Reflexión sobre el simbolismo de la risa como el origen de las generaciones divinas, según aparece en un papiro gnóstico del s. III. Artículo de Lluïsa Vert

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1. La risa creadora

El texto que presentamos a continuación, y que proviene de un papiro gnóstico del s. III, trata de la generación de siete dioses por medio de la risa. Antes de analizar lo que significa una creación por medio de la risa, podríamos preguntarnos, al igual que lo hizo Emmanuel d’Hooghvorst en su estudio sobre la Astrología tradicional, si existe en la tierra un arte que pueda producir dioses. El mismo autor responde a esta pregunta afirmando que tradicionalmente existe uno, cuyo fin es el de llevar a la naturaleza hasta su total perfección. Mientras que la Astrología es la ciencia que trata de la naturaleza humana, “existe un Arte celeste, dice d’Hooghvorst, que permite que esta naturaleza alcance su máxima perfección más allá de la cual no hay progreso posible. Es lo que los antiguos nos han enseñado cuando hablan de la palingenesia o nueva generación” (1)

Existe un Arte celeste que permite que la naturaleza alcance su máxima perfección más allá de la cual no hay progreso posible.

Una nueva generación, también llamada re-generación, que no está sometida a las leyes astrológicas porque procede del cielo más elevado. Cuando esta generación aparece, trae consigo la mítica edad de oro o reino de Saturno, como canta Virgilio en su cuarta Égloga. En ella, se refiere precisamente al retorno de esa edad dorada que la Sibila anuncia mediante la figura de una virgen y el nacimiento de un niño. Éstas son las palabras de Virgilio: «Hela aquí que ha vuelto, la última edad cantada por la profecía de Cumas; el gran orden de los siglos recomienza. He aquí que vuelve también la virgen; he aquí que vuelve también el reino de Saturno. He aquí que una nueva generación desciende del cielo más elevado. Dígnate solamente, casta Lucina favorecer el nacimiento del niño por quien, para empezar, desaparecerá la raza de hierro y se elevará en el mundo entero una raza de oro». (Égloga IV, 60)

Al igual que los profetas de Israel anunciaban la venida del Mesías, las sibilas de la Antigüedad anunciaban el advenimiento de la edad de oro gracias engendramiento de un niño divino. En efecto, con las palabras de la Sibila, Virgilio profetiza una nueva generación, una creación pura “que desciende del cielo más elevado”. El poeta prosigue mostrando de qué modo se distingue esta nueva generación y entonces afirma ¡que se distingue por la risa!: «Comienza, niño pequeño, a reconocer a tu madre por la risa… comienza, niño pequeño: aquél a quien sus padres no han reído, un dios no lo ha juzgado digno de su mesa, ni una diosa de su lecho»(Égloga IV, 62)

Al igual que los profetas de Israel anunciaban la venida del Mesías, las sibilas de la Antigüedad anunciaban el advenimiento de la edad de oro gracias engendramiento de un niño divino.

Encontramos un engendramiento similar en el Génesis de Moisés, donde está escrito a propósito del nacimiento de Isaac: «Y dijo Sara, Dios me hizo una risa» (Génesis 21, 6), pues el nombre de Isaac procede de la raíz hebrea zhk, ‘reír’. En la tradición judía, Sara y Abraham representan a la pareja original, el Justo y la Chekinah o la Presencia divina en el hombre, de su unión nace Isaac, la risa.

Parece, pues, que los misterios de la risa estarían relacionados los misterios de la generación, pero de la generación divina que es la auténtica creación, Así está explicado en el Zohar al tratar de los engendramientos de Isaac:

«Está escrito: He aquí los engendramientos de Isaac, hijo de Abraham (Génesis 25, 19). Tales son los engendramientos de la alegría y de la risa (2) que tendrán lugar en esta época… pues sabemos, en efecto, cuál es la fe de los justos y en qué consiste su deseo: Gozaremos y nos alegraremos contigo –y no con la comida– celebramos tu amor más que el vino (Cantares 1, 4). En este festín en el que participarán, tendremos una parte de las delicias, que son la alegría y la risa. He aquí los engendramientos de Isaac, los justos reirán en el tiempo por venir«. (3)

Aparentemente bajo otro aspecto, El Mensaje Reencontrado trata del engendramiento de los justos: «Los hijos del amor son engendrados por el fuego celeste, por eso están vivos en la eternidad« (5, 19’). Sin embargo, creemos que la creación de los dioses por la risa que aparece reflejada en el papiro o en el fragmento del Zohar que acabamos de leer y el engendramiento de los vivientes en la eternidad mediante el fuego celeste serían lo mismo, pues todos ellos se explicarían por la misma palabra. El vocablo griego gelos, ‘risa’ proviene del verbo gelao que significa ‘reír’ pero también y sobre todo ‘brillar’, en el sentido que la risa ilumina la cara, como el fuego celeste, que brilla y resplandece.

