Interpretación, párrafo a párrafo, del sentido cabalistico del famoso cuento de Perrault, realizada por EMMANUEL D’HOOGHVORST, y aparecida en «El Hilo de Penélope I». Traducción: J. Lohest-Hooghvorst.

blanc.d00.Perrault_RiqueteIntroducción 

Los antiguos enseñaron que por la transgresión de nuestros primeros padres, el Nombre Divino fue dividido en dos partes. Las dos primeras letras se separaron de las dos últimas. Desde entonces, estas dos partes que están vivas, se buscan eternamente, errando por los mundos. La obra de la cábala es reunirlas, también se la denomina obra mariana o mesiánica.

Los antiguos enseñaron que por la transgresión de nuestros primeros padres, el Nombre Divino fue dividido en dos partes. Las dos primeras letras se separaron de las dos últimas.

Las dos primeras letras, IH, forman la palabra Iah. Esta palabra está en el cielo donde sueña eternamente, siempre insatisfecha. En hebreo, está formada por dos letras la iod y la he.

Las dos últimas letras son la V y la H. Su pronunciación es hu, lo que en hebreo significa, «él», es decir, vav y he. Se encuentran en este mundo de exilio con el hombre que posee el sentido y la palabra, pero extraviados y reducidos a las dimensiones del exilio. Las dos primeras son un ser insensato que se sueña y se piensa sin conocerse. Las dos últimas son un ser afeado por la concupiscencia de lo sensible en exilio.

Tales son el cielo y la tierra que debemos reunir para formar el reino, y los cristianos dicen en sus plegarias: «hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo… » para no hacer de ellos más que una única cosa. Por esta razón encontramos en el Deuteronomio VI, 4: «Escucha, Israel, IHVH nuestro Dios, IHVH es uno».

Tales son el cielo y la tierra que debemos reunir para formar el reino, y los cristianos dicen en sus plegarias: «hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo… » para no hacer de ellos más que una única cosa.

Esto no significa que esté solo sino que viene a ser como si se dijera: deja a los demás pueblos venerar a un Dios inaccesible en el cielo o prosternarse ante un ídolo terrestre impotente. Tu Dios, el tuyo, Israel, es la unión del cielo y de la tierra, por ello es uno, porque está reunificado.

En las ediciones tradicionales judías, la última letra de la primera palabra «escucha», en hebreo shemá es una ain, impresa de mayor tamaño que las demás. Igualmente, la última letra de la palabra «uno», en hebreo ehad, es una dalet (d) y también es mayor que las demás letras. Los escribas quisieron hacer resaltar estas dos letras: reunidas, forman la palabra ed, testigo, para indicar que el verdadero israelita es el testigo de esa unidad reencontrada. Estos son los testigos de Jehová.

Esperamos que se comprenda mejor, después de recordar esta enseñanza, la historia de Riquete del Copete y de su bella novia, y como el amor, reuniéndolos,

Esperamos que se comprenda mejor, después de recordar esta enseñanza, la historia de Riquete del Copete y de su bella novia, y como el amor, reuniéndolos, les devolvió a ella el sentido y a él la belleza. Este cuento es un midrás destinado a los niños para decirles a qué se parece la cosa. Los niños no necesitan explicaciones pues son inteligentes y lo comprenden todo en seguida. Pero los mayores han ido a la escuela y siempre hay que explicarles las cosas. Así pues, el estudio que vamos a leer les está destinado.

Riquete del Copete: cuento y comentario

«De fino amor viene sentido y razón». (T. de Champagne, rey de Navarra, 1201–1253)

Érase una vez una reina que dio a luz un hijo tan feo y contrahecho, que durante mucho tiempo se dudó si tenía forma humana.

Comentario: Este hijo era, pues, de alta cuna. El recuerdo de su origen elevado permanece en él. He aquí a Riquete: deseo de arte soñando.

Un hada que estuvo presente en su nacimiento aseguró que no dejaría de ser agradable, pues tendría mucho ingenio; añadió incluso que podría, en virtud del don que ella acababa de concederle, dar tanto ingenio como él tuviese a la persona a quien más quisiera.

