«El encuentro con la fuerza». Artículo aparecido en el suplemento «Cultura’s» de La Vanguardia el 5 de diciembre de 2015 en el que se analiza esta película a partir del pensamiento de Joseph Campbell

blanc.1 1. El encuentro con la fuerza

“Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana”, la frase que abre todas las películas de la saga Star Wars, es también la llave hacia el lugar sin tiempo de la mitología y los cuentos tradicionales. Cuando, en 1949, el estudioso del mito Joseph Campbell publicó El héroe de las mil caras, no sólo introdujo en la cultura popular el término monomito e identificó el viaje del héroe como estructura fundamental de todos los relatos tradicionales, sino que además abrió el camino hacia la utilización de su libro como matriz de construcción de ficciones. Emulando, por una parte, el trayecto solar de Este a Oeste y, por otra, la iniciación a la edad adulta a través de fases sucesivas como la partida del hogar, las pruebas que preceden al encuentro con la diosa, la reconciliación con el padre y el regreso a casa o la fundación de un nuevo hogar, Campbell ofreció a cineastas como George Lucas la posibilidad de disponer de un modelo narrativo capaz de sintetizar un destilado de todas las mitologías.

Campbell ofreció a cineastas como George Lucas la posibilidad de disponer de un modelo narrativo capaz de sintetizar un destilado de todas las mitologías.

Con las primeras imágenes de Luke Skywalker en Star Wars, una nueva esperanza, la película que inauguró la serie, se inicia un recorrido heroico que sigue los pasos de la leyenda griega de Jasón y los argonautas en su viaje en pos del vellocino de oro. Huérfano, criado por sus tíos y capaz de saltar sobre el abismo con la princesa Leia en brazos, Luke es al principio un héroe acrobático, cuya posibilidad de morir queda enterrada junto con el secreto de sus orígenes. Cuando descubre que su mayor enemigo, Darth Vader, es asimismo su padre —“I am your father”, le confiesa en El imperio contraataca—, la siniestra figura paterna se revela también como el arquetipo junguiano de una sombra cuya oscuridad Luke debe integrar.

Es en el umbral de la culminación de su entrenamiento con el maestro jedi Yoda donde el destino de Luke y sus compañeros Leia, Han Solo, Chewbacca y los robots R2-D2 y C-3PO debe ser religado con el origen y expuesto a su vez al futuro de la saga. En una de las secuencias más hermosas de El retorno del Jedi, C-3PO es tomado por una divinidad por la población arborícola de los ewok e invitado a explicar una historia que no es otra que la suya propia, la de la lucha contra las tentativas absolutistas del Imperio. Al calor de una hoguera y de igual manera que Rama en la epopeya hindú Ramayana, Luke es confrontado con la conciencia de su propia historia. Con ello, no sólo emerge con plenitud su carácter heroico sino también la melancolía de no poder eludirlo.

Al calor de una hoguera y de igual manera que Rama en la epopeya hindú Ramayana, Luke, el héroe, es confrontado con la conciencia de su propia historia

Junto a la melancolía y la lealtad hacia los resistentes, concebidos a imagen y semejanza de la Mesa Redonda artúrica, en Luke se desvela asimismo el espacio de la interioridad. De igual modo que ese período, en el siglo XII, en el que los relatos artúricos van dando paso, a través de la trama enigmática de El cuento del grial, de Chrétien de Troyes, al espacio interior del héroe, en la familia Skywalker comparece una estancia capaz de custodiar tanto el joi d’amor como la ambición destructiva. Es entonces cuando Darth Vader, cuyo verdadero nombre es Anakin, se sacrifica para salvar a su hijo, al tiempo que emerge como antagonista del Emperador, ataviado con el hábito oscuro que la iconografía griega reserva al severo dios Cronos.

Si en las tres primeras películas estrenadas de Star Wars, George Lucas se pliega a la estructura del monomito enunciada por Campbell, las tres siguientes, La venganza de los Sith, El ataque de los clones y La amenaza fantasma, no sólo invocan fuentes iconográficas antiguas —los Sith están ideados a partir del dios egipcio Seth— sino que además dan pie a la incorporación de la tragedia a través del pasado de la saga, la juventud de Anakin antes de ser investido con los atributos de Vader: la capa y un casco inspirado en el kabuto samurai que oculta su rostro desfigurado. Que la imagen del mito es aquello que trasciende a las genealogías y restituye al individuo a un presente eterno, es tan cierto como que la base de la tragedia es la familia, la filiación. Sin salida, el destino de Anakin se desvía del camino del héroe, y su pérdida le deja atrapado en el laberinto del lado oscuro.