El vocablo griego ‘risa’ proviene de un verbo que significa ‘reír’ pero también y sobre todo ‘brillar’, en el sentido que la risa ilumina la cara, como el fuego celeste, que brilla y resplandece.

Podría afirmarse que los textos que acabamos de leer se refieren al engendramiento de la luz gracias a un fuego celeste que se enciende en la naturaleza para renovarla y regenerarla en su totalidad. Ese sería el sentido de la palabra escrita en la cruz del Salvador, INRI, que los alquimistas utilizaron como un acróstico de su famosa divisa Igne Natura Renovatur Integra y. que significa que por el fuego toda la naturaleza será renovada. Estos serían pues los engendramientos de la edad de oro, tan anunciada por los poetas y los profetas, y a los que Emmanuel d’Hooghvorst se refiere en uno de sus misteriosos aforismos: «En la escuela de fuego María se fió, ¿qué I.N.R.I. la instruyó en Papisa de risa?» (4)

Según se explica en un interesante estudio sobre la antropología de la risa en la Grecia antigua, (5) el verbo ‘reír’ ha sido comúnmente asociado a la idea de ‘brillar’, como aparece, por ejemplo, en la Teogonía de Hesíodo, cuando las Musas, por su canto: «La gran mente del padre Zeus regocijan y al punto brillan (gelai) sus moradas«. (37-40) También en el siguiente verso de la Iliada, se aprecia dicha relación: «El resplandor (aigle) llegaba hasta el cielo y toda la tierra alrededor rió (gelasse) del brillo del bronce» (XIII, 267-268). La tierra rió con la alegría resplandeciente del brillo del bronce.

Según se explica en un interesante estudio sobre la antropología de la risa en la Grecia antigua, el verbo ‘reír’ ha sido comúnmente asociado a la idea de ‘brillar.

La luz que la risa confiere a la cara se asocia al resplandor (aigle) de los metales, pero Egle es así mismo el nombre de la más hermosa de las náyades, la que ayudó a los dos pequeños sátiros que querían atar al viejo Sileno con guirnaldas de flores mientras estaba dormido, tal como aparece en la VI Bucólica de Virgilio. Sileno también ríe al despertarse y verse atado con aquellos vínculos con los que pretenden fijarlo y conseguir que les explique sus secretos (VI, 23). Emmanuel d’Hooghvorst explica lo siguiente respecto a este fragmento: «He aquí la alegría de Sileno al despertar. No hay alegría para esta tierra mientras permanece sola y adormecida. Pero aquí, unos sabios hijos de la filosofía vienen y la riegan con este espíritu fermentativo que la hará vegetar. Es la risa de la primavera». (6)

Egle, cuyo nombre significa exactamente ‘resplandor del fuego’, es la luz de la naturaleza (7) que, según los escritos de los alquimistas, no es visible para el hombre caído, pero que aparece cuando se produce la unión del cielo y la tierra. Es el ‘espíritu fermentativo’ que viene para iluminar la vía de la sabiduría, es el agente indispensable en la obra de los filósofos, una obra llamada también: “palingenesia o nuevo nacimiento”. (8)  Se trata de una luz que se manifiesta al inicio de cada nueva creación, como está indicado en el Génesis de Moisés, pues el caos no se ordena hasta que Dios dice: que sea la luz (I, 3)

Egle, cuyo nombre significa exactamente ‘resplandor del fuego’, es la luz de la naturaleza que, según los escritos de los alquimistas, no es visible para el hombre caído, pero que aparece cuando se produce la unión del cielo y la tierra.

A menudo, en la antigua literatura griega la palabra gelos, ‘risa’, aparece acompañada de un epíteto, asbestos, que significa ‘inextinguible’. Extinguible e inextinguible son, otra vez, cualidades relacionadas con el fuego, y aquí se da otra curiosa coincidencia pues las dos veces que estas palabras aparecen en la obra de Homero, (9) la risa inextinguible es causada por Hefesto, el artesano del fuego… y, seguramente, también de la risa, «risa cocida en puro metal». (10)

Según aparece en el papiro que ahora veremos, después de la invocación hecha por el mago, y gracias a ella, un dios primigenio ríe siete veces y al reír crea a los «siete dioses que forman el todo«. La aparición de este número respecto a la obra de la creación es algo común a muchas tradiciones, recordemos, por ejemplo, la semana mágica del Génesis.