Comentario: El Arte tiene su hada aparecida en el momento de una primera y secreta iniciación llamada nacimiento en este caso. Esta hada decide el lote, la orden que da se revela desde el principio del cuento: Riquete no errará en busca de una esposa; dándole el sentido la liberará de un sueño vacío. En efecto, no hay conocimiento sin el sentido que posee Riquete.

Todo esto consoló un poco a la pobre reina, que estaba muy afligida por haber traído al mundo tan feo monigote. También es verdad que, en cuanto empezó a hablar, el niño dijo mil cosas bonitas y tenía en todos sus gestos un no sé qué de ingenioso, que estaba uno encantado con él. Me olvidaba decir que vino al mundo con un pequeño copete de cabellos en la cabeza, que dio lugar a que lo llamaran Riquete, el del Copete, pues Riquete era el patronímico de la familia.

Comentario: Aunque gentil en palabras, tan feo señor no será bello amante. El pequeño copete de cabellos sobre su cabeza designa el gancho de la letra vav. La palabra vav en hebreo significa anzuelo. (La grafía de letra vav en hebreo evoca la forma de un gancho) El narrador ha expuesto su pensamiento con claridad. Con la palabra, Riquete posee la medida de todas las cosas.

Al cabo de siete u ocho años, la reina de un reino vecino dio a luz dos niñas. La primera que vino al mundo era más bella que el día: la reina se puso tan contenta, que se temió que una alegría tan grande la perjudicara. La misma hada que había asistido al nacimiento del pequeño Riquete del Copete estaba presente y, para moderar la alegría de la reina, le declaró que la princesita no tendría nada de ingenio y que sería tan estúpida como hermosa. Aquello mortificó mucho a la reina; pero unos instantes más tarde sintió una pena mucho mayor, pues resultó que la segunda hija que dio a luz era extremadamente fea. «No os aflijáis tanto, Señora, le dijo el hada, vuestra hija será compensada por otro lado y tendrá tanto ingenio, que apenas se darán cuenta de que le falta la belleza.

-Dios lo quiera, respondió la reina. ¿Pero no habría medio de poder dar un poco de inteligencia a la mayor, que es tan hermosa?

-No puedo hacer nada por ella, Señora, en lo tocante al ingenio, le dijo el hada, pero lo puedo todo en lo tocante a la belleza; y como no hay nada que no quiera hacer para satisfaceros, voy a otorgarle el don de poder volver hermoso o hermosa a la persona que le guste.»

Comentario: Hay dos hijas, también de alto linaje, pero la primera es muy distinta de la segunda.Cuando nace la primera el hada dice también el destino: ser bella pero estúpida. Este estupor indica precisamente un espíritu desprovisto de sentido. De errar, tal naturaleza, en su sueño no se alegra. Su destino de amor será borrar la fealdad dando la belleza a quien le plazca.Los griegos conocían bien a esta hermosa doncella: en sus Misterios, la denominaron Hué, que significa «¡Llueve!».Pero entretanto, soledad no engendra ni sentido para ella, ni belleza para él.Respecto a la segunda hija, fea pero sensata, no tendrá destino de amor. Leamos que adquirió razón en este bajo mundo por la experiencia de la vida de los sentidos. Pero el cuento ya no hablará de ella, ya que no tendrá futuro en el Arte. Su esperanza de belleza se ha helado en los tétricos sentidos vulgares. He aquí por qué el cuento la define fea.

Admiremos también la alusión al número siete. De un primer tiempo medido por siete nació este Hué; es el número del alma del mundo. Del mismo modo, toda creación ligando su mundo nace de una semana mágica como lo ha mostrado con claridad el sabio Moisés. Se observará la indicación voluntariamente imprecisa: «al cabo de siete u ocho años». La historia explicada transcurre en una época indeterminada y esta imprecisión temporal está en conformidad con el estilo del narrador. Si el número siete marca el tiempo de la creación y se refiere al alma del mundo, el número ocho se refiere al Mesías que aparece, según la tradición, el octavo día.

