Resumen de la primera sesión del «Seminario del Pensamiento Hermético», realizada en del Ateneu Barcelonès el día 22 de octubre de 2021.

Entrada de carruatges del Ateneu Barcelonès

Para empezar, podría decirse que existen dos hermetismos, el filosófico, que procede de los escritos del llamado Corpus hermeticum y que deviene una especie de neoplatonismo en el siglo XV, y el alquímico, que se basa en la Tabula Smaragdina. Más adelante hablaremos sobre ello.

La necesidad del pensamiento hermético en la actualidad 

Frente a tanto racionalismo aparece una necesidad de disciplinas tales como el pensamiento mágico, analógico, el chamanismo, el tarot o la astrología, entre otras. Sin embargo, en el s. XVII en Europa hubo una disputa de gran nivel que ganó el racionalismo y que provocó el olvido de las ciencias herméticas que habían florecido durante el Renacimiento.

Todas las disciplinas herméticas, por separado, tienen poco fundamento por lo que muchas veces se convierten en un juego adivinatorio. Pero cuando se reúnen, conforman un sistema interconectado e interesante que llamaremos pensamiento hermético.

En la actualidad debemos volver a recordar que existen sistemas de conocimiento que no son exclusivamente racionales o científicos.  Podemos conocer a través de los sentimientos y lo espiritual, y la creación artística, por ejemplo. En relación a la importancia del lenguaje en el conocimiento. Husserl, Heidegger y sobre todo Wittgenstein concluyeron que sobre lo que no se puede decir, no se puede pensar. Es decir, que sólo podemos conocer aquello para lo que poseemos mecanismos mentales de conocimiento. Si yo pienso el mundo, lo pienso como un objeto pero a partir de un sujeto, el yo, y lo que no pueda aprehender como sujeto, no lo conoceré. De ahí que defendamos que, si no se puede decir la cosa, no se sabe. En este sentido, los animales no tienen conocimiento más allá de lo instintivo.

En la tradición hindú existe la idea de atman, el yo, y brahman, la unidad cósmica, y el yogui debería hacer coincidir estas dos realidades en una. Es entonces cuando aparece la sabiduría, que no es una suma de conocimientos. Es sabiduría porque lo interior y lo exterior se han unido. Buscar los vínculos entre los dos mundos (espiritual y físico) es una sabiduría profunda que en la época medieval muchas mujeres iletradas tenían y por lo que fueron perseguidas.

Otro aspecto lo encontramos en Grecia, en Delfos, en el santuario dedicado a Apolo, donde se hallaba el oráculo de la Sibila. La civilización griega, tan apreciada en la actualidad por su capacidad filosófica y racional, era también mágica, y mucho. En el frontón del templo de esta ciudadmse encontraba grabada la famosa frase gnóthi seautón, es decir, conócete a ti mismo, pero en su interior, antes de penetrar en el antro de la Sibila estaba escrito lo siguiente:

“Te advierto, quienquiera que fueres, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.

Es decir, en la medida que me conozca a mí mismo, conoceré el universo y los dioses y aquí es donde aparece la ciencia hermética, lo hermeticamente cerrado como el vaso de los alquimistas. Es hermético  porque es interior, pero esto no quiere decir que sea subjetivo. El hermetismo proclama que si no conozco el microcosmos, es decir, el hombre, no conoceré el macrocosmos, es decir el universo. Esta es la base de la magia, conocer los vínculos que unen las distintas partes del universo.

Para algunos sabios del Renacimiento, otra época de cambios, la magia fue propuesta como la ciencia de la naturaleza en la que todo estaba vinculado. Pico decía que la magia era la ciencia de casar los mundos. El hermetismo está conectado con la magia, la alquimia, la astrología y es lo que permite ligar todas estas disciplinas, en el conocimiento del microcosmos y también del macrocosmos. San Jerónimo escribió que el reino de Dios estaba dentro de nosotros. No está fuera. Esto es el conocimiento. Pero a partir del XVII toda esta sabiduría quedó relegada a las enciclopedias, a los museos o a las sociedades secretas, que son unos museos de símbolos, en favor del pensamiento racional.