En la cultura griega, estos siete principios se relacionaron con las siete vocales de su alfabeto: alfa, epsilon, eta, iota, omicron, ypsilon y omega. Las vocales, que al unirse con las consonantes permiten su pronunciación, se asimilan al soplo de vida que al unirse con el cuerpo terrestre lo endereza en una nueva consistencia. En este sentido, las vocales se relacionan también con el Alma del mundo o Espíritu Santo, (11) el influjo celeste que engendra la  creación mesiánica que se distingue por la risa. En el lenguaje hermético, el símbolo de la risa parece aludir a la aparición de la luz originada por la unión de la chispa divina que el hombre arrastró en su caída con el fuego celeste que se transmite por la bendición.

Las vocales, que al unirse con las consonantes permiten su pronunciación, se asimilan al soplo de vida que al unirse con el cuerpo terrestre lo endereza en una nueva consistencia.

Bajo un sinfín de nombres, producto del sincretismo propio de la época, el texto que presentamos alude al proceso de esta luz desde un estado potencial al acto existencial. Es entonces cuando la creación finaliza al alcanzar su máxima perfección.

 

2. El texto de la invocación

«Te invoco a ti que todo lo abarcas, con toda voz y todo lenguaje. Te alabo yo como te alabó por vez primera el que está sometido y a quien se ha encomendado toda autoridad, Helios Aquebicrom [que significa la llama y el rayo del disco solar], cuya gloria es aaa êêê ôôô, porque por ti fue glorificado con forma resplandeciente, porque estableció las estrellas y creó el cosmos con luz divina, con la cual tú has separado todo: iii aaa ôôô Sabaot, Arbatiao, Zagure. Después de haber dicho esto, dio tres palmadas y el dios se rió siete veces: ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. Y, al reírse, fueron engendrados siete dioses, los que abarcan el Todo; pues éstos son los que aparecieron primero.

Cuando se rió por primera vez, apareció Fos (Luz) Auge (Brillo) y separó el Todo. Y nació como dios sobre el cosmos y sobre el fuego: Besen bereithen berio

Cuando se rió por primera vez, apareció Fos (Luz) Auge (Brillo) y separó el Todo. Y nació como dios sobre el cosmos y sobre el fuego

Y se rió por segunda vez y todo fue agua, y la tierra, al oír el eco y ver a Brillo, se quedó atónita y se encorvó, y el agua se dividió en tres partes y apareció un dios y fue puesto sobre el abismo. Y, por esto, el agua sin él no crece ni mengua. Éste es su nombre: Promsacha Aleeïo. Pues tú eres Oeaï bethelle.

Y cuando quiso reírse por tercera vez, apareció a través de la furia del dios Nous (Mente) sosteniendo un corazón; y recibió el nombre de Hermes, por quien todo se interpreta. Se encuentra sobre el Pensamiento con el que todo se entiende. Él es Semesilam.

Y se rió el dios por cuarta vez, y apareció Genna (Generación) que es dominio sobre la semilla de todo, por quien fue sembrado todo cuanto existe. Y se llama Badetofot Zotaxatozo.

Y se rió por quinta vez y se entristeció al reírse, y apareció Moira (Destino) con una balanza significando que la justicia está en ella. Pero Hermes disputó con ella diciendo: En mí está la Justicia. Y cuando éstos contendían, les dijo el dios: Desde ambos se manifestará lo justo, pero todo lo que hay en el cosmos a ti estará sometido. Y Moira fue la primera en tomar el cetro del cosmos. Y fue llamada con un nombre sagrado y escrito anagramáticamente, temible y aterrador. Es éste: Toriobriti y lo que sigue. Su nombre, en forma de anagrama, es grande y sagrado y glorioso. Este nombre es de  mucho valor, nombre poderoso: thoriobrititammaô rraggadôïôdaggarrôammatitir-boiroth, (49 letras.)

Y se rió por quinta vez y se entristeció al reírse, y apareció Moira (Destino) con una balanza significando que la justicia está en ella.

