Artículo de Jean-Christophe Lohest en el que explica un dibujo de Louis Cattiaux, titulado «el brote verde», a partir de citas e imágenes del propio Cattiaux. Un anexo muestra la imagen utilizada en la portada de «La actualidad del hermetismo. El mensaje de Louis Cattiaux»-

Presentación

Louis Cattiaux nos ofrece un dibujo cuyo título «Verdad desnuda–El brote verde» (Vérité nueLa pousse verte) abre el primer capítulo de El Mensaje Reencontrado. Este dibujo, en blanco y negro, está situado en el centro de la composición visual que sigue y constituye en sí mismo un jeroglífico de la obra de la regeneración. Para acercarnos a él, el autor del artículo propone unas pistas de reflexión basadas, por una parte, en una serie de pinturas de Louis Cattiaux y, por otra, en una relación de citas, principalmente sacadas de El Mensaje Reencontrado, que se refieren a cada elemento que forma el dibujo de «el brote verde»: las raíces, el brote, la estrella de seis puntas que aparece en la parte inferior del dibujo y la de cinco puntas en la superior, las dos letras de solve y coagula, etcétera. A partir de aquí nos referiremos a la obra de Cattiaux como El Mensaje.

 

Discurso visual

La verdad

La verdad [1] de Dios reposa dentro de nuestros corazones oscurecidos. / Sólo la gracia y el amor del Señor pueden manifestarla claramente dentro de nosotros mismos y fuera en el mundo tenebroso (El Mensaje 16, 8’).

… sólo Dios desnuda su verdad ante quien él ha escogido, ya que es el único juez de nuestros corazones y el único dueño de su secreto. / Los Sabios, los profetas y los santos de Dios sólo pueden revelarlo en imágenes a los creyentes con temor y temblor (El Mensaje 16, 8’).

El que posee la verdad se esfuerza en aplicarla a sí mismo…/ La verdad que separa y que une (El Mensaje 1, 1).

Primero la verdad aparece cruda, después hay que cocerla para ofrecerla a los hombres (El Mensaje 3, 41’).

La verdad reposa en el interior de cada tierra (El Mensaje 4, 52).

La verdad germinará de la tierra y nuestra tierra dará su fruto. (Salmos 85, 11-13, citado al final del libro 3 de El Mensaje).

El brote verde

«La tierra —escribe Louis Cattiaux [2]—, por el tiempo, manifiesta la verdad desnuda. El brote verde

…Entonces, la fe estará en nosotros como la sobreabundancia de las potencias de la vida divina que desborda nuestros estrechos límites bajo el empuje [la poussée, impulso vegetativo] irresistible del amor (El Mensaje 13, 22’).

El que se abre a Dios germinará como un hueso de fruta que es regado… (El Mensaje 7, 29’).

El Señor enviará sus aguaceros sobre la simiente que ha escondido en la tierra. Ciertamente, la hará germinar (El Mensaje 14, 6’).

Las raíces

A ejemplo de los gérmenes que se desarrollan largo tiempo en la oscuridad y brotan de repente a la luz para madurar y fructificar en el don de sí mismos, así, nuestro amor en Dios incuba mucho tiempo en las tinieblas de la fe, para aparecer en el día de la esperanza y realizarse plenamente en la virtud multiplicativa del amor. «Ésta es la muerte y ésta es la vida en Dios» (El Mensaje 16, 30 y 31).

No temamos desarrollar mucho tiempo nuestras raíces en las tinieblas de la fe nutricia, ya que, cuando germinemos en la luz de Dios, ninguna tempestad podrá abatirnos y el peso de nuestro crecimiento en el cielo no podrá hacernos caer en el abismo (El Mensaje 21, 28).

En cuanto a nosotros, basta con que nuestros corazones germinen en las tinieblas del mundo, florezcan en la luz del Único y se fijen en su sol glorioso (El Mensaje 20, 67’).

 

La estrella de seis puntas

El final es como el principio, pero el medio nos ilumina. / «La Plegaria, la Estrella, la Piedra» (El Mensaje 1, 2’).

… manifestar, encarnar el sol en la estrella de la mañana salida de la tierra tenebrosa (El Mensaje 1, 18’).