A medida que fueron creciendo las dos princesas, sus perfecciones crecieron también con ellas, y en todas partes no se hablaba más que de la belleza de la mayor y de la inteligencia de la menor. También es verdad que sus defectos aumentaron mucho con la edad. La menor se volvía más fea a ojos vistas y la mayor se volvía cada día más estúpida. Y así, o no contestaba a lo que le preguntaban o decía una tontería. Además era tan torpe, que no hubiera podido colocar cuatro porcelanas en el revellín de una chimenea sin romper alguna, ni beber un vaso de agua sin echarse la mitad en el vestido.

Comentario: Al mencionar la estupidez de esta bella princesa, se alude a su insensibilidad. Hué se calla en un sueño eterno mientras permanece en el Aire estrellado, separado de sus «santas especies».En cuanto a la menor, se adivina de donde le vinieron fealdad y razón.

Aunque la belleza es una gran ventaja para una joven, sin embargo la menor casi siempre tenía superioridad sobre la mayor en sociedad. Al principio se dirigían al lado de la más hermosa para verla y admirarla, pero al poco rato se desviaban a la que tenía más ingenio para oírla decir mil cosas agradables; y era sorprendente ver cómo, en menos de un cuarto de hora, no quedaba nadie junto a la mayor, y todo el mundo se había colocado en torno a la menor. La mayor, aun siendo tan estúpida, lo notó perfectamente y hubiera dado sin sentirlo toda su belleza por tener la mitad del ingenio de su hermana. La reina, por más prudente que fuera, no pudo menos de reprocharle un día varias veces su tontería, con lo que la pobre princesa pensó morir de dolor.

Comentario: Bello Arte ideal atrae primero a sus amantes, pero nadie sabe la manera de éste. La que dice «mil cosas agradables» es pues más atractiva. Sin embargo, este sentido del mundo no ha conocido más que el exilio, y la menor habla sin haber cocido.La mayor se cansa de soñar su decir sin medida: no es más que el pensamiento de un vacío.

Un día en que la princesa se había retirado a un bosque para llorar su desgracia, vio que se le acercaba un hombrecillo muy feo y muy desagradable, pero magníficamente vestido. Era el joven príncipe Riquete del Copete, que, habiéndose enamorado de ella por los retratos que circulaban por todo el mundo, había abandonado el reino de su padre para tener el placer de verla y de hablar con ella. Encantado de encontrarla así sola, la aborda con todo el respeto y la cortesía imaginable. Habiendo notado, después de hacerle los cumplidos de rigor, que estaba melancólica, le dijo: «No comprendo, Señora, cómo una persona tan hermosa como vos pueda estar tan triste como parecéis; porque, aunque puedo alabarme de haber visto infinidad de personas hermosas, puedo decir que jamás he visto a nadie cuya belleza se iguale a la vuestra».

Comentario: Seguridad de amor prometido les guía a uno y otro en este bosque secreto. Allí Riquete encontró este Hué, su prometida. ¡Cuánto la desea, este feo sentido! La bella acude a su vez, no por deseo de un sentido vil, como su hermana, sino por amor de palabras finas.

-Eso lo diréis vos, Señor, le respondió la princesa, y no pasó de ahí.

-La belleza, prosiguió Riquete del Copete, es una ventaja tan grande, que debe de suplir todo lo demás. Y, cuando se la posee, no veo nada que pueda afligiros mucho.

-Me gustaría más, dijo la princesa, ser tan fea como vos, y tener ingenio, que tener la belleza que tengo, y ser tan tonta como soy.

-Señora, no hay nada que demuestre tanto que se tiene inteligencia como creer no tenerla, y pertenece a la naturaleza de este don que, cuanto más tiene uno, más cree carecer de él.

-Eso no lo sé, dijo la princesa; lo que sí sé es que soy muy tonta, y de ahí viene la pena que me mata.

-Señora, si lo que os aflige no es más que eso, puedo fácilmente poner fin a vuestro dolor.

-¿Y cómo lo haréis?, dijo la princesa.

-Señora, dijo Riquete del Copete, tengo el poder de dar tanto ingenio como se pueda tener a la persona a quien más ame, y como sois vos, Señora, esa persona, no depende más que de vos el tener tanto ingenio como se pueda tener, con tal que queráis casaros conmigo.