Si en las tres primeras películas, George Lucas se pliega a la estructura del monomito enunciada por Campbell, las tres siguientes invocan fuentes iconográficas antiguas

Mucho más próximo a los descensos que superhéroes como Batman tuvieron que acometer durante los años ochenta a manos de autores como Frank Miller, así como a la voluntad shakesperiana de hacer de la palabra un frágil antídoto al desmoronamiento de la identidad, Anakin es poseído por el orgullo, por la hybris de ser más. “Deseo más, y sé que no está bien”, arguye, a lo que su amigo Obi Wan Kenobi replica “Te has convertido en aquello que juraste destruir”. Si lo que más teme el ser humano es ser tocado por lo desconocido, Anakin se ve en cambio tentado por la perversión de la Fuerza, ese avatar del brahman hindú que Lucas convierte en la pulsión mística de la saga. Las citas de San Pablo, el Dao de jing de Laozi o el evangelio gnóstico de Tomás que dan forma al culto jedi, reconocido como religión de facto en países como Reino Unido y Nueva Zelanda, se diluyen en aras de la palabra shakesperiana y la obsesión por la genealogía.

En tanto que la raíz de la estética de Star Wars está en el diseño de producción creado por Moebius, Giger y Chris Foss para el Dune nunca filmado de Alexandro Jodorowsky, los tres primeros episodios de la saga participan de del mismo afán luminoso que ese proyecto. “El Mesías no será un hombre, sino un día: el día en que todos los seres humanos serán iluminados”, señala la leyenda hebrea que Jodorowsky tomó como punto de partida.

Sin embargo, el camino ulterior de este cineasta en obras como el cómic La casta de los metabarones, revela un interés paralelo al de Star Wars por la filiación como transmisión de un estigma trágico. Si el propósito de la imaginación no es tanto crear imágenes como cambiar las imágenes primeras, entonces es el imaginario de la pérdida lo que aparece como reverso del trayecto heroico en Star Wars, tal como Yoda advierte: “Debes aprender a liberarte de aquello que precisamente debes perder”.

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2. Personajes y temas

1.swEl héroe trágico. Postrado junto a la sepultura de la madre o la amada, como tantos personajes de las películas de John Ford y de los cómics de Milton Caniff y Hugo Pratt, Anakin Skywalker no es tanto un personaje empujado por una causa sino atraído por un destino fatal. El encuentro con la diosa, la iluminación que Campbell identifica en el héroe solar, se ve reemplazado en el caso de los personajes trágicos por la necesidad de un sacrificio capaz de redimir su hamartia, el error en el origen de la tragedia.

 

2.sw

‘Ánima’. Como en la poesía trovadoresca provenzal, la dama es presentada de forma espectral en Star Wars, Una nueva esperanza, a través del holograma que proyecta R2D2. A diferencia de Leia, su madre Padme Amidala encarna un principio femenino todavía más clásico, anima, frente al par masculino animus que según Jung integra toda psique completa. Amidala es presentada ante su pueblo como una Ofelia sacrificada cuando muere en el parto como consecuencia del deseo insaciable de poder oscuro de Anakin.

 

3.sw

El salvaje. En su libro El salvaje en el espejo, el antropólogo mexicano Roger Bartra identificó al hombre salvaje, velludo y bondadoso en lo más profundo de la psique y la cultura europea. Avatar del homo sylvestris medieval, desciende de faunos y sátiros y su imagen constituye la contrafigura del progreso tecnológico, un reducto de pureza cuya iconografía se extiende, a través de santos penitentes y fiestas populares, hasta el Calibán de La tempestad o el inseparable compañero de Han Solo, Chewbacca.

 

4.sw

Lo humano. Quizá porque como sugería la clasificación de Linneo, el homo sapiens puede llegar a concebirse como una especie no biológicamente definida, necesita constantemente de artificios para definir el campo de tensión de lo humano. Tanto el hombre salvaje como las diferentes especies alienígenas o la inflación de androides y robots humanizados constituyen, en Star Wars, máquinas de reconocimiento de lo humano e interfaces con aparatos más prosaicos que les liberan de interactuar con ellos.