Sin embargo, hay un ámbito donde pervive este pensamiento y es en la creación artística. No existe una explicación racional para decidir si una obra es bella o no. Las respuestas a estos aspectos del ser humano se ocultan al racionalismo y las hallaremos en el hermetismo. El descubrimiento del psicoanálisis fue un hito del s. XIX, la ciencia de la psique, la ciencia del alma, aunque al final se convirtiera en la ciencia del subconsciente.

Evidentemente no se debe despreciar el racionalismo, René Guénon, que es una autoridad en estos temas, exigía el máximo rigor al tratarlos. De alguna forma este francés matemático limpió el esoterismo decimonónico y supersticioso, ligándolo con el exoterismo. Decía que no podía haber esoterismo sin exoterismo y por eso se convirtió al islam.

Este autor se preguntaba: “¿Por qué se encuentra tanta hostilidad, más o menos confesada, respecto al simbolismo?” Y se respondía: “Ciertamente, porque es un modo de expresión que se ha convertido en algo completamente ajeno a la mentalidad moderna, y porque el hombre está naturalmente inclinado a desconfiar de aquello que no entiende… el simbolismo es todo lo contrario de lo que le conviene al racionalismo y todos sus adversarios se comportan, algunos sin saberlo, como auténticos racionalistas”.

El racionalismo es un sistema de conocimiento pero no el único. La poesía es también un sistema de conocimiento de nuestro espíritu. Existe la reflexión poética como decía Heidegger o Zambrano. Y si Guénon decía que el esoterismo tiene que estar apoyado en una tradición milenaria, era para no caer en un subjetivismo sin contenido trascendente. Conocía y analizó diferentes tradiciones como el sufismo, el budismo y los upanishads, entre otras, sus fuentes eran excelentes y por otro lado criticó duramente los ocultismos, que también conocía muy bien

Este crítico feroz de cualquier forma espiritual que no se ciñera la tradición, curiosamente alabó un libro de un pintor parisino llamado El mensaje reencontrado. Su autor se llamaba Louis Cattiaux, un pintor que vivió en el París de la época de Breton y los surrealistas, y que finalmente dejó de pintar para dedicarse a escribir el libro que puede servirnos para vincular los elementos del pensamiento hermético que sin un contexto común podrían quedar un poco sueltos.

Y aquí reside el problema, la especialización, la ausencia de transversalidad, dificultan encontrar el núcleo de este pensamiento pues de lo contrario iremos dando tumbos por la periferia. Quien lo encuentra, en general calla. Este es otro problema. Todo es equívoco en estos temas. Los alquimistas utilizan nombres ficticios en sus obras y parecen ignorantes pero son los únicos que poseen el núcleo esencial y substancial de los tres componentes del ser humano: cuerpo, alma y espíritu. Cuando hablamos de hermetismo éste no tiene que ver solo con la realidad espiritual sino con todo el compuesto. Esto es fundamental pues la piedra de los filósofos es tangible. En relación a ello recomendamos un cuento de Borges llamado La rosa de Paracelso 

Lo divino está en el ser humano y acceder a la sabiduría consiste en el despertar de este sentido, pues, insistimos, se trata de un sentido,  que permanece oculto y dormido sin una iniciación. Sin transformación profunda, no hay sabiduría. Nada de lo que hacemos es decisión nuestra, aunque creamos que somos libres, no lo somos, estamos conducidos por fuerzas que no conocemos y en algunos casos mejor que no las conozcamos.

La sabiduría hermética es personal e intransferible y nada tiene que ver, en principio, con movimientos sociales. No hay sociología en el hermetismo, aunque este pensamiento haya podido influir en la sociedad en determinados periodos, pero esto sería una consecuencia.