Comentario: Cada uno de ellos desea lo que le falta y la bella queda prendida en el gancho de las palabras de Riquete. No carece de talento para entrampar la doncella: ¡Oh, Alma-Idea, dice aquí este amante exiliado, sentido te daré, tal será tu bella dote festejada; eres este Hué lavando mi edad vil de su triste hielo! ¡Oh, desafío celeste a la edad de hierro! ¡Oh, idea creando vida! Illuminati gustaverunt etiam donum coeleste. «Iluminados, también han saboreado el don celeste» (Hebreos VI, 4).

La princesa se quedó cortada y no respondió nada. «Veo, prosiguió Riquete del Copete, que la proposición os desagrada, y no me extraña; pero os doy un año entero para decidiros.» La princesa tenía tan poco ingenio y al mismo tiempo tenía tantas ganas de tenerlo, que pensó que el fin de ese año no llegaría nunca; de modo que aceptó la proposición que se le hacía. Apenas hubo prometido a Riquete del Copete que se casaría con él dentro de un año, tal día como aquel, cuando se sintió completamente distinta de lo que era antes; notó que tenía una facilidad increíble para decir todo lo que le apetecía y para decirlo de una manera fina, suelta y natural. Desde aquel momento entabló una conversación elegante y sostenida con Riquete del Copete, donde brilló con tal fuerza, que Riquete del Copete pensó que le había dado mucho más ingenio del que se había reservado para sí mismo.

Comentario: Un año = un ciclo.Soñar no era cocer en noviazgo de una bella y de una palabra sabia. He aquí la gallina incubando su gallo y la doncella se educa de su Riquete. Una bella ha caído, entrampada en gramática de amor. Es la escuela del bello lenguaje tan cara a Virgilio y a Dante.

Cuando regresó al palacio, toda la corte no sabía qué pensar de cambio tan súbito y tan extraordinario, porque igual que la habían oído antes decir impertinencias, ahora la oían decir cosas muy sensatas e infinitamente ingeniosas. Toda la corte sintió una alegría como no se puede imaginar; sólo la menor no se alegró de ello, porque, al no tener ya sobre su hermana mayor la ventaja de la inteligencia, parecía a su lado una mona muy desagradable.

Comentario: Este palacio, es la corte de amor cortés donde, a partir de ahora, nuestra bella «dirá cosas sensatas e infinitamente ingeniosas». Respecto a la menor cuya fealdad indica la vileza del sentido, perderá «la ventaja del ingenio» e irá desapareciendo de nuestro cuento, pues el hada, como ya hemos dicho, no le ha fijado ningún destino de amor.

El rey se guiaba por su parecer y hasta a veces iba a celebrar consejo a sus aposentos. Habiéndose propagado el rumor de aquel cambio, todos los jóvenes príncipes de los reinos vecinos hicieron lo posible por conseguir su amor, y casi todos la pidieron en matrimonio; pero ella no encontraba ninguno que tuviera bastante ingenio, y los escuchaba a todos sin comprometerse con ninguno. Sin embargo, llegó uno tan poderoso, tan rico, tan inteligente y tan bien plantado, que no pudo menos de experimentar inclinación hacia él. Su padre, al darse cuenta de ello, le dijo que la dejaba elegir esposo y que no tenía más que declarar su voluntad. Como cuanto más ingenio se tiene más trabajo cuesta tomar una resolución firme sobre ese asunto, después de darle las gracias a su padre, le rogó que le diera tiempo para pensarlo.

Comentario: Este rey alojado allí pidiendo sabios consejos no es otro que el Fuego de los cabalistas a la espera de una bella palabra que suena claro, y madurado por una larga paciencia.Muchos amantes se han prendado de ella, pero la gallina incubando, se reserva su amor. ¡Qué trampa estar ligada en sal de Sapiencia!

