Unos breves comentarios de Matisse, seleccionados por Walter Hess, que tratan sobre la pureza y el gozo en la pintura, nos dan pie a un recorrido por sus obras realizadas con papeles recortados y presentadas en el MoMA. Edición, Raimon Arola y Lluïsa Vert.

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Reflexiones de Matisse sobre la pureza de los medios.[1]

Cuando los medios se utilizan de esa manera [como en la pintura del siglo XIX], se llega a agotar su fuerza de expresión, y entonces hay que volver a los fundamen­tos. Entonces son los principios los que vuelven a surgir, los que cobran vida y nos regalan vida. Enton­ces nuestros cuadros se convierten en medios de puri­ficación, en etapas de cuidadosa renuncia en las que nos fundimos sin temor con el fondo primitivo: nos hablan en forma inmediata con su hermoso azul, su hermoso rojo, su hermoso amarillo, materias elemen­tales que agitan al alma humana en sus profundidades.

Ése es el punto de partida del fauvismo: valor para retornar a la pureza de los medios. Llegué a inves­tigar aisladamente cada elemento constructivo: el di­bujo, el color, los valores y la composición. Procuré sondear de qué manera esos elementos se dejaban unir en una síntesis, sin que la fuerza expresiva de una par­te integrante fuera menoscabada por la presencia de otra. Me preocupé por el modo de unificar los elementos aislados del cuadro en un todo, en el cual cobrara plena expresión la cualidad innata de cada uno. Para decirlo con otras palabras: atendí a la pureza de los medios.

Ése es el punto de partida del fauvismo: valor para retornar a la pureza de los medios y yo, ara decirlo con otras palabras: atendí a la pureza de los medios.

Lo que ante todo trato de lograr es la expresión. Pe­ro la idea de un pintor no puede considerarse aislada de sus medios de expresión, pues sólo vale en la me­dida en que se sustenta en los medios, que deben ser tanto más completos —y por completos no entiendo complicados—, cuanto más hondo es el pensamiento.  Para mí, la expresión no reside tal vez en la pasión que estalla en un rostro o que se revela en un movi­miento violento; se encuentra más bien en el ordena­miento total de mi cuadro; el espacio que ocupan los cuerpos, las partes vacías que los rodean, las propor­ciones: todo ello tiene su parte en la expresión.

A menudo, mi interés por el modelo no se echa tanto de ver en la representación de su cuerpo como en las líneas distribuidas por toda la hoja o en los valores particulares que forman su orquestación. Pero no todos lo notan. Se trata quizá de un gozo sensorial refinado, que no está todavía al alcance de todo el mundo.

 Imágenes de la exposición en el MOMA

Paseo virtual

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