La creación artística (Adenda 1)

Elena Díaz-Morera Ventós

La expresión artística es quizás uno de los ámbitos en los que se produce más claramente la magia. Recuerdo la primera vez que me senté frente a un cuadro de Mark Rothko en la Tate Gallery de Londres. Había leído y visto varios libros sobre su obra, pero situarse frente a uno de sus lienzos es acceder a ingredientes que no se procesan pro la vía cognitiva. Es una mezcla de estremecimiento y luz nueva; como si alguien dirigiera una linterna a una zona del alma jamás habitada anteriormente. He recuperado algunos de los textos escritos por Rothko en relación a su proceso creativo y al significado de su obra. Él era un artista profundamente preocupado por hacerse comprender y por el devenir de su obra. Decía “la pintura debe ser para el artista, como para cualquier otro espectador posterior, una revelación, una inesperada resolución sin precedentes de una necesidad eternamente familiar”. Reconozco en sus palabras la posibilidad de que, en la observación de la creación artística, se produzca esa comunión o magia entre el microcosmos y el macrocosmos. Y otro fragmento “sin dioses ni monstruos, el arte no puede interpretar nuestro drama: los momentos más profundos del arte expresan esta frustración. Cuándo se abandonaron como supersticiones insostenibles, el arte se hundió en la melancolía.” El arte y la creación artística están profundamente unidos a la espiritualidad, un arte puramente estético no sólo como dice Rothko sume al arte en la melancolía, sino que pone de manifiesto lo peor de nuestra sobrevalorada mente cartesiana, gruesa en su modo de percibir y funcionar, y profundamente simple.

El subjetivismo contingente y el trascendente (Adenda 2)

Earmisen

Al decir pensamiento nos referimos a la parte comunicable respecto a uno mismo del estado de autoconciencia que se formula con el lenguaje o percepción de símbolos y es representación de la percepción del estado de unidad (presencia de: historicidad personal, sedimentación del colectivo y afectividad hacia el humanismo que unifica: percepción y comunión altruista con los otros).

El hacer más allá de la razón causal, manifestación de vida en la comunión con el todo y participación de sensibilidad-emocionalidad sublimada, produce obras que expresan en parte el holismo de la especie humana y que serán perceptibles por cualquier persona (todos tienen en la parte no manifestada a nivel de intuición-conciencia del todo) y podrá decirse que es una obra de arte (creación poética) al ser reconocida por la percepción personal como intuición de la universalidad.

El profeta es el que ha conectado con la conciencia de la percepción del todo y le dá forma con los medios de que dispone (según el conocimiento del lenguaje: escrito, gráfico o gestual, que tiene).

La organización de los colectivos comporta una jerarquía con doble expresión: la literal sociológica y la sutil (ética y religiosa),ésta última se asegura mediante el miedo a la desaparición por la muerte y la oferta de una vida después de la muerte en que tendrá lo que le puede haber faltado en su vida o por la fe que resuelve la duda del existir ,resolviendo la angustia con un referente no cuestionable, desplazando la conciencia del yo a una externalidad cultural-religiosa que permite recuperar la unidad personal que será vivida por las emociones y sentimientos sin rupturas.

Subjetividad contingente es la percepción referida a un proceso interno que no produce ningún cambio o evolución de conciencia.

Subjetividad trascendente es la percepción que implica un cambio o evolución de la conciencia.

El pensamiento hermético es el discurso interno referido a la vivencia trascendente.

Tres autores a tener en cuenta: Eliade, Guénon y Panikkar

 

MIRCEA ELAIDE fue el gran historiador de las religiones del siglo pasado, su obra es muy extensa y recoge las distintas manifestaciones espirituales de todos los pueblos y épocas, aquí centramos en la reflexión sobre «Lo oculto y el mundo moderno»

RENÉ GUÉNON no fue académico ni lo pretendió, para él la tradición sagrada debía recuperarse desde el interior y apartar los falsos esoterismos y hermetismos, su obra también es muy extensa pero aquí resaltamos una discusión aparecida en el libro Apercepciones sobre la iniciación donde diserta sobre el simbolismo y la filosofía.

