(La Vanguardia. Cultura’s, 17/09/2008). Perfil: «Raimon Arola lleva media vida dando a conocer los símbolos alquímicos. Al hilo de su nuevo ensayo, repasamos su pensamiento y su extensa bibliografía», por Ada Cruz.

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[NOTICIA]

Texto de Ada Cruz

Devolver a la alquimia el sentido que tenía en la edad media y el Re­nacimiento «es una ardua tarea». Así lo piensa Raimon Arola (Tarra­gona, 1956), doctor en Historia del Arte que desde hace más de quin­ce años imparte la asignatura de Simbolismo en la facultad de Be­llas Artes de la UB. «Lo que nos lle­ga hoy de la alquimia son las miga­jas», se lamenta el profesor. «Se ha llegado a utilizar como adjetivo de una transformación misteriosa, sin explicación aparente… perdiendo el conocimiento que entrañaba en la antigüedad.» Arola lleva media vida dando a conocer los símbolos de la alquimia, a través de una obra ensayística orientada a reencon­trar su sentido espiritual y filosófi­co original.

Su último ensayo, Alquimia y re­ligión. Los símbolos herméticos del siglo XVII, explica cómo la conce­bían los reformistas cristianos de la Europa moderna, poco antes de que la alquimia quedase marginada por el racionalismo que ya em­pezaba a imponerse. Y da cuenta de ello a través de los símbolos herméticos que estos utilizaron para transmitir su experiencia interior en busca de la eternidad, de la unión de lo material y lo espiritual, de lo fijo y lo volátil.

La primera referencia sobre la alquimia que tuvo Raimon Arola fue el libro Herreros y alquimistas, del filósofo e historiador de religio­nes Mircea Eliade. Su segundo en­cuentro fue mucho más poético, cuando cayó en sus manos El men­saje reencontrado, del también con­temporáneo Louis Cattiaux. De he­cho, algunos aforismos de este li­bro dan pie a la novela que Arola publicó en el 2003, obra que este año ha vuelto a imprimirse. El bus­cador del orden es una historia de amor, muerte y vida cuyo relato, lleno de referencias simbólicas, es en sí mismo un símbolo de la alqui­mia. Para la portada de la segunda edición, Arola eligió un grabado que también aparece en el amplio anexo de su reciente ensayo. Esta imagen forma parte de Atalanta fugiens, libro alquímico del siglo XVII que contiene partituras, poe­sías e imágenes, es decir, «el arte total, el arte completo». También es transversal la perspectiva que Arola reivindica para el estudio de los símbolos alquímicos. El proble­ma actual, según el autor tarraco­nense, es que cada especialista se encierra en su propio ámbito aca­démico, cuando lo interesante se­ría encontrar los lugares comunes de las diferentes tradiciones artísti­cas y espirituales. Politeístas y mo­noteístas escribieron sobre arte hermético, y «la alquimia intenta­ba aunar el conocimiento comple­to de las distintas disciplinas».

Atenea, diosa de la sabiduría, di­rigía la obra de los alquimistas como a Ulises en sus viajes. Arola diri­ge y coordina la web Arsgravis (www.arsgravis.com) que, si bien nace en el marco de su asignatura, abre sus puertas al diálogo con otras iniciativas y estudios simila­res. La web quiere recuperar el es­tudio de los símbolos en relación con la creación artística, entendi­dos como imágenes universales del inconsciente colectivo indepen­dientemente de su movimiento ar­tístico y su contexto.

 
Literatura y teoría

El buscador del orden permitió al autor expresar las claves de la al­quimia «de una forma más libre». Y sin abandonar su pasión por la simbología, Arola también se aleja del enfoque académico en el poemario Belleza secreta (2003) y el li­bro de cuentos Pequeñas alegrías (2006), este último escrito con Luisa Vert, su esposa. Ahora está preparando una nueva novela. Un respiro en su extensa bibliografía ensayística, en la que destacan Sim­bolismo del templo (1986), Las esta­tuas vivas. Ensayo sobre arte y sim­bolismo (1995), El tarot de Mantegna (1997), Los amores de los dio­ses. Mitología y alquimia (1999), La cabala y la alquimia en la tradición espiritual de occidente, siglos XV-XVII (2002), Images cabalistiques et alchimiques (2003) y Creer lo in­creíble, o lo antiguo y lo nuevo en la historia de las religiones (2006).

La obra de Arola lucha contra la reducción de la alquimia a una sim­ple preciencia. Pues hoy es a menu­do estudiada «como una prequímica, o como un esoterismo mágico sin ningún interés filosófico». Por eso Arola echa en falta más autores que se esfuercen en «reencontrar la intención de los textos alquímicos» en vez de hacer de la alquimia «un escaparate». Sin embargo, ad­mite la dificultad de los crípticos lenguajes de la alquimia, y por eso cree que la clave en su estudio es la paciencia. Ya lo decía Cattiaux en El mensaje reencontrado: «Todo lo que es pacientemente deseado es fácilmente obtenido. Basta con es­coger bien al comienzo, a fin de no recriminar nada al final». La mis­ma paciencia con la que, en el cita­do grabado de Atalanta fugiens, «el alquimista sigue los pasos de la san­ta naturaleza con el cayado de la razón, las lentes de la experiencia y la luz de sus lecturas».

 

Raimon Arola. Universidad Barcelona. Cattiaux. Simbología. Arte. Alquimia.