Fragmento del «Sefer haZohar», o «Libro del resplandor», que trata sobre la belleza y la alegría de los justos en el día de la resurrección con un comentario de Raimon Arola. Del libro, «Textos y glosas sobre el arte sagrado»

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La alegría mesiánica

a) Texto del Zohar

(Se trata de un fragmento del Midrash ha Neelam, incluido en el Zohar (Vayera 113b-114a), en el que se comen­ta el pasaje de Gn, 21-1: «Y el Señor visitó a Sarah según lo que había dicho» y donde aparece precisamente la palabra zohar, ‘resplandor’)

Dijo Rabí Pinjas: En el tiempo porvenir, el Santo, ben­dito sea, embellecerá el cuerpo de los justos con la belleza del Adán primordial, cuando entró en el Jardín de Edén, ya que está dicho: «Y el Señor te conducirá siempre… y serás como un jardín regado». (Is 58, 11). Dijo Rabí Leví: Cuando el alma vive en las alturas, se alimenta de la luz superior y se viste de ella, pero cuando penetre en el cuerpo del mundo porvenir, el alma se unirá realmente con esta luz y entonces el cuerpo brillará como el resplandor (zohar) del firmamento. Esto es lo que está escrito: «Y los inteligentes brilla­rán como el esplendor del firmamento» (Dn 12, 3). Y los hijos del hombre obtendrán un conocimiento completo, ya que está dicho: «Pues la tierra se llenará del conocimiento del Señor» (Is 11, 9).

En el tiempo porvenir, el Santo, ben­dito sea, embellecerá el cuerpo de los justos con la belleza del Adán primordial, cuando entró en el Jardín de Edén

¿De dónde lo sabemos? De lo que está escrito: «Y el Señor te conducirá siempre y saciará tu espíritu en los lugares áridos, -es decir: la luz superior- y serás un jardín regado y como una fuente cuyas aguas no se agotan, -es decir: el conocimiento del Creador, que sea bendito y exaltado-» (Is 58, 11). Entonces las criaturas sabrán que el alma que se ha unido a ellas, es el alma de vida, el alma de delicias que recibe los placeres de arriba y las ataduras para el cuerpo, y todos estarán asombrados y dirán: «Qué bella y encantadora eres, amor en los placeres» (Cn 7, 7); -es decir: el alma en el mundo por venir.

Dijo Rabí Judá: Ven y ve, que así está escrito: «Un rey está encadenado en los conductos» (Cn 7, 6), y después está escrito: «Qué bella y en­cantadora eres» (Cn 7, 7). Dijo Rabí Yehudá: ¡En este tiempo, el Santo, bendito sea, se alegrará en su Mundo y se alegra­rá en sus criaturas, ya que está dicho: «El señor se alegrará en sus obras» (Sl 104, 31).

Entonces habrá una risa en el mundo como no la hay actualmente.

Entonces habrá una risa en el mundo como no la hay actualmente. Está escrito: «Entonces nuestra boca será llena de risa» (Sl 126, 2), que es lo mismo que está escrito: «Y dijo Sarah: Dios me hizo una risa» (Gn 21, 6), ya que entonces los hijos del hombre podrán decir un cántico, ya que será el tiempo de la risa. Dijo Rabí Aba: El día que el Santo, bendito sea, se alegre con sus criaturas, será  una alegría tal como no la hubo desde el día que fue creado el mundo.

 

b) Glosa del texto del Zohar

En este texto se dice con claridad qué cosa es la belle­za producida mediante el arte sagrado: La verdadera belle­za que se halla sin lugar a dudas en la regeneración del hombre, es la que habita en el cuerpo glorioso de los resucitados, la que se origina cuando el Señor se alegra en sus obras. Podría decirse que es la culminación del amor.

La verdadera belle­za se halla sin lugar a dudas en la regeneración del hombre

En las doctrinas tradicionales o en los textos revelados se habla de un solo arte, una ciencia, una enseñanza, una religión; siempre la misma: el retorno del hombre caído a su fuente primor­dial, allí donde el cuerpo se une realmente con la luz superior, como está escrito en el Zohar.