Fue por casualidad a pasearse por el mismo bosque donde se había encontrado con Riquete del Copete, para pensar más a gusto en lo que tenía que hacer. Mientras se paseaba, pensando profundamente, oyó un ruido sordo bajo sus pies, como de varias personas que van y vienen y se agitan. Habiendo prestado oído más atentamente, oyó que alguien decía: «tráeme esa olla». Otro: «dame esa caldera». Otro: «echa leña al fuego». Al mismo tiempo se abrió la tierra, y vio bajo sus pies algo así como una gran cocina llena de cocineros, marmitones y toda clase de encargados necesarios para organizar un magnífico banquete. Salió de ella un grupo de veinte o treinta asadores, que fueron a acampar en una avenida del bosque alrededor de una mesa muy larga, y que, con la aguja de mechar en la mano y el rabo de zorro cayéndoles sobre la oreja, se pusieron a trabajar al compás de una armoniosa canción.

Comentario: La cocción acabada en su tarro, el Año nuevo se revela desde una hendidura en la tierra. Un nuevo ciclo comienza. Desde esta hendidura olorosa la Síbila de Cumas anunció la edad de oro en su época: Ultima Cumaei venit jam carminis aetas. Magnus ab integro saeclorum nascitur ordo. «He aquí que se aproxima la edad última anunciada por el poema de Cumas. El gran orden de los siglos renace íntegramente». (Virgilio, Bucólicas IV, 4 y 5). Una sal de alegría liga en gozo este canto donde pasa el Arte «en una avenida del bosque». «Un pozo musical» (cf. Números XXI, 17) manifiesta su miel reservada para el banquete de bodas.

Riquet_DoréLa princesa, extrañada por el espectáculo, les preguntó para quien trabajaban. «Es, Señora, le respondió el más notable del grupo, para el príncipe Riquete del Copete, cuya boda se celebrará mañana.» La princesa, aún más sorprendida de lo que había estado, y acordándose de pronto de que hacía un año, tal día como aquel, había prometido casarse con el príncipe Riquete del Copete, se quedó de una pieza. El hecho de que no se acordara se debía a que cuando hizo aquella promesa era tonta y, al adquirir el nuevo ingenio que el príncipe le había concedido, había olvidado todas sus tonterías.

Comentario: ¡Qué tarro, de donde se educó la espera de un largo deseo!

No había dado treinta pasos siguiendo su paseo, cuando se presentó ante ella Riquete del Copete, elegante, magnífico y como un príncipe que va a casarse.

-Señora, dijo él, aquí me tenéis puntual en mantener mi palabra y no dudo de que vos hayáis venido aquí para cumplir la vuestra y hacerme, dándome vuestra mano, el más feliz de todos los hombres.

-Os confesaré francamente, respondió la princesa, que todavía no he tomado una decisión y que no creo poder nunca tomarla como vos la deseáis.

-Me sorprendéis, Señora, le dijo Riquete del Copete.

-Lo creo, dijo la princesa, e indudablemente, si tuviera que vérmelas con un hombre malcriado y sin ingenio, me vería en una situación muy embarazosa. Una princesa no tiene más que una palabra, me diríais, y tenéis que casaros conmigo, puesto que me lo habéis prometido; pero como la persona con quien hablo es el hombre más ingenioso del mundo, estoy segura de que sabrá atenerse a razones. Vos sabéis que, cuando era tonta, a pesar de todo no podía decidirme a casarme con vos: ¿cómo queréis que con el ingenio que me habéis dado, y que me hace todavía más exigente de lo que era en materia de gente, tome hoy una resolución que no pude tomar en aquel momento? Si pensabais de verdad en casaros conmigo, habéis cometido el gran error de sacarme de mi necedad y hacer que vea más claro de lo que veía.

Comentario: He aquí el final de nuestro cuento: Este feo novio se regenera por este Hué. ¡Oh!, el encuentro de la esposa vista, atraída por lo que le falta: la medida de las palabras. Desde el primer diálogo, fue la promesa de este cara a cara. Un necio pensará: ¡este encuentro no es más que el sueño del sentido tan solitario! ¡El sentido que te perdió en destino bestial, no soñó! le responde una sal de Sapiencia. Esta doncella vislumbrada es el Paraíso de Riquete. Éste viene cuando la edad lo permite. He aquí los raros misterios del sentido regenerado. Roma en su prédica no hubiera creído en el Arte mágico: Riquete en su dama riendo, sepultado.

