En esta entrada se han reunido algunas de las reseñas más interesantes sobre «El símbolo renovado» que han aparecido en distintos medios.

Reseña de la edición francesa

Reseña de Rémi Boyer

La Lettre du Crocodile

Nunca insistiremos lo bastante en la importancia de la obra de Louis Cattiaux (1904-1953). El libro de Raimon Arola es una buena oportunidad para sumergirse en El Mensaje Reencontrado, el texto más importante de Louis Catttiaux, pero también en el libro de imágenes herméticas que nos ofrece su pintura. El Mensaje Reencontrado es de lectura difícil y demanda de un compromiso incondicional.

Nunca insistiremos lo bastante en la importancia de la obra de Louis Cattiaux. El Mensaje Reencontrado es de lectura difícil y demanda de un compromiso incondicional.

«Pinturas, poemas, cartas, cuadernos de notas y su ensayo sobre la pintura titulado Física y metafísica de la pintura, aportan una ayuda preciosa a la compresión del libro» nos dice Raimon Arola, cuyo ensayo no pretende descodificar El Mensaje Reencontrado, sino dar un método para descubrirlo, método organizado en torno a la función del símbolo, indisociable de las Sagradas Escrituras.

Empieza por separar la personalidad de Louis Cattiaux de su obra que renueva y vivifica el símbolo más allá de la voluntad de Cattiaux que no se consideraba el autor de El Mensaje Reencontrado.  El símbolo no es tanto un objeto a interpretar sino más bien un sujeto dinámico : «Dios inspira los símbolos que permiten comprenderlo»

La segunda parte, muy necesaria, estudia el vínculo entre el arte y el símbolo a la luz de la práctica artística del siglo pasado y más particularmente de sus vanguardias surrealistas principalmente. Louis Cattiaux participó en esta vida artística tan creativa como animada, antes de alejarse de ella con otros pintores deseosos de reencontrar profundidad e integridad. Crearon el Transhylismo, que anima a ir más allá. Se trata de ir «lejos, muy lejos, fuera de los muros del espacio y del tiempo». Para Louis Cattiaux, no podía haber arte sin la vida del espíritu. Arte e iniciación, arte y magia, arte y ocultismo, arte y hermetismo, arte y metafísica…

Para Louis Cattiaux, no podía haber arte sin la vida del espíritu.

En la tercera parte se analizan las relaciones entre la física y la metafísica que, lejos de oponerse, se unen en un camino espiritual. De «la magia como origen del arte» a la búsqueda del Nombre, es el proceso mismo de la iniciación que es abordado a través de la pintura.

La cuarta parte de la obra está dedicada al mensaje hermético de la obra de Louis Cattiaux, que ha estudiado, meditado y practicado los textos alquímicos medievales y los posteriores hasta el s. XVII, extensamente. Se trata de profundizar en los misterios a fin de ponerlos en práctica.

«Louis Cattiaux, escribe Raimon Arola, recupera la intención de los primeros hermetistas. Lejos de la cacofonía mantenida en el s. XIX en torno al esoterismo y la alquimia, usando, sin embargo, la misma terminología, Cattiaux encuentra de nuevo la unidad del misterio de Dios a través de todas las tradiciones».

«Cattiaux encuentra de nuevo la unidad del misterio de Dios a través de todas las tradiciones».

La búsqueda del «arte después del arte», El Mensaje Reencontrado es una joya que brilla más allá y a través de las formas tradicionales. La palabra y el símbolo son restaurados en su sentido primero, generadores no de saberes, sino de Conocimiento.

El propósito de Raimon Arola es restituirle al símbolo su poder a través de la obra inclasificable de Louis Cattiaux. Dotado de unas muy bellas páginas con ilustraciones en color, este libro interesará a los amantes del arte, del hermetismo y de la metafísica.

Le symbole renouvelé. A propos de l’œuvre de Louis Cattiaux de Raimon Arola. Editions Philomène Alchimie, 383 route de Montfort, 27520 Bosguérard de Marcouville.