Se trata de un arte que sólo pertenece a Dios. Así lo explica el fragmento del Zohar que comenta el pasaje del Génesis (21, 1), y que se refiere a la visita del Señor a Sarah. Ésta tiene noventa años y según los usos del mundo no puede engendrar, pero por la intervención del Señor, Sarah tendrá un hijo, Isaac (que significa “reirá”), la auténtica alegría de los justos, o la alegría mesiánica, es también la obra del Señor en la que se alegra.

Isaac, que significa “reirá”, es la auténtica alegría de los justos, o la alegría mesiánica, es también  la obra del Señor en la que se alegra.

El Señor es quien puede darnos como posteridad el alma divina que no tenemos y quien  nos regenerará para ser herederos de su gloria. San Pablo habla de este misterio en I Corintios, 42 y ss.: «Así es en la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción y resucita en incorrupción. Se siembra en vileza y se levanta en gloria. Se siembra en flaqueza y se levanta en poder. Se siembra cuerpo animal y se levanta cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo animal, también lo hay espiritual. Por esto está escrito: El primer Adán fue hecho alma viva, pero el último será soplo vivifi­cante. Pero no es primero lo espiritual, sino lo animal; después lo espiritual. El primer hombre fue de la tierra, terreno, el segundo hombre fue del cielo.»

La belleza que los auténticos artistas buscan es la que da el Señor cuando, en el mundo por venir, embellezca el cuerpo de los justos, es decir, cuando el cuerpo animal sea transformado en cuerpo espiritual. En esta belleza está el conocimiento del Creador y gracias a ella el Santo, bendito sea, se alegrará con sus criaturas. En este conocimiento, lo múltiple e indefinido de la creación se concentra en la Única realidad.

La belleza que los auténticos artistas buscan es la que da el Señor cuando, en el mundo por venir, embellezca el cuerpo de los justos,

Plutarco escribe que considera al conocimiento una cualidad propia de Zeus, pues si se viera privado del conocimiento y de la sabidu­ría de lo que existe, su inmortalidad no sería ya vida, sino mera duración de tiempo. Como está escrito en El Mensaje Reencontrado, sin la belleza, Dios no puede conocerse: «El agua de vida fluirá de su centro secreto y la belleza de la creación señorial se mirará en la in­mortalidad reencontrada». (MR 33, 27′).

En el texto del Zohar, se habla del último sentido del arte; también Emmanuel d’Hooghvorst, al hablar de la verdadera poesía, se refiere a este sentido último cuando afirma : «Esta poesía anuncia un arte aún más noble que sólo encuentra su justificación en sí mismo, en la gratuidad de un eterno reposo: es la fiesta en la que el rey púber se divierte y ríe en su Olimpo, es el Gran Arte al que aspiran, mediante las operaciones de la Gran Obra, los sabios quymicos». (El hilo de Penélope, Tarragona, 2000, p. 104).

Sin la belleza y el arte, Dios no puede conocerse

En otro fragmento del Zohar (Berechit I, 3) se cuenta que Dios le dio al primer hombre la belleza de la luz del primer día de la creación, pero, a causa de la caída y para preservarla en toda su pureza, la escondió y la guardó para los justos en el mundo por venir, éste es el sentido del siguiente versículo de las Escrituras: «Qué grande es tu Belleza que guardas para los que te temen» (Sl 31, 20).

Nuestro mundo no está hecho según la belleza primigenia sino que ésta se mantiene oculta bajo las cortezas exteriores para manifestarse en el día de la resurrección; entonces lo que estaba oculto se manifestará, y la belleza «brillará como el resplandor (zohar) del firmamento» (Dn 12, 3).

En el día de la resurrección lo que estaba oculto se manifestará, y la belleza «brillará como el resplandor  del firmamento»

Estamos convencidos de que esto no es una metáfora ni una imagen poética, pero, ¿qué hombre podrá contemplarla si no la ha deseado y buscado durante todos los días de su vida?