… la soledad interior donde se incuba la estrella de nuestro nacimiento divino (El Mensaje 3, 40).

La suavidad del fuego hace brotar el manantial de las estrellas. / ¡Oh germinación! (El Mensaje 4, 65’).

No basta con que Dios esté oculto en nosotros, también es necesario que brille ahí desmesuradamente como la estrella de nuestro nuevo nacimiento (El Mensaje 9, 25’).

… un sabio descubrió la estrella que le condujo hasta la virgen madre y hasta el niño rey (El Mensaje 28, 53).

La luna y el sol

La luna y el sol saldrán de nuevo del mar al final de la larga noche, y yo alabaré el secreto de mi Señor en la eternidad de su don magnífico (El Mensaje 4, 83’).

La mujer y el hombre interiores son los que tenemos que hacer emerger del caos mediante el auxilio divino de la gracia que abre y del amor que fecunda (El Mensaje 12, 34’).

El mercurio

Emmanuel d’Hooghvorst explica el sentido del símbolo del mercurio: «La iconografía cristiana coloca al niño Jesús en un pesebre, junto al buey y al asno que lo calientan; el asno sirve también de montura a la Sagrada Familia en su huida a Egipto. En el pesebre, que no es otra cosa que una madera hueca, el asno indica junto con el buey el calor que calienta y cuece desde el exterior al Niño-Sol. Si se representa el asno o el cuerpo con una cruz, y el buey, que es el espíritu o parte volátil que se une a ese cuerpo, se obtiene, el espíritu-cuerpo del Universo. Cuando se unen para calentar e incubar al niño de los filósofos, el conjunto se representa con el signo de Mercurio».[3]

S+C: solve y coagula

«Toda —escribe Louis Cattiaux [4]— la ciencia consiste en disolver, separar y a unir la única claridad de las estrellas.»

¡Oh, fuego fluyente que disuelve y coagula, nuestro Señor fecundante! (El Mensaje 8, 46’).

Dios nos disolverá y nos coagulará de nuevo en la pureza (El Mensaje 8, 46’).

Hay que disolver antes de coagular. Es la ley del cielo y de la tierra (El Mensaje 31, 39 y 39’).

«El mercurio —Louis Cattiaux[5]— de los filósofos sólo disuelve las cosas de su propia naturaleza, que limpia y vuelve a coagular

El sello mercurial

«El sello —escribe Louis Cattiaux [6]— es mi nombre: CATTIAUX, vinculado con el símbolo del mercurio, del solve coagula y al de la piedra perfecta con el origen y el fin.»

La estrella de cinco puntas

«Cuando el cielo se reúne con la tierra, la piedra es reconstituida. El fuego de fusión los une, como lo haría el cemento. La letra chin une IH con VH, es decir Iehochouah, Jesús. »

… donde la alegría de vida danza eternamente en torno a tu amor inmutable (El Mensaje 21, 48’).

A modo de conclusión

«La naturaleza —escribe Cattiaux en una carta— no violenta nada cuando da a luz. Todos los gérmenes se desarrollan en las tinieblas, y a su tiempo salen a la luz. Para nacer, no se trata de luchar, se trata de descansar, de abrirse, en resumen, de morir. Después es cuando hay que luchar y esta lucha es amor, es decir, captación de la luz. La fe nos hace germinar, la esperanza nos hace salir de la tierra y la caridad nos hace crecer y nos da el crecimiento en todo. No veo en ello ninguna violencia y cualquier coacción detiene el proceso de vida».[8]

Anexo

Portada del libro La actualidad del hermetismo. El mensaje de Louis Cattiaux, de Raimon Arola y Lluïsa Vert. en la que aparece el jeroglífico de «El brote verde»

 

NOTAS

[1]  Las cursivas son nuestras en todas la citas del artículo

[2] Nota manuscrita de Louis Cattiaux.

[3] El Hilo de Penélope, Arola Editors, Tarragona 2000, p. 312.

[4] Nota manuscrita de Louis Cattiaux.

[5] Nota manuscrita de Louis Cattiaux.

[6] Nota manuscrita de Louis Cattiaux.

[8] Carta de Louis Cattiaux a Chauvet, LA PUERTA 74, n° 50, p. 43

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