Rióse por sexta vez y se alegró mucho. Y apareció Cairós (Oportunidad) sosteniendo un cetro que simboliza la realeza, y entregó el cetro al dios primer creado. Y éste dijo al tomarlo: Revestido con la gloria de la luz, estarás detrás de mí, porque has sido el primero en entregarme el cetro. Y todo te está sometido, lo pasado y lo por venir; en ti se hallará toda fuerza. Y al envolverse en la gloria de la luz, el disco solar giró sobre sí mismo y mostró un resplandor de la luz. Dijo el dios a la reina: Tú serás arropada en el resplandor de la luz después de él, dominándolo todo. Crecerás por la luz que de él tomes y de nuevo menguarás por su causa. Contigo todo crecerá y menguará. Éste es el nombre grande y admirable: anag biatiarbar berbischila tour bouphrountôrm, (36 letras).

Se rió por séptima vez entre jadeos y nació Psique, y todo se puso en movimiento. El dios dijo: Todas las cosas pondrás en movimiento, todas las cosas se llenarán de alegría cuando Hermes te acompañe. Cuando el dios dijo esto, todas las cosas se movieron y se llenaron de aliento divino de manera incontenible. (13)

 

3. Conclusión

Quisiéramos referirnos ahora a una tradición que aparentemente nada tiene que ver con la occidental, pero que no podemos por menos que relacionar con el tema que nos ocupa. Se trata de la leyenda que relata la transmisión del primer Buda a Mahakasyapa, quien una vez iluminado se convirtió en el siguiente Buda. Dice así:

Hacia el final de su vida, Buda llevó a sus discípulos a un lugar tranquilo para instruirlos. Como había sucedido tantas veces, los seguidores de Buda se sentaron a su alrededor en espera de sus palabras.

Pero esta vez Buda no dijo nada. Buscó entre las hierbas del campo y recogió una flor de loto de un estanque cercano. Recogió la flor en silencio mientras que de sus raíces se desprendía barro y agua.

Los discípulos se hallaban en un estado de gran confusión. Buda, tranquilamente, mostró la flor a cada uno de ellos. Y, sucesivamente, los discípulos dijeron lo que les pareció mejor acerca del significado de la flor, su simbolismo, y cuál era su relación con las enseñanzas de Buda. Al final llegó ante Mahakasyapa, y, de pronto, el discípulo comprendió. Sonrió y comenzó a reír.

Buda le dio el loto a Mahakasyapa y dijo: “Lo que puede ser dicho, os lo he dicho” entonces sonrió y concluyó: “y lo que no puede ser dicho, se lo he dado a Mahakasyapa”

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NOTAS:

1. Astrología y tradición, colección La Puerta, Arola ed., Tarragona, 2000, p. 12.

2. Como hemos visto, Isaac en hebreo significa literalmente ‘él reirá’.

3. Le Zohar, ed. Verdier, Lagrasse, 1984, p. 257: §135a 135b.

4.  E. d’Hooghvorst, El hilo de Penélope, Arola ed. Tarragona, 2000, aforismo 73.

5. M.-L. Desclos (bajo la dirección de), Le rire des Grecs, ed. J. Millon, Grenoble, 2000.

6. E. d’Hooghvorst, op. cit., p. 111.

7. “La Naturaleza tiene una luz propia que no aparece a nuestra vista… por eso en el momento en que alguien es iluminado por esa hermosa luz natural, todas las nubes se disipan y desaparecen ante sus ojos, vence todas las dificultades, todas las cosas le aparecen claras presentes y manifiestas, y sin ningún impedimento puede ver el punto de nuestra Magnesia que corresponde a uno y otro centro del sol y de la tierra”. Le Cosmopolite ou Nouvelle Lumière Chymique, ed. Retz, París, 1976, p. 91.

8. E. d’Hooghvorst, op. cit., p. 113.

9. Iliada I, 599: “Y bruscamente una risa inextinguible subió de los dioses a la vista de Hefesto”, y también Odisea VIII, 326: “Sobre el suelo estaban de pie los inmortales que nos dan los bienes, y del grupo de estos inmortales subía una risa inextinguible contemplando la bella obra de arte del hábil Hefesto”.

11. Véase el himno litúrgico: Veni creator spiritus… Tu septiformis munere.

12. E. d’Hooghvorst, op. cit., aforismo 56. Quisiéramos manifestar aquí nuestro agradecimiento póstumo a este autor por incitar con sus escritos nuestra curiosidad por la risa que, como él decía, parafraseando a Rabelais,  es lo prope de l’homme, jugando con los dos sentidos que posee esta palabra en francés, ‘lo propio’ pero también ‘lo limpio’.

13. Textos de magia en papiros griegos, ed. Gredos, Madrid, 1987, pp. 294-296..

 

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