[Ver comentario al final de la serie de imágenes]
[Aunque las imágenes a las que se refiere el comentario no sean las que aquí presentamos, el significado simbólico es el mismo.]
“Las imágenes alquímicas muestran la ciencia del encuentro de la naturaleza con Dios mediante el símbolo del hombre. No son meras ilustraciones de los textos. El mejor ejemplo lo forma la serie de grabados del Rosarium philosophorum. Los originales se publicaron en Frankfurt en 1550. El texto es anónimo, aunque la leyenda lo atribuya a Arnau de Villanova, muerto en 1310, y reproduce, a modo de florilegio, citas de los grandes maestros del hermetismo.
Las imágenes alquímicas muestran la ciencia del encuentro de la naturaleza con Dios mediante el símbolo del hombre
El Rosarium philosophorum nos interesa particularmente, pues a lo largo del siglo XVII sus imágenes se reprodujeron en múltiples ocasiones, llegándose a convertir en el referente iconográfico más propio del simbolismo alquímico. En esta obra, las figuras forman un discurso paralelo al texto, con sus propias definiciones escritas en alemán, a diferencia del texto básico redactado en latín. Los grabados que se hallan incorporados al escrito original muestran las distintas etapas de la conjunción entre el rey y la reina que también son el sol y la luna. Al final de esta fase, los dos alcanzan a ser uno y sobreviene la putrefacción o la muerte, una conjunción que el imaginero representa con el cuerpo de doble cara que se baña en el agua de un sepulcro. En el texto en alemán se dice: Aquí reposan muertos el rey y la reina. Su alma se separa con gran dolor y pena. Sólo cuando se han unido las partes del símbolo comienza el proceso alquímico de la purificación, puesto que antes no existía la materia que pudiera convertirse en la Piedra filosofal. La propia reunión del cielo y la tierra, que, a consecuencia de la caída de Adán y Eva, habían quedado separados, sería la Primera Materia.
Los grabados reproducen las distintas etapas de la conjunción entre el rey y la reina que también son el sol y la luna.
La imagen siguiente muestra la figura del muerto junto a un pequeño personaje, que personifica el alma, que asciende hacia una nube. Se trata de la extracción del alma y el texto añade: Aquí se reparten los cuatro elementos. El alma entonces se separa del cuerpo rápidamente. Las dos imágenes siguientes son complementarias, muestran el retorno del alma al cuerpo resultante de la unión del rey y la reina. En la primera de ellas, el rocío que desciende desde la nube al sepulcro enseña la ablución o purificación, y el texto reza como sigue: El cielo hace aquí llover su rocío: el cuerpo negro en la tumba es lavado de la mugre. El grabado siguiente reproduce la escena, pero, en lugar de descender el rocío, lo que desciende es el alma; se trata del nuevo nacimiento de la conjunción del rey y la reina, tal como está escrito: El alma se lanza aquí hacia lo bajo, al sepulcro. Viene a refrescar el cuerpo que se ha vuelto puro. La última imagen de esta serie representa al ser de doble cara, erguido fuera de su tumba, sobre la luna y junto a un árbol lunar. El muerto ha renacido; el comentario que acompaña a la imagen es el siguiente: La piedra al blanco y el árbol de las lunas. “Aquí ha nacido la noble y rica reina, los maestros la declaran la igual de su hija. Fecunda, da la vida a hijos sin número que son puros, sin mancha, libres de toda tara. La reina aborrece la muerte, así como la pobreza, sobrepasa al oro, la plata, las piedras preciosas, a todos los remedios grandes y pequeños, y damos gracias a Dios en su reino”.
La última imagen de esta serie representa al ser de doble cara, erguido fuera de su tumba, sobre la luna y junto a un árbol lunar, el muerto ha renacido
El proceso enseña en qué consiste la ciencia divina según los alquimistas. Para que descienda el don divino, es necesario ir en su búsqueda. Los grabados del Rosarium philosophorum no pueden ser más explícitos. Pero no acaba aquí la serie de imágenes, pues, después de la representación del árbol lunar, se reproduce íntegramente el proceso que acabamos de narrar, el rey y la reina muertos, la ascensión del alma, el descenso del rocío y la incorporación del alma al cuerpo inerte, pero, entonces, éste no resucita según el árbol lunar, sino según el árbol solar. Al ser de doble cara y vestido de gala, le acompaña el texto siguiente: Aquí nace el rey digno de todo honor, nada en este mundo excede su grandeza, de lo que nace del arte o bien de la naturaleza entre todas las criaturas vivientes. Se trata de la Piedra al rojo o Piedra solar. Representa la culminación de la Gran Obra. Sólo entonces aparece representado el león verde, la auténtica conjunción de espíritu y cuerpo, que hemos visto anteriormente”.
(Raimon Arola, «Alquimia y religión», Siruela, Madrid, 2008, pp. 121-122 )