
Grabado de Henry Khunrath que representa un volcán, que es una isla, donde está escrita la Tabla de Esmeralda, en latín y en alemán, 1600.
Presentación
Uno de los textos más propios de la literatura hermética o alquímica que muestra la enseñanza secreta de Hermes Trismegisto es la “Tabla de esmeralda”, un breve conjunto de sentencias lapidarias que, según la leyenda, estaban grabadas en una tablilla de esmeralda que sostenía Hermes entre sus manos cuando se descubrió su tumba.
En 1926 Julius Ruska emprendió una investigación rigurosa acerca de este texto concluyendo que seguramente existió un texto original en griego, cuando no egipcio, pero se trata de una mera suposición pues, en los textos alquímicos griegos que se conservan se cita muy pocas veces a Hermes; en cambio, entre los textos árabes se le atribuyen más de veinte manuscritos.
Es en este contexto cuando aparecen las primeras versiones de la Tabla de Esmeralda. Una de ellas aparece incluida en el Kitâb sirr al-Halîka (El libro del secreto de la creación), probablemente del siglo VI, cuyo autor, Balînûs, nombre arabizado de Apolonio de Tiana, fue un filósofo griego de principios de la era cristiana, a quien se atribuyen todo tipo de curaciones y milagros, así como el conocimiento de la Piedra filosofal. Apolonio/Balînûs, a quien se llegó incluso a comparar con Jesucristo, explica en la introducción del Kitâb sirr al-Halîka, como encontró la Tabla de Esmeralda:
Voy a daros a conocer lo que me concierne en particular. Yo era un huérfano de la villa de Tuaya (Tiana), en una completa indigencia y apartado de todo. Allí donde habitaba había una estatua de piedra, que se levantaba sobre una columna de madera, en la que se leía: «Soy Hermes, a quien la ciencia le ha sido dada; he hecho esta obra maravillosa en público, pero seguidamente la he ocultado gracias a los secretos de mi arte, de modo que sólo pueda ser descubierta por un hombre tan sabio como yo». Así mismo, sobre el pecho de la estatua, se leía en la lengua antigua: «Si alguien desea conocer el secreto de la creación de los seres y de qué modo fue formada la naturaleza, que mire bajo mis pies». La gente venía en masa a ver esta estatua, y todos miraban bajo sus pies sin ver. Yo sólo era un débil joven; pero cuando me volví más fuerte, y alcancé una edad más adulta, leí lo que estaba escrito en el pecho de la estatua, comprendí el sentido y comencé a cavar la tierra bajo la columna. Descubrí una cámara subterránea donde reinaba una espesa oscuridad, y en la que ningún rayo del sol podía penetrar. Si se quería introducir en ella una antorcha inmediatamente era apagada por la agitación de los vientos que no paraban de soplar. No podía encontrar medio alguno de seguir el sendero que había descubierto a causa de las tinieblas que llenaban el subterráneo y la fuerza de los vientos que soplaban me impedía penetrar a la luz de la antorcha. Como no podía vencer estos obstáculos, caí en la desesperación y el sueño se apoderó de mí. Mientras dormía con un sueño inquieto y agitado, mi espíritu ocupado con el objeto de mi desgracia, un anciano cuya cara se parecía a la mía, se presentó ante mí y me dijo: «Levántate Balînûs, y entra en este camino subterráneo que te conducirá a la ciencia de los secretos de la creación, y alcanzarás a conocer como ha sido formada la naturaleza». Yo le respondí: «Las tinieblas me impiden discernir nada en este lugar, y la luz no puede resistir la fuerza de los vientos que aquí soplan». Me dijo entonces el anciano: «¡Oh Balînûs!, pon tu luz bajo un recipiente de cristal, así estará al abrigo de los vientos que no podrán apagarla y así te iluminará en este lugar tenebroso». […] Y yo le dije: «¿Quién eres tú que me haces partícipe de esta gran bondad?». Me respondió: «Soy tu creador, el ser perfecto». Entonces me desperté lleno de alegría, puse una luz en un recipiente de cristal tal como me lo había ordenado y entré en aquel subterráneo. Allí encontré a un anciano sentado en un trono de oro, que tenía en una mano una tabla de esmeralda; sobre la que estaba escrito: «He aquí la formación de la naturaleza»; ante él había un libro en el que se leía: «He aquí el secreto de la creación de los seres, y la ciencia de las causas de todas las cosas».
