pues es una constante que en una se explican los vocablos de este particular lenguaje y en la otra se desarrollan las fábulas en su sentido alquímico.

Pernety no se atribuye la invención de este sistema de interpretación, como así lo refleja en las palabras de su “Discurso preliminar”:

Este sistema no es nuevo y estoy muy lejos de querer otorgarme ese honor; lo he encontrado en fragmentos esparcidos de diversos autores, tanto antiguos como modernos; sus obras son poco conocidas y leídas porque la ciencia que tratan es víctima de la ignorancia y del prejuicio.[5]

En relación con la procedencia de este sistema, Raimon Arola, en dos de sus obras: El Amor de los Dioses, y La Cábala y la Alquimia,[6] apunta lo siguiente:

Michael Maier publicó en 1613 la primera interpretación directamente alquímica de los mitos clásicos. La traducción del título de la obra de Maier evidencia la intención del autor: Los secretos secretísimos, es decir, los jeroglíficos egipcios y griegos desconocidos hasta ahora para el vulgo, expuestos en seis libros con el ánimo de demostrar que, en el origen de los falsos dioses, diosas, héroes, animales e instituciones considerados sagrados por los antiguos, se halla un artificio de los egipcios que lograba la medicina áurea del alma y del cuerpo.

[…] Casi dos siglos después el monje benedictino Dom Antoine Joseph Pernety publicó Les fables egyptiennes et grecques dévoilées et réduites au même príncipe, siguiendo la propuesta de Maier y añadiendo nuevas informaciones.

Pernety mismo lo confirma cuando dice:

Yo no he sido, pues, el primero que ha tenido la idea de explicar estos jeroglíficos y estas fábulas mediante los principios, las operaciones y el resultado de la gran obra, llamada también piedra filosofal y medicina dorada. […] Michael Maier ha hecho un gran número de obras sobre esta materia, se puede ver su enumeración en el catálogo de autores químicos, metalúrgicos y filósofos herméticos que el abad Lenglet du Fresnoy ha insertado en su historia de la filosofía hermética. Jean d’Espagnet estimó entre otras obras de Maier su Tratado de los emblemas, porque representan -dice- con mucha claridad a los ojos de los clarividentes, lo que la gran obra tiene de más secreto y oculto. He leído con mucha atención muchos de los tratados de Maier y me han sido de una gran ayuda, como el que lleva por título Arcana Arcanísima, que me ha servido de bosquejo para mi obra, al menos en su distribución pues no siempre he seguido sus ideas.[7]

Actualmente podemos encontrar una reciente traducción del latín al francés de esta obra de Maier, realizada por el profesor Stéphane Feye y titulada Les Arcanes Très Secrets de Michaël Maïer.[8]

 

Temas básicos

De entre las preocupaciones que parece tener Pernety en cuanto al uso de las fábulas y los jeroglíficos, hay tres que sobresalen en su obra.

  • Que las fábulas hablan alquímicamente.
  • Que la etimología de las palabras, especialmente la de los nombres propios, explica de por sí el significado de las fábulas.
  • Que los mitólogos, los historiadores y los moralizantes se equivocan, por eso dice:

Muchos mitólogos que consideran a los dioses como personas reales y que adoptan su existencia como la de personas que los pueblos han divinizado, pero que tienen una relación directa con la historia, y los que creen que las fábulas son alegorías para la moral, no piensan que puedan haber tenido otro objeto. Los unos y los otros me obligan a considerar esta teogonía y probar que están igualmente engañados.[9]

Pernety ve en las fábulas y los jeroglíficos un sentido más profundo que el aparente y por eso dice:

El arte hermético, dicen los filósofos, es un misterio oculto para los que se fían mucho de su propio saber, pues es un Don de Dios, que mira con buenos ojos y es propicio a los que son humildes y le temen, estos ponen toda su confianza en Él y, como Salomón, le piden con insistencia y perseverancia esta sabiduría que los filósofos prefieren a todos los honores y a todos los reinos del mundo, porque es el árbol de la vida para aquellos que la poseen.[10]

Triunfo de Perseo sobre la medusa. Jean-Marc-Nattier coetaneo de Pernety.

Ejemplo: Perseo

Veamos a continuación un ejemplo de su estilo interpretativo obtenido del capítulo dedicado a Perseo:

Acrisio, que sólo tenía una hija llamada Dánae, había oído del oráculo que un día su nieto le robaría la corona y la vida; hizo construir una torre de bronce en su palacio y encerró allí a Dánae con su nodriza, bajo vigilancia. Era muy bella y Júpiter, sensible a sus atractivos, pensó en una nueva oportunidad, se coló en la torre en forma de lluvia de oro, se dio a conocer y convirtió a Dánae en madre de Perseo. Dánae, siempre encerrada, parió y alimentó a su hijo durante tres años sin que Acrisio tuviera conocimiento de ello; pero habiéndolo descubierto finalmente, hizo conducir a su hija al altar de Júpiter, donde ella declaró que había concebido por el comercio que tuvo con este dios. Acrisio, poco crédulo, hizo matar a la nodriza y expuso a Dánae con el pequeño Perseo sobre el mar, encerrados en un cofre de madera en forma de pequeña barca, que tras haber sido el juguete de los vientos y de las olas, fue arrastrada a la orilla de una pequeña isla llamada Sérifos, una de las Cíclades; Dictis, hermano del rey de aquel país, estaba pescando y sacó el cofre con su hilo de pescar. Dánae le suplicó que abriera su prisión y le explicó quién era, y Dictis llevó consigo a la madre y al hijo. Polidectes, rey de la isla y nieto de Neptuno, quiso violentar a Dánae, pero la presencia de Perseo era un obstáculo y lo obligó a ir a buscar la cabeza de Medusa, con el pretexto de que quería darla como dote a Hipodamia, hija de Enómao. Perseo se comprometió a cumplir las órdenes de Polidectes; Palas le dio como presente un espejo, Mercurio le dio una cimitarra, Plutón un casco y un saco y las ninfas un calzado alado; con todos estos arreos Perseo voló tan veloz y ligero como el pensamiento. Medusa era hija de Forcis y la más joven de las gorgonas, que mataban y petrificaban a los hombres con sólo mirarlas; sus cabellos estaban erizados de serpientes; tenían los dientes cruzados como las defensas del jabalí, las garras de hierro y las alas de oro. Estos monstruos tenían su morada en los confines de Iberia, a poca distancia del jardín de las hespérides. Forcis tuvo otras hijas, hermanas mayores de las gorgonas; sólo tenían un ojo y un diente que usaban por turnos, se las llamó grayas. Por éstas empezó su expedición Perseo; les arrebató el diente y el ojo y los guardó hasta que le hubieron indicado las ninfas de los zapatos alados.

