Extracto del libro «El Tarot de Mantegna» de Raimon Arola, que acaba de publicar SansSoleil ediciones, que trata sobre el simbolismo de Apolo y las musas.

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El Tarot de Mantegna

Las cincuenta cartas que forman el Tarot de Mantegna, repartidas en cinco series de diez cartas cada una, siguen un orden jerárquico, en el sentido estricto de la palabra hierarkhía, ‘gobierno sagrado’, de hierós, ‘sagrado’, y árkho-, ‘mandar’. Es la concepción sagrada del Universo, en la que todo depende de la Unidad primera. Así, para los renacentistas creadores de este Tarot y continuadores de la tradición iniciática pitagórica, los números eran también un reflejo jerarquizado que definía el conjunto de la Creación.

Para los renacentistas creadores de este Tarot y continuadores de la tradición iniciática pitagórica, los números eran  un reflejo jerarquizado que definía el conjunto de la Creación.

Cada una de las series es un conjunto completo, en el que la última lámina representa el centro del conjunto y el retorno de la diversidad a la Unidad; esto ocurre con el Papa, la lámina número 10 de la primera serie que se refiere a los rangos y los oficios del hombre, Apolo, la lámina número 20 de la segunda serie que se refiere a este dios y a las musas, la Teología, la lámina número 30 de la tercera serie que se refiere a las ciencias y a las artes, la Fe, la lámina número 40 de la cuarta serie sobre los genios y las virtudes y la Primera Causa, la lámina número 50 de la quinta y última serie sobre los planetas y las esferas.

La serie que aquí proponemos es estrictamente pagana, pues representa a Apolo y las Musas, y está compuesta por las siguientes láminas: 11. Calíope; 12. Urania; 13. Terpsícore; 14. Erato; 15. Polimnia; 16. Talía; 17. Melpómene; 18. Euterpe; 19. Clío; y 20. Apolo. Viene a continuación de la serie de los rangos y oficios del hombre, pues las musas son los espíritus intermedios que acercan el cielo a los hombres.

Apolo y las Musas

Apolo es el centro y el alma de las nueve Musas, consideradas desde la Antigüedad griega como las hijas de Júpiter y Mnemósine, nombre que en griego significa ‘memoria’. Cuando las Musas inspiran a los hombres les devuelven la memoria de su origen, perdida durante el descenso del alma a la prisión del cuerpo. Las Musas son amadas por los poetas pues gracias a ellas reciben el furor poético, Ficino enseña los estadios por los que éste desciende: “Júpiter toma a Apolo. Apolo ilumina a las Musas. Las Musas despiertan y estimulan las almas delicadas e insuperables de los poetas”.

Respecto a la etimología de la palabra, Diodoro de Sicilia explica que musa proviene del verbo myéo-, que significa ‘iniciar en los misterios’, pues antiguamente se creía que las Musas conducían a los hombres hacia los secretos iniciáticos; en el Himno órfico dedicado a ellas se dice: «Vosotras, que disteis a conocer a los mortales los misterios rituales, […] venid, por favor, para vuestros iniciados, multicolores y castas, aportando una emulación gloriosa, deseada y por muchos celebrada.»

Diodoro de Sicilia afirma que «musa» proviene de un verbo que significa iniciar en los misterios, pues ella conducían a los hombres hacia los secretos iniciáticos.

Es interesante la novedad que aparece en los juegos de cartas renacentistas con respecto a las correspondencias usadas en la Edad Media y que se refiere a la relación entre los planetas y las esferas del cielo y las Musas. El origen de tal relación se encuentra en el mundo clásico, concretamente en Macrobio y su Comentario del Sueño de Escipión, y se recupera en la segunda mitad del siglo xv, como explica A. Chastel: «Esta idea central [la relación entre las Musas y los planetas] se vuelve a encontrar en un cuadro esquemático que se extiende entonces en la Italia septentrional, y donde la serie de las Musas está asociada a la gama musical y al orden cósmico. La mejor ilustración es la serie de los tarocchi [el Tarot de Mantegna], donde cada Musa lleva una esfera que simboliza su lugar y su altura en el universo, con su instrumento característico: Talía, que corresponde a la tierra, está puesta aparte de la serie, y Urania responde al círculo de las “estrellas fijas”; gracias a esta sustracción y adición, el número de planetas se ajusta al de las Musas».

La misma relación la encontramos en una ilustración de un tratado de música de Gaffurio, editado en Milán en 1496, pues las Musas se relacionan con la música que producen los planetas en su movimiento universal, tal como lo concibió Pitágoras. La propia palabra música es una derivación de Musa. Comienza la serie por la carta número 11 que corresponde a Calíope y termina con la número 20, dedicada a Apolo.

La musa Calíope

Calíope es una palabra griega y significa ‘que tiene una bella voz, que suena agradable’, de kalós, ‘bello’, y óps, ‘voz, palabra’ (…) El autor del Tarot representa la ‘bella voz’ por medio de un clarín, una voz metálica, un sonido vivo, capaz de resucitar a los muertos, como las trompetas del Apocalipsis.

El autor del Tarot representa a Calíope la de la ‘bella voz’ por medio de un clarín, una voz metálica, un sonido vivo, capaz de resucitar a los muertos, como las trompetas del Apocalipsis.

Calíope es propiamente la Musa de la elocuencia y de la poesía heroica, pues, como escribió Virgilio, «Calíope confía a los libros los poemas heroicos». En algunas representaciones aparece sosteniendo con la diestra tres libros, la Odisea, la Ilíada y la Eneida, los grandes poemas heroicos de la tradición clásica. Homero escribió sobre Calíope: «La Musa inspiró al aedo que cantase las hazañas de héroes, de una acción cuya fama llegó por entonces al cielo anchuroso.»

En la lámina, Calíope se encuentra en la ladera del monte Helicón, también llamado Parnaso, donde residían las Musas, y junto a la fuente de Hipocrene, cuyas aguas favorecen la inspiración de los poetas.

La musa Urania

Urania es la Musa del cielo, ya que éste es el significado de su nombre, del griego ouránios, ‘del cielo’, ‘celeste’ en su primer sentido; en el segundo significa ‘que eleva, que lanza hacia el cielo’. Este doble sentido etimológico es el que recoge Ripa al definir a esta Musa: «La Musa de la que tratamos es llamada Celeste por los Latinos, pues Urano es lo mismo que el Cielo. Y aún sostienen algunos que recibe este nombre porque eleva hasta el Cielo a los hombres más doctos.» Urania acompaña el alma del artista hacia su origen y así lo diviniza, llevándolo al apoteosis, en el sentido propio del término griego: apó y théo-sis, ‘acción de divinizar, deificación’ (…)

Urania es la Musa del cielo, ya que éste es el significado de su nombre, del griego ouránios, ‘del cielo’,

La Musa Urania se identifica con la Venus celeste, la que da el amor puro; por ello escribe Platón: «Y es éste el Amor que es bello, el que es “celeste”, el que procede de la Musa Urania», y a continuación explica que se debe a este Amor de Urania «incluso la ordenación de las estaciones de los años».

 

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