Hasta mediados del siglo XII el texto de la Tabla de Esmeralda no fue traducido al latín. La primera versión se hizo a partir del Kitâb sirr al-Halîka y su autor fue Hugo de Santalla, dicho escrito sirvió de base a los utilizados por los alquimistas posteriores. Otro texto árabe traducido al latín a finales del siglo XII, refuerza el mito del encuentro de la tumba de Hermes Trimegisto y, con él, de toda la sabiduría alquímica esotérica; se trata del texto conocido como Senioris Zadith, filii Hamuelis tabula chimica, marginalibus adaucta, que describe como Senior Zadith, hijo de Umayl, penetró en cierto lugar subterráneo donde se hallaba la estatua de un hombre sentado que sostenía una tabla con jeroglíficos, tal como aparece en un grabado que acompaña la edición de este libro, en el Theatrum chemicum, publicado en Estrasburgo en 1661.
Por último, presentamos las dos versiones más conocidas de la Tabla traducidas por Juan Graal, se trata de la versión del Kitâb sirr al-Halîka, de Apolonio de Tiana, con las citas de Ibn Umayl, conocido en latín como Senior Zadith, que aparecen en cursiva. Le sigue a esta traducción, la llamada Vulgata latina procedente de De Alchemia.
Kitâb sirr al-Halîka
Cuando entré en la caverna en la que había gravado un talismán, me encontré con un anciano sentado en una cátedra de oro, que tenía en su mano una Tabla de esmeralda. Cogí la tabla que estaba en la mano de Hermes. Sobre esta tabla estaba escrito en lengua primigenia:
Verdadero, indudable, cierto, auténtico
Que lo más alto viene de lo más bajo
Y lo más bajo de lo más alto viene
Realiza las maravillas a partir de algo único
Así como todas las cosas vienen de eso único
Mediante un único proceso
Es el principio del mundo en el que
Su padre es el Sol, su madre, la Luna
El viento lo ha llevado en su vientre
La tierra lo ha nutrido con su leche
Es el padre de los talismanes, detentador de los prodigios
Perfecto en su potencia
Un fuego que se ha convertido en tierra
Has de separar la tierra del fuego
Y te abrirá los ojos
Lo sutil es más noble que lo espeso
Con suavidad y orden
Donde toma de las luces más altas
Y después se precipita hacia la tierra
Poseyendo el poder de lo más alto y de lo más bajo
Pues con él se halla la luz de las luces
Y por eso huyen de él las tinieblas
Fuerza de las fuerzas
Vence toda cosa sutil, penetra toda cosa espesa
Conforme a la formación del gran mundo
Transcurre esta obra
Esta es mi gloria
Y por eso he sido llamado Hermes el tres veces grande en Sabiduría.
De Alchemia
Palabras secretas de Hermes que estaban escritas en una Tabla de esmeralda hallada entre sus manos, en una cueva oscura donde fue encontrado su cuerpo inhumado.
Verdadero, indudable, cierto, muy verdadero
Que lo que está abajo es como lo que está arriba
Y lo que está arriba es como lo que está abajo
Para realizar los milagros de una sola cosa
Y así como todas las cosas vinieron de uno por la meditación de uno
Así todas las cosas han nacido de esta cosa única por adaptación
Su padre es el Sol, su madre la Luna
El viento lo ha llevado en su vientre
La tierra es su nodriza
El padre de todo el telesma de todo el mundo está aquí
Su poder permanece entero
Si es convertido en tierra
Separarás la tierra del fuego
Lo sutil de lo espeso
Suavemente con gran ingenio
Y de nuevo desciende a la tierra
Recibiendo la fuerza de las cosas superiores e inferiores
Así tendrás la gloria de todo el mundo
Por eso, toda oscuridad huirá de ti
Aquí esta la fuerza fuerte de toda fuerza
Que vencerá toda cosa sutil y penetrará toda cosa sólida
Así fue creado el mundo
De aquí saldrán adaptaciones admirables, de las cuales éste es el modo.
Por eso soy llamado Hermes Trismegisto, poseyendo las tres partes de la filosofía de todo el mundo
Lo que dije de la obra del Sol está completo.