Fragmento final del comentario de Emmanuel d’Hooghvorst al cuento de “Barba Azul”, en el que puntualiza a algunas cuestiones básicas para acercarse al mundo de la brujería.

blanc.dAcerca del “sabat” (1) de las brujas  

En su libro sobre ocultismo,(2) el señor Julien Tondriau ha intentado resumir en pocas palabras una descripción del sabat de los brujos y brujas según los clichés encontrados, las más de las veces, en las actas de los interrogatorios de la Inquisición: Las brujas bailan alrededor del diablo llamado Leonard, que ilu­mina la asamblea con su cuerno del medio, y vienen a rendirle culto besándole el trasero, que tiene forma de máscara o de rostro humano. Resumimos mucho. ¿Cómo explicar estas descripciones que tan a menudo concuerdan pese a las diferencias de tiempo y lugar, realizadas por personas consi­deradas zafias e ignorantes?

Las brujas bailan alrededor del diablo llamado Leonard, que ilu­mina la asamblea con su cuerno del medio, y vienen a rendirle culto besándole el trasero, que tiene forma de máscara o de rostro humano.

Los espíritus satánicos sólo se complacen con ilusiones delirantes, no tienen medida ni peso como en el Arte que los hubiera educado, pues son propiamente insensatos. ¿Cómo explicar esta convergencia de los insensatos? ¿No eran estos pretendidos brujos en realidad unos sabios? ¿No han revelado, a propósito de este sabat sacrílego del que se les acu­saba, algo muy distinto cuyo sentido eran totalmente incapaces de cap­tar los inquisidores? ¿Cómo puede ser que sus descripciones evoquen con cierta precisión el vaso de los alquymistas en la primera operación? Aquella luz del cuerno, ¿cornuda? (3), diabólico, por poco que sea des­crita como una luz azul, recuerda la primera conjunción a partir de la cual se hace el mercurio de los filósofos, donde las partes volátiles bai­lan alrededor del fijo antes de ser digeridas en él poco a poco por coc­ción.

¿Cómo puede ser que sus descripciones evoquen con cierta precisión el vaso de los alquymistas en la primera operación?

Este propio fijo es llamado Léonard, anagrama de l’âne d’or, el ‘asno de oro’. ¡He aquí algo curioso! En cuanto al beso in cauda dorsi, recordemos que también formaba parte del ritual de iniciación de los Templarios y que su significado se relaciona asimismo con los misterios antiguos que han sobrevivido tanto tiempo en la Europa cristiana, en una clandestinidad popular. También podríamos hablar del palo de la escoba, de los sapos y de muchas otras cosas que encontramos en las descripciones del sabat. Nos ha bastado simplemente con evocar aquí el tema al que nos volve­remos a referir algún día. Efectivamente, el mismo espíritu puede ser llevado, bien a licencias demoníacas cuando sueña, o bien, cuando vela en misterio de ciencia sagrada, a contemplar aquel baile encendido en el santo vaso.

El mismo espíritu puede ser llevado, bien a licencias demoníacas cuando sueña, o bien, cuando vela en misterio de ciencia sagrada

Los inquisidores no parecen haber sospechado estas máscaras; ciertamente, sólo fueron adoctrinados por el Leteo. Decir respecto a ellos: no han visto más que fuego,(4) no sería conforme a la realidad, ¡pues no vieron absolutamente nada!

(Traducción: J. Lohest-Hooghvorst)

 

Notas

(1) No hay que confundir el sabat de las brujas con el chabat, descanso semanal de los judíos. El primero proviene del griego sabazios uno de los nombres de Baco, de quien en primavera se celebran los misterios llamados sabazia. Este culto, origi­nario de Tracia, estaba muy difundido en Galia bajo el Imperio. Se diferenciaba de los misterios de Dioniso por el hecho de beber cerveza en lugar de vino. En cuanto al chabat, proviene del hebreo chabat y significa ‘reposo’, especialmente el reposo del sép­timo día, y la ceremonia familiar a la que ha dado lugar en el judaísmo es llamada chabat cabalat o ‘don del chabat’.

(2) Diccionario de las ciencias ocultas, Edaf, Madrid, 1992.

(3) En francés cornue es a la vez un sustantivo que significa ‘retorta’ (N. del. T.).

(4) Traducción literal de la expresión francesa ils n’y ont vu que du feu, que significa en el lenguaje corriente ‘no se han enterado de nada’ (N. del T.).

 

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