PRESENTACIÓN
La Sociedad Teosófica se fundó en 1875 en Nueva York y floreció en los Estados Unidos antes de expandirse por la India y Europa. La teosofía, según su cofundadora Helena Blavatsky, propugnaba un alejamiento de la rigidez dogmática del cristianismo y una reunión de lo que con el tiempo se había separado, esto es, la fe y el conocimiento, en este sentido Annie Besant, una de sus seguidoras, escribió lo siguiente respecto a la teosofía: “La teosofía… es… la religión del conocimiento o la religión universal, de cuya fuente beben todas las demás religiones, el tronco del Árbol de la Vida del que nacen todas las ramas”.
Como hemos dicho, la teosofía inició su andadura en Nueva York, para después, y antes de su expansión a otros continentes, extenderse hacia el oeste americano. Este mismo viaje que además de físico podríamos calificar de iniciático, fue el que siguió Agnes Pelton una pintora extraordinaria pero prácticamente desconocida, que, a partir de 1932, se trasladó del histórico molino de viento donde vivía en Long Island, a Cathedral City, una pequeña ciudad al lado de Palm Beach. Si bien, desde su primer viaje a Taos en 1919 había viajado a menudo al oeste americano.[1]
La pintura de Pelton es una manifestación visual de sus búsquedas espirituales
La pintura de Pelton es una manifestación visual de sus búsquedas espirituales: agni yoga, astrología y sobre todo, la teosofía de Blavatsky. Como ella misma manifestó en sus escritos y en sus libretas de notas, la influencia de Blavatsky y de su obra «La clave de la teosofía», es innegable. En las obras que presentó en una importante exposición que se tituló Enchanted Modernities, y que reproducimos a continuación, con un interesante comentario de Rachel Middelman, aparece una profunda comprensión de la filosofía teosófica, la utilización de la materialidad de la pintura para representar intuiciones espirituales, diferenciándolas de las ilusiones visuales. Por eso sus abstracciones no son de fácil comprensión pues nacen de sus sueños, sus visiones y una profunda percepción de la naturaleza. A diferencia de Europa donde la teosofía mutó en la antroposofía de Rudolf Steiner y de este cambió nació el arte contemporáneo europeo –Kandinsky, Mondrian, Kupka…–, en Estados Unidos, la teosofía de Blavatsky influyó directamente en pintoras tan importantes como Pelton o Georgia O’Keeffe.
PINTURAS DE LA EXPOSICIÓN
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TEXTO RACHEL MIDDLEMAN
«¿El desierto hace que las cosas y la gente se callen un poco, o las personas y cosas que son un poco raras encuentran de modo natural el desierto?”, escribió Madge Clover en una reseña de la exposición de Agnes Peltons (1881-1961) para la Bettye Cree’s Desert Art Gallery en Palm Springs en 1933, manifestando la extrañeza que le causó la región y sus habitantes, desde su punto de vista de un habitante de la ciudad. Pelton se mudó al desierto de California para encontrar un entorno de naturaleza y soledad en el que sus visiones, estimuladas a través de la meditación, pudieran materializarse como obras de arte.
Esta artista aparece como un caso atípico del modernismo convencional no solo en términos de su ubicación física, sino también porque era una artista femenina que mezcló abiertamente creencias espirituales personales no convencionales con una práctica artística que nunca rechazó por completo la figuración. A pesar de su impresionante formación artística en arte moderno en Nueva York y su notable inclusión como una de las pocas artistas femeninas en el Armory Show de 1913, se mudó a Cathedral City, California, en 1932, solo unos años después de que comenzara a pintar abstracciones.
Era una artista femenina que mezcló abiertamente creencias espirituales personales no convencionales con una práctica artística que nunca rechazó por completo la figuración
La exposición Enchanted Modernities indagó sobre cómo el oeste americano sirvió para que los artistas exploraran las interpretaciones espirituales del paisaje, un marco que reunió cuatro de las abstracciones de Pelton, y que reproducimos aquí en la secuencia en que aparecieron en la exposición. Primal Wing (1933), Alchemy (l937-9), Nurture (1940) y Awakening (1943) cada una contiene una forma central dentro de un paisaje imaginario: un ala de color salmón se eleva por encima de las montañas de color púrpura, una protuberancia amorfa salpicada de colores que se ciernen en un cielo azul y una trompeta de color amarillo canario ilumina el desierto. Incluso en Alquimia, la menos naturalista de las obras, la forma central, que comprende un diamante blanco rodeado por un óvalo azul medianoche que emana de un plato dorado, parece descansar sobre la esfera del planeta. Al estudiar estos trabajos en conjunto llama la atención sus similitudes estéticas, sus referencias compartidas al entorno desértico y los conceptos místicos más allá de las cosas fácilmente presentes en el mundo natural.
