Las imágenes hindúes del hombre cósmico eran proyecciones en el mundo existencial de los símbolos. Texto procedente del catálogo, ‘In the Image of Man’, escrito por T. S. Maxwell. Edición, R. Arola y L. Vert.

blanc.petitPresentamos a continuación una serie de imágenes que se refieren al símbolo del hombre cósmico o el ser humano divinizado, así como otras de algunos dioses hindúes. Para representar a estos últimos hemos escogido unas estatuas de bronce de Brahma, Shiva y Vishnu. El texto que sigue a las imágenes se refiere a la posibilidad del ser humano de trascender su primera naturaleza para alcanzar lo que los antiguos griegos llamaron la apoteosis, o la divinización de su naturaleza.

El hombre como un símbolo cósmico (Texto de T. S. Maxwell)

El hombre ha percibido su entorno como un todo, dentro del cual él aparece como una parte esencial. Pero, también lo ha visto en términos de valores simbólicos, mediante los cuales podía trascender la naturaleza, incluida su propia naturaleza humana, si establecía una jerarquía entre los elementos. Esto significaba que, de modo simultáneo, era él era el que percibía y el percibido, el sujeto y el objeto, dios potencial y hombre actual. Esta distinción no corresponde al “si mismo dividido” de la moderna psicología, pues la psique no se presenta como estando en guerra consigo misma, sino estando más bien compuesta por dos caras, o dos facetas, una de ellas es ciega u oscura mientras que la otra percibe la totalidad del problema de la condición humana con claridad.  Más allá de esas dos partes del hombre, se levanta el brahman que es una realidad constante e inalterable detrás del mundo de las apariencias. La brillante, perceptiva parte del sí mismo, el atman (que significa “el soplo”, “el principio vital”) es de la misma naturaleza que el brahman; así pues, un hombre puede unir estos dos soplos  – su alma individual con el espíritu universal- y alcanzar la inmortalidad.

Más allá de esas dos partes del hombre, se levanta el brahman que es una realidad constante e inalterable detrás del mundo de las apariencias.

En el profuso mundo de la naturaleza, de maya, el hombre animal es una expresión de prakriti, la fuerza de la naturaleza siempre reproduciéndose a sí misma; aquí el hombre es el objeto de las operaciones de la naturaleza. Percibe como percibe cualquier animal, con sus cinco sentidos movidos, no por su sí mismo independiente, sino por su instinto que es prakriti en acción.

Pero también puede percibir que en realidad este mundo natural es un lienzo pintado en el cual la semejanza del sí mismo aparece como parte del dibujo de maya, que oculta el origen último de prakriti y del sí mismo. Una percepción tal no deriva del instinto ciego. Es, en consecuencia, una conciencia superior y su ejercicio hace al hombre un sujeto que percibe no solo lo que lo envuelve sino también su sí mimo más bajo como si fuera un objeto.

Por medio de la operación de su dualidad, el hombre es su propio testigo. Esta interiorización de la responsabilidad por las propias acciones es un anticipo de las antiguas enseñanzas védicas según las cuales había un dios separado, Varuna, que era el testigo constante y el juez de la conducta humana. En los Upanishads, al contrario, se enseña que el acto crítico de la percepción humana es aquel que debe ser hecho por el sí mismo animal: debe reconocer que aquel sentido con el que el hombre se observa a sí mismo, no participa en la búsqueda animal del sí, sino que es independiente de los demás sentidos.

Al reconocer el sí elevado como sujeto, y el sí inferior como objeto, el sí elevado –el atman– es libre para operar e identificarse con el eterno brahman. Esta identificación pertenece a la realidad trascendente, en la que la dualidad del sí y su soledad son abandonadas.  El estado de unión con brahman puede ser alcanzado en vida –mediante la meditación- y no se reduce al momento de la muerte. Aquellos que han alcanzado tal estado son los brahma-vidah, los conocedores de brahman.

Al reconocer el sí elevado como sujeto, y el sí inferior como objeto, el sí elevado –el atman- es libre para operar e identificarse con el eterno brahman.

Semejante hombre es a la vez sujeto y objeto en los diferentes niveles de percepción. La consecuencia más significativa de esto es que este ser,  que había atribuido valores simbólicos a ciertos aspectos de su entorno, ahora es consciente de su importancia como signos de su propia percepción más elevada y se proyecta a sí mismo en medio de ellos. El propio hombre deviene símbolo.

Las imágenes hindúes del hombre cósmico, bajo el aspecto de uno u otro dios con forma humana, eran proyecciones del hombre, en tanto que símbolo, en el simbólico mundo de la existencia. Muchas pinturas hindúes muestran un hombre con unos centros en su cuerpo que son activados en el curso de la meditación, y que aparecen con el aspecto de un loto o bajo otras formas simbólicas, el hombre, como una entidad psico-física, es visto como el canal a través del cual, la condición mortal puede trascenderse a sí misma.

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INFORMACIÓN LIBRO

IN THE IMAGE OF MAN. The Indian perception of the Universe through 2000 years of painting and sculpture. Catálogo de una gran exposición que tuvo lugar en la Hayward Gallery de Londres, entre mayo y junio de 1982. Publicación del Arts Council of Great Britain

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