‘LightBox’ es un jardín de luz verde creado por Isern Serra, que brilló en el escaparate del restaurante ‘Il Giardinetto’. A partir de este jardín íntimo, profundizaremos en el simbolismo del color verde. Lluïsa Vert y Raimon Arola.

 

Una visión verde

La palabra verde proviene del latín viridis, que quiere decir verde, de la raíz «vir» (‘fértil’ en latín) que está vinculada a las ideas de fecundidad, juventud, vigor y virilidad.

En el siglo XVII el filósofo alquímico Eugenio Filaleteo, el alias de Thomas Vaughan, cuenta en su tratado titulado Lumen de Lumine una experiencia visionaria en la que se encontró, sin saber cómo, en un desconocido jardín nocturno que se iluminó de pronto con unos maravillosos reflejos verdosos. Esta luz anunciaba la aparición de la hermosa musa Talía vestida con un precioso vestido verde. Talía es la musa siempre verdeante que habita en el Templo de la naturaleza y lo ilumina y hace florecer con su luz pura. A ella es a quien han buscado todos los viajeros del absoluto, los filósofos estudiosos de la naturaleza pues es la única que puede descubrirles todos sus secretos.

Pero, ¿por qué se insiste en el relato de Filaleteo en el color verde como color de vida, de juventud y conocimiento? Pues el verde es también el color de los cuerpos en descomposición, es de decir, de la muerte, y quizá sea precisamente porque la vida nueva nace de la muerte o de la putrefacción, como nos muestra la tierra después del invierno cuando toda ella se recubre de un verde esplendoroso, por lo que pueda decirse que el verde, aunque sea el color de la muerte es también y, sobre todo, el color de la regeneración y de la resurrección. Y aquí, es importante recordar que los símbolos o las alegorías contenidos en las visiones o los relatos simbólicos se refieren a otra realidad que no pertenece a este mundo, son la parte visible de algo que no aparece a los ojos vulgares, por eso, muchas veces son ambivalentes, porque se refieren a una realidad mucho más amplia y desconocida para nosotros. Queremos hacer hincapié en lo de realidad, es muy peligroso explicar un símbolo por otro símbolo, creando cadenas infinitas, cuando al final todos se refieren al misterio de la regeneración del ser humano que es la única realidad, la más concreta.

El león verde

Los alquimistas se refieren al color verde cuando tratan de algo muy real, tan real como su primera materia, a la que denominan con otro símbolo; el león verde. Un león que aparece en sus escritos junto al águila, ambos son los actores de la Gran obra, el águila, dicen, representa al agua, pues es volátil y se eleva en nubes como un águila. Evidentemente no hablan del agua común, al igual que al hablar de la tierra representada por el león tampoco se refieren a una tierra vulgar, sino al cuerpo de una tierra mágica y fija con la que se deben cortar las alas al águila, es decir, con la que se debe fijar el volátil para conseguir la unión de los dos. Todo ello se alcanza gracias a un fuego secreto, del que ellos se reconocen discípulos. De aquí su nombre, filósofos por el fuego.

La línea verde

En otro tratado dedicado a los hermanos de la Rosa-Cruz, Filaleteo se refiere de nuevo al color verde y lo identifica con una sefirah: Malkut, el reino, la décima sefirah del árbol sefirótico o de la vida, que, como un recipiente, recibe todas sus influencias. Estas son sus palabras:

Y aquí podríamos decir algo de la línea verde de los cabalistas, un misterio que no todos los cabalistas antiguos sabían y los modernos nada. Es la última midah, o sefirah, pues ella recibe e incluye todas las influencias del orden sefirótico, comprende el cielo y la tierra como un arco iris verde, o una vasta esfera de verdor donde se depositan estas influencias divinas, como la lluvia a través del éter en las órbitas de las estrellas fijas, pues lo que el aire es a la esfera de la tierra, el éter lo es a la esfera de las estrellas y aquí se encuentra un secreto de los cabalistas, pues nos dicen que se encuentra una Venus doble en un aire doble. (pp. 370 y 371)

La sal verde

Antes, ha hablado de una sustancia que, al igual que el cielo recibe la claridad del mundo espiritual y la tierra, del cielo visible, pueda recibir en la tierra la claridad y la potencia de estos dos mundos superiores. Según el filósofo, este sujeto sería una sal, el cuerpo del espíritu universal:

…y el vehículo y el cuerpo etéreo de la palabra creadora, es el esperma de la Naturaleza que ella se prepara para ser su propia luz como si nosotros preparásemos el aceite para una lámpara. Es una sustancia extraña, pero muy común y ciertos filósofos la han denominado una “sal verde admirable” (salina virens et mirabilis). (p. 370)

¿Una sal verde admirable? ¿El león verde que los tratados alquímicos identifican con una tierra mágica? ¿La línea verde de los cabalistas? ¿Están todos hablando de una misma realidad? El renacentista Pico de la Mirándola en su séptima conclusión cabalística se refiere también a “la línea verde que todo lo rodea”:

Conclusión 7. Cuando Salomón dijo en su oración del libro de los Reyes: Escucha cielo, hemos de entender por cielo una línea verde que rodea todo el universo.

