Tabla de contenidos
Introducción
Antes de abordar los poemas que contiene esta cuidada edición de la Biblioteca La Puerta creemos necesario incidir en la idea del exilio que aparece en el título del libro que los contiene y que el pueblo judío utiliza para referirse a las distintas diásporas que ha vivido al largo de su historia, básicamente a la que ocurrió en el 135 dC, cuando el imperio romano destruyó el segundo templo de Jerusalén y los judíos fueron expulsados de su tierra ancestral.
El cristianismo recogió también la idea de la pérdida de la patria original, pero, en su ecumenismo, la situó en la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Pero simbólicamente se trata de lo mismo: el lugar donde vivimos no es nuestra patria y por ello, el ser humano siente que está “fuera”, que no está en su lugar y la nostalgia del paraíso perdido lo perturba profundamente, aunque a veces ni siquiera sea capaz de discernir lo que le sucede.
Simbólicamente se trata de lo mismo: el lugar donde vivimos no es nuestra patria y por ello, el ser humano siente que está “fuera”, que no está en su lugar y la nostalgia del paraíso perdido lo perturba profundamente
Desde el mundo caído y devastado por el pecado original, Carlos del Tilo escribe unas palabras maravillosas que muestran dos cosas que quizá resulten extrañas al imaginario contemporáneo pero que son fundamentales para comprender qué es la tradición. La primera es la consciencia de que vivimos “fuera” de nuestra auténtica patria, y la segunda, quizá la más importante, es que podemos volver. Todas las tradiciones explican esta idea que el hombre occidental del siglo XXI quiere ocultar bajo la idea de que vivimos en un mundo “casi” perfecto, que es el resultado de la evolución de la razón humana. Gracias a esta gran falacia, pues siempre y todo está por resolver, se ha perdido el deseo de volver pues no se sabe a dónde y el deseo de buscar, pues no se sabe qué. Y estas cosas olvidadas son las que nos recuerdan los poemas de Carlos del Tilo y sus Letanías de lo único necesario.
Caída y redención
Una pintura de Fra Angélico, titulada La Anunciación (1422-1426), muestra la idea de exilio y redención que domina la poesía de Carlos del Tilo y su búsqueda de la regeneración que propone la sabiduría tradicional. En la parte izquierda de la imagen vemos a Adán y Eva expulsados del Paraíso. Llorosos y vestidos con pieles de animales mientras que un querubín les prohíbe volver a su tierra original. En la parte superior del Paraíso, y dentro de un círculo de luz, la mano de Dios Padre envía un rayo de luz, el Dios Espíritu Santo, que penetra en una habitación para fecundar a la Virgen María, quien concebirá al Dios Hijo, imagen de la regeneración del género humano.
Fragmentos de la presentación de Raimon Arola
Entre los años 1995 y 1998 -en torno a los 70 años- Carlos del Tilo (Charles d’Hooghvorst) nos sorprendió a todos los que le conocíamos escribiendo unos textos en forma de poemas, pues nunca antes había explorado esta vertiente literaria. Su obra se consagró al estudio de los temas más significativos de las grandes tradiciones espirituales, tanto en sus aspectos generales como, y, sobre todo, los esotéricos. Pero, y sin motivo aparente, en los años indicados surgieron de su alma unas palabras ordenadas como poemas, a veces cercanas a sentencias proverbiales o a una reunión de aforismos y otras cercanas a unas letanías… Él las denominó, simplemente, Palabras de exilio.
…Estas palabras son el fruto de muchos años de estudio, de traducciones de textos tradicionales, en especial cabalísticos, alquímicos y mitológicos, donde descubría la sabiduría que desde su juventud anhelaba y a la que denominaba, gnosis. En sus poemas no utiliza metáforas poéticas ni versifica, sino que construye símbolos en el sentido más amplio, y ello para describir una gnosis fundamentada en la obra de su amigo Louis Cattiaux y de su hermano Emmanuel.
Estas palabras son el fruto de muchos años de estudio, de traducciones de textos tradicionales, en especial cabalísticos, alquímicos y mitológicos, donde descubría la sabiduría que desde su juventud anhelaba y a la que denominaba, gnosis
…Aquí, la belleza no responde a unas normas ni a unos cánones establecidos, sino que existe por el recuerdo constante que encierran sus palabras. Del Tilo crea una belleza sin prejuicios, pues encontrarla no es un fin sino el resultado de una cierta desnudez guardada en el eterno reposo. Las palabras de Carlos del Tilo, sus poemas, surgen de recorrer un camino que es, al mismo tiempo, belleza y verdad… sus palabras transpiran el amor loco de “Charles dit le Zou”, amaba el objeto de sus estudios y amaba a la humanidad.
Dos poemas del libro
VOZ DE LA LUZ
Escucha la voz
Que susurra
Detrás del velo.
Secreta luz délfica
Que alumbra
Como una música
Si la oyes
En la noche
Afásica
De tu exilio.
MARANATÁ (EL SEÑOR LLEGA)
Maranatá sobre su asno
Camina lentamente
Vil montura Isífora
Para un tal tesoro,
Desconocido del vulgo
Genial incógnito.
Maranatá sobre su asno
A cualquier otro asno parecido
Nadie se fija en él,
Un asno que dice la verdad
Entre esa manada que rebuzna
¿Quién puede oírlo en este concierto?
Maranatá sobre su asno
Poco importa lo que parece
Sólo cuenta el decir
Palabra de Hermes
Muy sabio Hermenéuta
Intérprete del Libro.
Maranatá sobre su asno
Y llegará pronto.
¿Quién lo reconocerá?
¿Y quién lo recibirá
en su morada preparada?
Maranatá sin su asno
Tesoro manifestado
Tiempo de juicio, entonces
Mesiánica separación
Entre ovejas y machos cabríos.
Fragmentos de la presentación de Jeanne d’Hooghvorst
En los últimos años de su vida, a Charles, llamado Zou, le dominaba una idea fija: la de buscar El Único Necesario, pues consideraba que era la única aventura digna del ser humano.
Este pensamiento fue el que propició que compusiera 365 letanías cubriendo así todo el recorrido del ciclo solar, vale decir las 365 facetas, para tener presente cada día la búsqueda de un nuevo aspecto de la única verdad. Las tituló Letanías del Único Necesario.
Este pensamiento fue el que propició que compusiera 365 letanías cubriendo así todo el recorrido del ciclo solar, vale decir las 365 facetas, para tener presente cada día la búsqueda de un nuevo aspecto de la única verdad.
…El único necesario tal vez sea lo más íntimo de cada uno, en el sentido de que es lo que está más adentro, lo más profundo de nosotros mismos y también lo más oculto y desconocido, sobre lo que los filósofos herméticos de todos los tiempos han escrito abundantemente.
…Puedan estas Palabras de Exilio, fruto de su incansable y desaforada búsqueda de la unión secreta, ser un incentivo que nos impulse a buscar lo (el) único necesario, y que ello nos permita ver lo superfluo manifestarse en nosotros claramente.
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