 

5.sw

Objetos de poder. La importancia del diseño de los objetos de Star Wars no sólo ha dado lugar a un pródigo merchandising, sino que algunos de ellos, en particular, constituyen objetos de poder de acuerdo con la denominación de Joseph Campbell. De entre todos, el sable láser, avatar de la mítica espada Excalibur forjada por Merlín para Arturo, es el que acompaña la toma de conciencia sobre la fuerza. Su entrega reproduce el ritual del adoubement medieval, en el que el maestro ceñía la espada al caballero iniciado.

 

6.sw

El maestro interior. Desde Horizontes Lejanos, de Frank Capra a la serie Kung-fu o incluso a la presencia de David Carradine en la serie Alias, de J. J. Abrams, existe una continuidad en la representación del maestro espiritual de inspiración budista. A medio camino entre el Don Juan del ciclo de libros de Carlos Castaneda y los muppets de Jim Henson, que participó en su diseño, Yoda constituye la antítesis de la aristocrática figura que Alec Guiness prestó al otro gran maestro de la saga, Obi-Wan Kenobi.

 

7.sw

La sombra. Lo más interesante de releer la figura de Luke a la luz de su padre es captar la dimensión de la sombra que anida también en él. Darth Vader no es sólo el döppelganger que desde el principio está presente en Anakin, sino que se perfila como el avatar más icónico de la coexistencia entre la figura del padre autoritario y su opuesto abocado a la libido, lo que Lacan denomina el Padre-del-goce, “el hombrecito obsceno que es la encarnación más clara del fenómeno de lo siniestro (Unheimliche)”.

 

8.sw

La pérdida. Frente al héroe juvenil Luke, Han Solo constituye un iniciador en el que la figura del seductor de palabra fácil, de Clark Gable a Cary Grant o Humphrey Bogart, permite releer los géneros, en particular la screwball comedy en su relación con Leia. Que Solo sea congelado en carbonita lo convierte en un fuera de campo que tiene precedentes en el campo de la narrativa artúrica, bien sea en las aventuras interrumpidas de Parzival en la obra de Chrétien de Troyes, bien en la figura de Yvain.

 

9.sw

El duelo. Hay una metáfora que pone en común el imaginario caballeresco con el western y con el wuxia chino y el jidai-geki japonés, y es el duelo. Es bien conocido que Star Wars toma buena parte de su argumento de La fortaleza escondida (Kakushi toride no san Akunin, 1958), de Kurosawa, pero en un sentido más amplio comparte con la obra de este autor y con la tradición cinematográfica del jidai geki un sentido profundo del equilibrio entre estatismo y movimiento así como la representación del bushido.

 

91.sw

La comunidad. De todos los finales de Star Wars se podría decir que reiteran la importancia de la comunidad. Como los personajes de la serialidad clásica, viven reencontrándose, y si comparecen al final es para despedir al espectador hasta la siguiente aventura. Esa es la razón de que el Apocalipsis, la ruptura final, no pueda formar parte de esa Arcadia inestable que se despliega hacia el pasado y el futuro a la vez.

 

92.sw

La amenaza del naufragio. Quizá porque antes de surcar el espacio, toda nave que lo fuese navegaba por el mar, y porque la vuelta a casa de Ulises palpita en el fondo del relato, una de las amenazas que acechan a los protagonistas es la del naufragio en uno de los numerosos planetas de la saga. En un arco que se extiende desde las aventuras de Flash Gordon hasta los videojuegos contemporáneos, en cada planeta aguarda, además, un modelo de civilización diferente y con grados de progreso tecnológico diversos.

 

93.sw

La memoria. En tanto que Star Wars VII, El despertar de la fuerza, se desarrolla unas tres décadas después de los hechos narrados en El retorno del Jedi, es una entrega crucial para la memoria serial de la saga. Con un modelo que Xavier Pérez y Jordi Balló denominarían eviterno, esto es con principio pero sin final, la memoria de los hechos concretos resulta menos importante que la creación de una serie de iconos o balizas visuales que permiten reconectar al espectador con las grandes líneas de la ficción.

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