 

Presentación de Raimund Herder y Victoria Cirlot

 Librería La Central

Reseña de Ivan Pintor 

La Vanguardia

LV.-EL-SIMBOLO

 

El estudioso catalán Raimon Arola no sólo desvela la fascinante figura del singular pintor Louis Cattiaux, sino que explora la fuerza del símbolo, la magia y la tradición hermética occidental del Renacimiento
El símbolo crea la materia, la moldea. A través de cada símbolo particular y del vértice último de toda forma simbólica, esa transparencia de la eternidad en el tiempo que la tradición llama dios, emerge la primera experiencia de la materia que tiene el ser humano: la dureza de la tierra, el correr del agua, el ímpetu del viento y el crepitar tentador del fuego. Cuando, una mañana de invierno de 1952, Louis Cattiaux, que por entonces firmaba en su tarjeta de visita como “pintor, poeta y boticario”, se adentró en la iglesia de Limal, en Bélgica, observó el altar, y lejos de prosternarse en dirección al sagrario, se acercó a la estufa que caldeaba la basílica y se dejó caer de rodillas ante la lumbre. Allí, frente a la mirada atónita de su familia y ajeno a la cruz y los objetos litúrgicos, se quedó adorando a una llama en la que se consumía la misma imagen del fulgor divino que atraviesa todas las religiones, el símbolo reencontrado en la incandescencia del fuego.

 A través de cada símbolo particular y del vértice último de toda forma simbólica, esa transparencia de la eternidad en el tiempo que la tradición llama dios, emerge la primera experiencia del ser humano

Tanto la pintura como la prosa de Cattiaux constituyen el hilo sobre el que Raimon Arola despliega una reflexión sobre el lugar del símbolo en el mundo contemporáneo, tomando como espejo la filosofía hermética del Renacimiento. Arola, como ha sugerido en sus muchos libros –desde Simbolismo del templo hasta La cábala y la alquimia en la tradición espiritual de Occidente– y a lo largo de su trayectoria docente, sostiene que “el esoterismo bien entendido podría ser el vínculo que permitiera un diálogo interreligioso y globalizado”. El símbolo renovado es una exploración del nexo entre la creación artística y el símbolo, la magia y la alquimia. Solve et coagula, el lema de los alquimistas para describir el ciclo de condensación en su búsqueda de la Gran Obra, parece ser también la divisa de Arola, cuya investigación se expande y se contrae sin cesar en torno a la figura de Cattiaux. “Existen cuarenta mil pintores en París –escribía sobre Cattiaux su amigo Rousselot–. Sólo uno sacude sus alfombras sobre las verjas de Sainte-Clothilde, por la mañana; sólo uno vive en el campo en plena capital, con su gato sobre las rodillas: es Cattiaux”. Pero ¿quién fue realmente Cattiaux? Visionario, fascinado por la alquimia y convertido como Huysmans al catolicismo, apareció en París en 1932, con veintiocho años, y puso en marcha un círculo próximo al surrealismo pero opuesto a la ortodoxia de Breton y Éluard: el transhylismo, que tuvo su centro en la galería Gravitations, así bautizada en homenaje al poemario de Supervieille, figura señera de la poesía francesa de la época. Tras la extinción del grupo, Cattiaux siguió viviendo en la galería, en la calle Périer, y allí se dedicó a pintar y sobre todo, a componer, hasta su muerte, un extraño libro profético, El mensaje reencontrado.

El fuego y Dios

“Todo lo que está sujeto al fuego no es de Dios, pues Dios es la esencia misma del fuego”, señala una de las entradas del libro. El estilo aforístico de El mensaje reencontrado, editado al igual que El símbolo renovado por Herder y ya abordado por Arola en la magnífica revista on line Arsgravis, arte y simbolismo (arsgravis.com), fascinó a pensadores como René Guénon con su ars combinatoria de epigramas que Cattiaux aseguraba revelados. En el estrecho encaje con el que Cattiaux fue trenzando sus pinturas con el libro, se perfila su admiración por el pintor-poeta William Blake y por la cadena áurea de artistas y filósofos que, de Jung a Pico della Mirandola, han custodiado la llama de la imaginación creadora en Occidente.
Sobre la portada de El mensaje reencontrado, y franqueando asimismo El símbolo renovado, un sencillo anagrama sintetiza la poética de Cattiaux: el símbolo de Mercurio floreciendo de un corazón, muy semejante en su forma al lienzo El fruto de la tierra, en el que la cruz vaciada en el tronco del árbol sagrado, frente a un sol crepuscular, constituye un canto a la luz, a la esencia que el artista destila, según Cattiaux, a partir del fuego divino: “El que modela la luz a / Su voz y la anima / Con su soplo / Es como / Dios”.

  ♦

Reseña de Carlos Javier González Serrano

(Publicada en Tarántula. Revista cultural)

catt2 (2)

La historia “oficial” del arte, al igual que ocurre en el caso de la filosofía o la literatura, presenta un canon de autores que, por unas razones u otras, han pasado a engrosar un índice más o menos intocable -y pretendidamente objetivo- en el estudio de las mencionadas disciplinas.

La historia “oficial” del arte, al igual que ocurre en otras disciplinas, presenta un canon de autores que han pasado a engrosar un índice más o menos intocable y pretendidamente objetivo.