De allí llegó hasta Medusa; cuando se acercó a ella se cubrió con el escudo de espejo que había recibido de Palas, también se puso el casco de Plutón y, habiendo visto en su espejo la situación de Medea, le cortó la cabeza de un sólo golpe y la presentó a Palas que le había guiado el brazo. De la sangre que salía de la herida nació Pegaso, el caballo alado, sobre el que montó Perseo y volando a través de la vasta extensión de los aires, tuvo ocasión de probar la virtud de la cabeza de Medusa, antes de su retorno a Polidectes. Andrómeda, hija de Cefeo y Casiopea, había sido atada a una roca y expuesta a orillas del mar de Etiopía, para ser devorada por un monstruo marino en castigo porque su madre tuvo la temeridad de decir que su hija podía disputar en belleza con las nereidas. Perseo, conmovido de compasión y preso de amor, liberó a Andrómeda y después la desposó.

Esta alegoría no presenta más dificultad que las otras; la torre donde Dánae es encerrada es el vaso; Dánae es la materia; Júpiter como lluvia de oro es el rocío aurífico de los filósofos, o la parte fija solar que se volatiliza mientras que la materia pasa del color negro al gris y recae en forma de lluvia sobre la materia que queda en el fondo. Perseo nace de esta conjunción, pues como dice el autor del Rosario: el matrimonio y la concepción se producen en la podredumbre en el fondo del vaso y el parto se hace en el aire, es decir en la cima. Es por lo que Acrises es llamado abuelo de Perseo, de α˝γρεις, cima, colmo. En consecuencia, Senior dice: Como vemos, dos rayos de sol llueven sobre la ceniza muerta, que revive de la misma manera que una tierra árida parece renacer cuando es regada. Eso es el hermano y la hermana que se hacen esposos por la destreza de la preparación, y después de que la hermana ha concebido se elevan y suben hacia lo alto de las casas de las montañas; he aquí el rey del que hemos hablado, que ha sido engendrado en el aire y concebido en la tierra.

Arnaldo de Vilanova nos enseña cuál debe de ser la educación de Perseo: Hay un tiempo determinado para que Dánae conciba, de a luz y nutra a su hijo. Así, cuando la tierra áurea conciba atended con paciencia al parto. Cuando el hijo (Perseo) haya nacido nutridle de manera que se haga vigoroso y suficientemente fuerte para combatir a los monstruos y que pueda exponerse al fuego sin temer sus ataques. Es en este estado que se encuentra armado con la cimitarra de Mercurio, el escudo de Palas y el casco de Plutón. Podrá exponerse al ataque de Medusa y hará nacer a Crisaor de la sangre que saldrá de la herida, es decir, que habiéndose vuelto polvo de proyección vencerá a los azufres impuros y arsenicales que infectan a los metales imperfectos y los transmutará en oro, pues Crisaor viene de χρυσός, oro. Los símbolos de estos azufres malignos, venenosos y mortales son las gorgonas, que también se las representa bajo figuras monstruosas, los cabellos entrelazados de serpientes, con alas doradas y teniendo su morada al lado del jardín de las hespérides.

Edición

VER: https://www.edicionesobelisco.com/libros-de-biblioteca-esoterica/193-concordancia-mito-fisico-cabalo-hermetica.html

 

Notas

[1]. Se puede consultar una reseña biográfica en la revista LA PUERTA, nº 58, Mitología Oculta, Arola Editors, Tarragona, 2000, p. 77.

[2] . Tenemos al alcance una traducción al castellano de Santiago Jubany en ed. Indigo, Barcelona, 1993.

[3] . Estas dos obras serían reeditadas en 1786 en la misma casa de París: Chez Delalain l’ainé Libraire, calle Saint Jacques, 240.

[4] . En la versión de 1786, editada de nuevo en facsímil en ed. La Table d’Emeraude, París 1982, p.245, que ha sido utilizada para esta traducción.

[5] . Op., cit. Discurso preliminar, tomo I, p. 2.

[6] . El Amor de los Dioses, ed. Alta Fulla, Barcelona, 1999, p. 22; y La Cábala y la Alquimia en la tradición espiritual de occidente, Mandala, ed. José J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 2002, p. 384.

[7] . Op., cit., tomo I, p. 242-243.

[8] . Les Arcanes Très Secrets de Michaël Maïer, ed. Beya asbl. Grez-Doiceau, 2005. www.beyaeditions.com. También se puede encontrar una traducción al castellano en el blog:  humanadivinitas.blogspot.com.

[9] . Op., cit. tomo. II, p. 5.

[10] . Op., cit. Discurso preliminar, p. 7.