Si a un hombre sin ingenio, respondió Riquete del Copete, se le admitiría, como acabáis de decir, que os reprochara vuestra falta de palabra, ¿por qué queréis, Señora, que no haga lo mismo yo en un asunto del que depende toda la felicidad de mi vida?, ¿es razonable que las personas que tienen ingenio estén en peores condiciones que las que no lo tienen?, ¿podéis pretenderlo vos, que tanto tenéis y que tanto deseasteis tener? Pero, si os parece, vayamos al grano. Exceptuando mi fealdad, ¿hay algo más en mí que os desagrade?, ¿estáis descontenta de mi nacimiento, de mi inteligencia, de mi carácter y de mis modales?

-De ningún modo, respondió la princesa, en vos me gusta todo lo que acabáis de decirme.

-Si es así, prosiguió Riquete del Copete, voy a ser feliz, ya que vos podéis convertirme en el más agradable de todos los hombres.

-¿Y cómo puede hacerse eso?, le dijo la princesa.

-Eso se hará, respondió Riquete del Copete, si me amáis lo suficiente como para desear que así sea; y para que no dudéis más, Señora, sabed que la misma hada que el día de mi nacimiento me concedió el don de poder hacer inteligente a la persona que me gustase, también os concedió a vos el don de poder hacer hermosa a la persona a quien vos quisierais conceder esa gracia.

Comentario: Reflexionando profundamente en todo esto, el lector encontrará en nuestro cuento muchas cosas curiosas. Se acordará también del texto de Zoroastro que nuestro maestro Louis Cattiaux creyó oportuno poner como epígrafe de su Mensaje Reencontrado: «De este perfume viene, avanzando hacia él su propia naturaleza, bajo la forma de una joven, bella, brillante, de noble raza, ilustre, más brillante de cuerpo que las más brillantes criaturas». Riquete del Copete, ¿no es también una imagen del Merlín profeta de los antiguos caballeros? Era hijo del diablo y amante de la bella Viviana, la bien nombrada.Cuando nació este niño: «las comadres se asustaron mucho porque era más peludo de lo que jamás fue ningún recién nacido […] y cuando le vio, su madre se santiguó». ¿Y dónde encontró a su Viviana? en un lugar boscoso, el bosque de Broceliando: «un día que estaba sentada al borde de una fuente clara cuyas piedrecillas relucían como plata fina». Al punto, comenzó a enseñarle sus artes de magia […] «cuyas palabras ella escribía sobre un pergamino». Se volvió tan sabia que consiguió encerrar para siempre jamás a Merlín, su amigo, en un aposento de amor del que nunca más volvió.

Si es así, dijo la princesa, deseo con todo mi corazón que os convirtáis en el príncipe más hermoso y más agradable del mundo. Y os concedo el don en la medida en que esté en mi mano.

Comentario: Creemos que ya no es necesario comentar la continuación de nuestro cuento.

En cuanto la princesa pronunció estas palabras, Riquete del Copete apareció a sus ojos como el hombre más hermoso, mejor plantado y más agradable que ella hubo visto jamás. Hay quien asegura que no intervinieron para nada los encantamientos del hada, sino que sólo el amor realizó aquella metamorfosis. Dicen que la princesa, después de haber meditado sobre la perseverancia de su amante, sobre su discreción y sobre todas las buenas cualidades de su alma y de su espíritu, dejó de ver la deformidad de su cuerpo y la fealdad de su rostro; que la joroba solo le pareció el porte de un hombre con aires de importancia y que, así como hasta entonces lo había visto cojear horriblemente, no le encontró más que cierto andar inclinado que la encantaba; también dicen que sus ojos, que eran bizcos, le parecieron por ello más brillantes, que su defecto pasó en su mente por la marca de un violento exceso de amor, y finalmente que su gruesa nariz roja tuvo para ella algo de heroico y marcial. Sea como fuere, la princesa le prometió al instante casarse con él siempre que él obtuviera el consentimiento del rey, su padre. El rey, que se había enterado de que su hija estimaba mucho a Riquete del Copete, a quien conocía además por ser un príncipe muy inteligente y muy prudente, lo aceptó con sumo placer por yerno. Al día siguiente se celebró la boda, tal como lo había previsto Riquete del Copete y según las órdenes que había dado hacía mucho tiempo.

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