RAIMON PANIKKAR fue un sacerdote católico y un estudioso del fenómeno interreligioso de primer nivel. Hemos seleccionado un fragmento de su libro, La plenitud del hombre, en el cual Raimon Arola escribe una breve introducción para fijar el paralelismo entre su pensamiento y la idea de hermetismo, Raimon Panikkar y el hermetismo.

“El Mensaje Reencontrado”: diferencia entre la razón humana y a la divina

(Escogidos entre la primera parte del libro, del uno al veinte)

Pintura de Louis Cattiaux conocida como «El sabio oculto»

5, 50 Nuestra llana razón nos priva de la evidencia de la ciencia divina.

6, 11 Nuestra razón es el muro que nos hace dudar del cielo. El absurdo es el que nos hace renunciar al exilio sobre la tierra.

8, 50 El que quiere llegar hasta Dios debe abandonar todos los prejuicios del mundo y todas las certezas de la razón humana, para no seguir más que la naturaleza iluminativa oculta en las tinieblas de la creación primordial.

10, 5 La fe ciega obtiene de Dios lo que la razón no se atreve a concebir.

11, 30 Dios vive y se mueve más allá de toda razón humana.

13, 16 Cuando nuestra razón, nuestra voluntad y nuestra inteligencia sean aniquiladas por la duración y por la violencia de nuestra búsqueda, la inocencia, la gracia y el amor nos entregarán entonces el secreto tan buscado del Único Esplendor. «¡Oh, pobre idiota!, basta con que calles y dejes de agitarte para que el Perfecto te anime de nuevo en tu perfección primera.»

14, 27 Lo que más enfurece a los pedantes es no poder integrar a los sabios y a los santos en su llana razón de mediocres incurables.

14, 42 Cuando estemos cansados de perseguirle con nuestra razón, debemos decidirnos a atraerlo por la locura de nuestro amor, so pena de extinguirnos para siempre en la ceniza y en el agua muertas.

15, 19 La inteligencia y la razón humana son humildes servidoras, que jamás deben usurpar el puesto de la inspiración y del amor que son los dueños de la casa de Dios.

15, 19″ Dios busca locos para hacer de ellos Sabios. Se burla de la gente razonable. He aquí lo que no gusta a todos. No son conferenciantes sabios lo que necesitamos, sino profetas llenos del Santo Espíritu.

16, 2 ¿Acaso ya no sabemos reconocer el tono de la verdad de Dios ni el lenguaje de la poesía santa? ¿No será porque nuestra miserable razón, nuestra pequeña inteligencia y nuestra segura mediocridad han ahogado en nosotros las voces de la humildad, de la inspiración y del amor, que no engañan a los verdaderos niños de Dios?

16,10 Debemos confrontar las palabras y el pensamiento de los libros santos de la humanidad, a fin de acceder a la unidad trascendente, que hace concordar entre sí a todos los Sabios iluminados de Dios, desde el comienzo hasta el fin. Recordemos, no obstante, que la llana razón de los hombres exiliados se opone racialmente a la inspiración y a la revelación del Señor de luz.

18, 45 Queriendo ir directamente a la luz de vida, corremos el riesgo de extenuarnos contra el vidrio de la razón humana y no sentir la corriente de aire de la inspiración divina que viene de la puerta estrecha, escondida en la sombra de nuestra prisión terrestre.

18, 67 La palabra de Dios primero humilla nuestra razón, luego comunica secretamente su luz al alma antes de iluminar el espíritu, si estamos atentos y somos perseverantes en nuestra búsqueda santa.

19, 3 El Libro habla a la intuición, al amor y a la memoria profunda y no a la inteligencia, a la voluntad y a la razón superficial de los hombres. «Lo que dice el Libro es grande, pero lo que induce en cada uno de nosotros es inconmensurable.»

19, 62 Nuestra razón, nuestro valor y nuestro trabajo son impotentes para abrirnos las puertas de la vida si la bendición y la inspiración divinas no los acompañan.

Una reflexión sobre el hermetismo y la idea de herejía en el cristianismo

Raimon Arola