Los encargados de diseñar los planes de estudio de la enseñanza media, y no digamos de la universitaria -que con la reforma de Bolonia se han visto reducidos a su mínima expresión-, se ven obligados a desarrollar un panorama temático lo suficientemente amplio que aporte a los alumnos un elenco de conocimientos que permita a éstos hacerse cargo de la historia y enjundia de cada materia en cuestión en el seno de la historia de la humanidad.

 catt2 (1)

Como no podía ser de otra manera, esta forma de “estudiar” el devenir idiosincrásico de cada disciplina -por muy grandilocuentes objetivos que se proponga- no acierta sino a ofrecer una formación que, de tan multidisciplinar y picotera, casi impide (e impediría del todo, si no fuera por los sobresalientes profesionales de la enseñanza con los que contamos en España) un mínimo de rigor a la hora de afrontar el estudio de la filosofía, la historia o la historia del arte o, en definitiva, cualquier disciplina humanística.

A pesar del difícil momento económico por el que pasa el sector del libro, contamos en España con una lista nada despreciable de editoriales que nos empujan a inmiscuirnos en auténticas terras incognitas que nuestro cada vez más diezmado sistema educativo no tiene reparos en dejar vírgenes.

Herder, sin duda uno de los sellos más importantes del panorama editorial español (os recomiendo vivamente pasar un rato ojeando su extensísimo catálogo), acaba de publicar un volumen en el que su autor, Raimon Arola (profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona), se hace cargo de una de esas figuras que, fatal y criminalmente, se hallan proscritas de los mentados planes de estudio: se trata del visionario pintor y escritor francés Louis Cattiaux¿Por qué esta condición de artista “subterráneo”? Quizás encontremos una incipiente respuesta en las palabras que Arola escribe en la “Presentación” del libro:

La búsqueda de Cattiaux anunció […] el sentido del símbolo como una realidad que cristaliza, con sus luces y sombras. Una realidad que obliga a precisar con el máximo rigor posible las características de las nuevas morfologías que tratan de la única experiencia espiritual inherente al hombre.

La titánica indagación «espiritual” que Cattiaux lleva a cabo a través de su obra, ha servido para que muchos la clasifiquen, de manera parcial y errónea, como “esotérica”, un término, a juicio de Arola, que “se ha degradado hasta llegar a ser sinónimo de superstición, una especie de magia infundada sin relación con la religión, ni con la filosofía, ni con las ciencias humanas”.

La titánica indagación «espiritual” que Cattiaux lleva a cabo a través de su obra, ha servido para que muchos la clasifiquen, de manera parcial y errónea, como “esotérica”, un término, a juicio de Arola, que “se ha degradado hasta llegar a ser sinónimo de superstición

Tenemos, pues, un primer ingrediente polémico que, de primeras, hace atractiva la figura de Cattiaux: el atrevimiento de enfrentarse, sincera y genialmente, al sustrato anímico del ser humano a través de la revelación. Una revelación que estuvo muy presente en la redacción de su obra principal (también publicada en edición magnífica por Herder): El mensaje reencontrado. “Un libro muy especial”, como apunta el autor de este ensayo, en el que Cattiaux hace patente la nostalgia del hombre de este tercer milenio por conocer simbólicamente (en contraposición al mero conocimiento científico) y que nos abre la posibilidad de vivir de un modo distinto nuestra relación con la realidad.

catt5

Lo cierto es que Louis Cattiaux redactó El mensaje reencontrado, como decimos, bajo el influjo de cierta inspiración que incluso le lleva a excusarse de una manera del todo singular y elocuente:

Los defectos y las insuficiencias del Libro se han de imputar a nuestra debilidad y a nuestra indigencia excrementales, que pertenecen a la nada cenagosa. Las cualidades y bellezas de la obra se han de atribuir a nuestra luz sustancial y a nuestra inspiración esencial, que pertenecen a Dios.

Inmersos en esta “nada cenagosa” (¡qué expresión tan maravillosa!), ¿qué nos cabe esperar? Cattiaux consideraba un paso necesario introducirse en los mundos ocultos, acaso vedados definitivamente, que se nos presentan como fronteras no-traspasables para nuestra capacidad cognoscitiva. “Para el joven Cattiaux -escribe Raimon Arola-, el conocimiento de estos mundos tenía sentido en la medida en que podían desvelar el Ser interior y todopoderoso que conduce al hombre nuevo. Identificaba esta búsqueda con una philosophia perenne en la que lo particular de cada individuo se encontraba con lo trascendente y universal”.