Mucho antes que Pico de la Mirandola, en el Sefer Yetsira, considerado el primer escrito en el que aparece el nombre de las sefirot, relacionadas con las veintidós letras del alfabeto hebreo, formando todas ellas los famosos treinta y dos senderos de la sabiduría, se menciona esta línea verde y se vincula con el tohu y el bohu bíblicos. Ésta es la cita:

En tercer lugar, creó el agua del aire, trazó y talló con ella, el tohu y el bohu, el limo y la arcilla, hico como un parterre, los talló como un muro, los cubrió con una especie de tejado. Hizo que por debajo corriera el agua que se convirtió en tierra, como está escrito: “Pues le dijo a la nieve: Sé tierra” (Tohu es la línea verde que envuelve el mundo entero. Bohu son las piedras agujereadas y hundidas en el océano, de dónde sale el agua, como está dicho: Por encima extenderá la línea de tohu y las piedras de bohu) lodo y arcilla. (Cap. cuarto, sexto párrafo)

Y en una traducción comentada por el Saadya Gaon del Sefer Yetzirá y publicada por Editions Bibliophane, éste explica respecto al párrafo que acabamos de ver lo siguiente:

El autor dice que el creador creó del aire-agua y del agua la periferia de la tierra que es tohu, aparece a la vista como una línea verde que envuelve la tierra; después el centro de la tierra, que es bohu, es la piedra dura que está en el medio. (p. 108)

Es asombroso ver el modo en el que cábala y alquimia se complementan cuando se refieren a unas realidades que tienen que ver con la obra de la regeneración del ser humano.

La tierra verde

El sujeto que recibe todas las influencias del cielo y la tierra, podría compararse a lo que dicen algunos visionarios del islam chií sobre la verde tierra de Hûrqalyâ, el mundus imaginalis según la afortunada expresión de Henry Corbin. Un lugar donde los cuerpos se espiritualizan y los espíritus toman cuerpo, donde se percibe el sentido oculto de las cosas y donde suceden los acontecimientos de la historia espiritual del hombre. A esta tierra se la conoce también con el nombre de Malakut, el reino, mencionado en el Corán como “el reino del cielo y la tierra”. Corbin, citando a Ibn Arabi, explica que esta tierra fue creada con un pequeño resto de la arcilla con la que fueron creados Adán y su “hermana” la palmera. De este pequeño resto, Dios hizo una tierra inmensa que “encierra maravillas y sorpresas que somos incapaces de enumerar, y ante las que la inteligencia queda impresionada”.  Recordemos aquí el lodo y la arcilla que aparece en el Sefer Yetzira y a los que se les dice que sean tierra.


Al-Khadir

Esta terra lucida, contiene todas las bellezas de nuestro mundo, pero en un estado sutil, luz pura sin sombra. En ella reina un personaje legendario llamado Al-Khadir o Kidr, que realiza las mismas funciones iniciadoras que Gabriel en la tradición cristiana o Hermes en la tradición hermética. Al-Khadir posee y transmite la ciencia divina. Simboliza tanto al iniciador como al maestro interior. Se le representa siempre vestido de color verde, su propio nombre significa «el que verdea», y una leyenda cuenta que con su sola presencia hizo reverdecer, es decir, devolver la vida, un desierto.

Proteo

Al-Khadir, al igual que Talía, la luz de la naturaleza, simbolizan el secreto de los filósofos: un verdor bendito que puede verse y tocarse aquí abajo y que da paso a los misterios de la alquimia. Filaleteo dice de él que es el Proteo de los antiguos poetas, un espíritu de oro verde que, si estuviera en libertad, cosa que no pasa en tanto esté ligado con el cuerpo, pondría al descubierto todas las esencias del centro universal. Y añade sobre esta materia en relación a Proteo, el de las mil formas.

…yo por mi parte afirmo que esta tierra clarificada es el teatro de todas las formas que se manifiestan como imágenes sobre un espejo y cuando termina el tiempo de su manifestación se retiran al centro de donde proceden. (p. 371)

La esperanza, la vida y la juventud que simboliza el color verde tienen que ver, dice Filaleteo, con un bálsamo astral, un húmedo radical elemental que, estando compuesto de superiores e inferiores, restaura el cuerpo y el espíritu. Y concluye este autor:

Posee la anatomía del cielo y la tierra, su vientre está lleno de luz y de vida, y cuando penetra en las partes bajas del mundo las recubre de un cierto verdor, las hace germinar en flores y nos ofrece una cosa que se parece mucho al paraíso perdido. (pp. 428 y 429)

El paraíso perdido y reencontrado por los cabalistas judíos, por los filósofos por el fuego y por los visionarios sufís. Todos ellos conocen la realidad que se simboliza por el verde, el que aparece en la Light Box multiplicado infinitamente en unos espejos.

 

NOTA: Los fragmentos de Eugenio Filaleteo, el alias de Thomas Vaughan, pertenecen a la edición de sus obras completas realizada por Arthur Edward  Waite y publicada por Kessinger Publishing’s. Rare and Mysthical Reprints.