La literatura existente sobre la vida y el trabajo de Pelton documenta la amplia gama de fuentes artísticas y escritas de las que se inspiró, entre ellas una copia de La clave de la teosofía (1889) de Helena Blavatsky, de la que transcribió pasajes en sus cuadernos. La comparación de las cuatro obras en la exposición Modernidades Encantadas para la comprensión teosófica de las ‘formas de pensamiento’ aclaran cómo Pelton usó la materialidad de la pintura para representar la intuición espiritual de una manera no ilusionista. Pero sería un error tratar de precisar un significado u origen para las pinturas de Pelton. Si bien parecen ricas en simbolismo, sus abstracciones no se pueden decodificar o leer fácilmente, ya que sus composiciones provienen de fuentes personales como sus sueños, visiones de vigilia y percepciones de la naturaleza. Sus pinturas son encuentros profundos y, como la enseñanza teosófica, están abiertas para que el espectador las interprete a través de su propia experiencia. ‘La receptividad al color como se usa en estas pinturas’, escribió Pelton sobre sus abstracciones, ‘revelará su mensaje, si significan algo para el espectador’ […].
Ricas en simbolismo, sus abstracciones no se pueden decodificar o leer fácilmente, ya que sus composiciones provienen de fuentes personales como sus sueños, visiones de vigilia y percepciones de la naturaleza
En 1938, Pelton aceptó la propuesta del artista Raymond Jonson para que se uniera a la fundación del “Grupo de pintura trascendental”, en Nuevo Méjico. Una versión del manifiesto del grupo está en los archivos de Pelton y en él se explica el propósito común del grupo:
Se ha escogido la palabra “trascendental” como nombre del grupo porque es la que mejor expresa sus propósitos, que son llevar a la pintura más allá de la apariencia del mundo físico, a través de nuevos conceptos de espacio, color, luz y dibujo, hacia planos denominados idealistas o espirituales. El trabajo del grupo no concierne ni a la política, ni a la economía ni a ningún otro problema materialista.
Los términos empleados ‘abstracto’ o ‘no objetivo’ aparentemente no eran adecuados para describir la vertiente espiritual del trabajo y sus fuentes en la imaginación creativa. Pelton en las descripciones de su práctica enfatiza igualmente los elementos formales que los espirituales de su arte, aunque nunca abandonó las referencias al mundo natural:
Mis pinturas abstractas son tan reales para mí como la naturaleza, pero no son imágenes materiales sino mentales. Son una culminación de impresiones que vienen a mí en momentos de tranquilidad, exactamente como una línea de un poema viene a la mente de un poeta; la única diferencia sería que yo lo veo en forma y color, y un poeta lo ve en sonido y palabras. Toda mi abstracción tiene que ver con la luz y la beneficencia de la luz, porque es sabido que la luz es realmente vida…
«Mis pinturas abstractas son tan reales para mí como la naturaleza, pero no son imágenes materiales sino mentales».
[…] Por supuesto que las pinturas de Pelton son más que ilustraciones, y están destinadas a provocar una respuesta visceral en el espectador más que representar un concepto, Pelton escribió: “Estas pinturas son como pequeñas ventanas abiertas a una visión de una región todavía no muy visitada de forma consciente o intencionada, un reino interior, más que un paisaje exterior”. Los elementos en los límites de sus composiciones, muestran el sentido de que son dibujados como ‘pequeñas ventanas’. En Narture, por ejemplo, la abstracción de la línea del horizonte hacia el borde superior son cortinas separadas en los ángulos superiores conjurando un ambiente teatral en el que la acción cósmica entre la gran forma semejante a un pecho y la delicada flora flotante tiene lugar.
Pelton invita al espectador a un espacio oculto, a través del ojo de la cerradura de su pintura le invita a un reino espiritual en el que las formas terrenas devienen trascendentes. El espectador es conducido a su mundo imaginario en el que sus formas brillantemente coloreadas iluminan paisajes deshabitados simbolizando la iluminación. Pelton escribió acerca del efecto radiante de los iconos rusos, describiendo el halo de luz divina, algo que recrea en sus pinturas al oleo. Alchemy es el ejemplo más extremo de esta cualidad, pues la propia pintura parece una fuente de luz.
NOTA
[1] Pelton nació en Alemania de padres americanos y se trasladó a Nueva York en su infancia. Allí, después de graduarse en el Instituto Pratt de Brooklin, estudió con Arthur Wesley Dow, profesor y amante de la filosofía y el arte japonés. Este personaje fue también maestro de Georgia O’Keeffe, una de las más conocidas pintoras americanas de la época
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