“Para el joven Cattiaux -escribe Raimon Arola-, el conocimiento de estos mundos tenía sentido en la medida en que podían desvelar el Ser interior y todopoderoso que conduce al hombre nuevo.

Una intención, la de de emplear el arte como vehículo de transición entre nuestra realidad aparente y una trascendente o superior (aunque, en cualquier caso, exista una prodigiosa relación entre ambas), que hermana llamativamente a Cattiaux con autores de la talla de William Blake o V. Kandinsky. Recordemos las palabras de este último en De lo espiritual en el arte: “La verdadera obra de arte nace misteriosamente por vía mística. Separada de él, adquiere vida propia, se convierte en una personalidad, un sujeto independiente que respira individualmente y que tiene una vida material real”. Y como explica Arola, en conexión con este fragmento de Kandinsky:

La función del arte según Cattiaux sería, pues, encontrar y desvelar los signos divinos ocultos en el mundo. Una vieja idea relacionada casi siempre con la magia y las ciencias ocultas pero menos con la creación artística, quizá por eso Cattiaux escribió lo siguiente en Física y metafísica de la pintura: “El arte es mágico o no es”. Entendiendo, eso sí, la magia como la ciencia de Dios.

Una lectura muy recomendable, en la que la amena y rigurosa pluma del profesor Raimon Arola nos invita a escuchar una de las voces menos conocidas -pero más profusas, delicadas y profundas- del panorama artístico y ensayístico de la primera mitad del siglo XX, Louis Cattiaux, a través de un volumen exquisitamente editado (como es costumbre en Herder), que incluye más de 40 imágenes a todo color en las que se repasa la obra del autor francés. Un libro que, seguro, está llamado a convertirse en la mejor puerta de entrada en español al trabajo de Cattiaux.

“El arte es el conducto que nos comunica con lo Universal.”

Louis Cattiaux, Física y metafísica de la pintura

  ♦

«La France et les Français vus d’ailleurs»

  ♦

Reseña de Catherine d’Oultremont,

«Le Miror d’Isis» 

Raimon Arola, doctor en Historia del Arte y profesor de la Universitat de Barcelona, es uno de los principales especialistas del simbolismo sagrado, del arte y de la tradición hermética. Publicó, hace ya algunos años, una obra dedicada al simbolismo de la obra pictórica de Louis Cattiaux. Editada originalmente en español por la editorial Herder, este libro ha sido traducido al francés por Jeanne d’Hooghvorst. Contiene numerosas ilustraciones en color de las obras de Louis Cattiaux, que el autor examina en profundidad, a fin de extraer toda su enseñanza simbólica. Esta obra es una puerta abierta a la obra magistral del este pintor y escritor hermético que es el autor de El Mensaje Reencontrado, que destiló una parte de su enseñanza mediante sus pinturas.

“Una mañana de invierno de 1952, Louis Cattiaux va con un amigo a la iglesia de Limal, en Bélgica, para asistir al oficio del domingo. Antes de sentarse, Cattiaux se arrodilla ostensiblemente y con el mayor respeto ante la estufa, en vez de hacerlo ante el Santísimo Sacramento. Esta anécdota ilustra la personalidad del autor de El Mensaje Reencontrado, un libro excepcional que articulará este ensayo. Pero la anécdota contiene una enseñanza, pues al arrodillarse ante el fuego de la estufa en vez de ante el altar, Cattiaux renovó el sentido del símbolo de la presencia divina entre los hombres: y por eso lo reconoció en el fuego más que en los objetos litúrgicos. Aquella mañana, el fuego en la estufa se le presentó a Cattiaux como un símbolo vivo, y él lo reconoció como un instrumento para explicar una verdad que había comprendida y había hecha suya. Sin embargo, repetir lo que hizo Cattiaux tendría poco que ver con la vivificación del símbolo, obviamente sería un gesto superficial y sin valor cognoscitivo”.

Reseña de Teresa Costa-Gramunt

(Blog de Teresa Costa-Gramunt)

cattiaux.teresa

Potser no hauria de resultar estrany que un autor com Louis Cattiaux (1904-1953), que en la seva tarjeta de presentació posava: pintor, poeta i boticari, i qui entengués, entengués, fos un autor marginat

I, no obstant això, quan se’l coneix, sobretot a través de la seva obra magna, El missatge retrobat, es plany aquest oblit o ignorància. Cattiaux va ser un personatge polifacètic. Com a pintor basti contemplar les seves singulars creacions artístiques i recordar una de les seves obres al respecte, Física i metafísica de la pintura. Cattiaux va ser un artista filòsof alquimista en ple segle XX. És a dir: un savi.

A Cattiaux, quan se’l coneix, sobretot a través de la seva obra magna, El missatge retrobat, es plany aquest oblit o ignorància.

¿Per què es desconeix l’obra de Louis Cattiaux, una obra fulgurant com la llum de l’aurora que va obrint camins en la nit? En un món com el nostre, en el qual pesa tant la matèria i s’eleva a categoria de veritat el que només és la màscara, personatges de valor espiritual com Cattiaux desconcerten, o incomoden perquè fan d’espills del que en la vida intuïm que és l’essencial.

No és fàcil entrar en l’obra de Louis Cattiaux, ni en la plàstica (tan plena de símbols!) ni en la literària revelada, ja que El missatge retrobat és un llibre revelat. Un llibre revelat al segle XX? I, tanmateix, ho va ser, i el seu autor algú que, com els bons alquimistes, va treballar de nit i de dia per tornar transparent la seva naturalesa opaca. Pura metamorfosi de l’ésser que només és possible si un, una, està disposat a passar pels treballs de solve et coagula, és a dir: de dissoldre la vella personalitat per néixer a la nova, l’home nou del qual parla l’Evangeli.

 El missatge retrobat de Louis Cattiaux és un llibre inclassificable, no és un llibre discursiu. El missatge retrobat està escrit amb un llenguatge simbòlic heretat de la filosofia hermètica, un coneixement que va pretendre aglutinar entorn del cristianisme sabers tradicionals d’altres cultures i èpoques. La filosofia hermètica és una filosofia globalitzadora que va donar-se sobretot en el Renaixement, i que l’autor francès, seguint la veta lluminosa que en els segles posteriors va quedar amagada com les aigües del riu Guadiana, renova en el seu llibre.

El missatge retrobat està escrit amb un llenguatge simbòlic heretat de la filosofia hermètica, un coneixement que va pretendre aglutinar entorn del cristianisme sabers tradicionals d’altres cultures i èpoques.

És per aquest motiu que el professor Raimon Arola ha titulat El Símbolo Renovado. A propósito de la obra de Louis Cattiaux(Herder), a l’hora d’aprofundir en el significat de l’obra de Cattiaux, una obra tan fora del comú com és El missatge retrobat. Seguint la proposta espiritual, regeneradora, de Louis Cattiaux, El símbolo renovado de Raimon Arola es presenta com un llibre obert que busca estudiar i interpretar l’enorme riquesa dels símbols tradicionals que apareixen escrits en el llibre de Cattiaux en forma d’aforismes. Tot amb el noble propòsit de fer-los presents, vius, encarnats.

Amb la lectura de Cattiaux veiem que el símbol si no és experiència viva no és símbol. Es diu en el relat bíblic que els humans vam ser creats a imatge i semblança de Déu. Amb la caiguda vam perdre la semblança divina i tota la nostra vida no és sinó un exili d’aquella condició de puresa original que va quedar a les portes del Paradís. Tot aquest relat no és altra cosa que el relat símbolic del sentit/recorregut de la nostra existència, aquest misteri que comença amb l’encarnació o entrada de l’esperit en la matèria. D’aquí ve que les Sagrades Escriptures, provinguin de la creença que provinguin, hagin de llegir-se segons el llenguatge simbòlic. Altrament ens perdem, i ben perduts sembla que estem, en la lletra buidada de l’esperit de Déu. Només l’esperit de Déu ens pot retornar la semblança amb Déu si, a través de la seva gràcia i del nostre treball per fer fructificar els seus dons o talents, el deixem obrar en la nostra evolució. Déu, o la Vida en el seu sentit més ple, s’expressa a través nostre quan no li posem paravents que ocultin la seva llum. Així, segons es desprèn del llenguatge bíblic, un dels més grans símbols que manifesten la creació/evolució còsmica som els humans. Com a símbols vivents que som, hem de treballar la nostra naturalesa basta per tal de regenerar-la fins que esdevingui llum de la veritat, o imatge i semblança de Déu. Vet aquí el símbol renovat.

Otras referencias al libro

http://temasteologicosyfilosoficos.blogspot.com.es/2013/06/arola-raimon-el-simbolo-renovado.html

http://www.periodistadigital.com/religion/libros/2013/06/28/el-simbolo-renovado-religion-iglesia-libros-herder.shtml

http://www.prestejuan.com/prestejuan/de/raimon-arola-el-simbolo-renovado.asp?Cod=20670&nombre=20670&sesion=7343

http://humanadivinitas.blogspot.com.es/2013/06/el-simbolo-renovado-de-raimon-arola.html

Raimon Arola. Universidad Barcelona. Cattiaux. Simbología. Arte. Alquimia.