Fragmentos de textos de distintas tradiciones que ilustran símbolos fundamentales agrupados por temas. En este caso se refieren al tema genérico de los principios alquímicos: MERCURIO / AZUFRE / SAL / LUGAR. Edición, Raimon Arola y Lluïsa Vert

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Mercurio

«El santo está sólo con Dios en medio de los hombres vulgares, así como el mercurio y el oro están unidos entre los desperdicios de la tierra». (L. Cattiaux, El Mensaje Reencontrado 3, 72)

«En griego, el carnero, krios, también es el nombre de una constelación, de un signo astrológico al que los alquimistas prestan especial atención. Es el signo de Marte, o aire, cuya unión con el cuerpo, o Venus, forma el primer mercurio, el tan buscado disolvente, el comienzo de la obra. Sin este mercurio, llamado también amatista, el oro jamás podría separarse de la ganga que lo sepulta como en una tumba». (E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope)

«En términos llanos, es la sustancia media del mercurio de los sabios, un agua coagulable y que puede ser endurecida, por medio de un calor adecuado, en piedras y metales». (E. Filaleteo, Aula Lucis)

«Según algunos, los latinos dicen Mercurios (mercurio), como si fuera me­dicurrius ‘que corre como intermediario’ puesto que ‘corre’ (inter­currat) sin tregua entre el cielo y los infiernos». (Servio, in Símbolos de la alquimia de R. Arola)

«Entonces las gentes, visto lo que Pablo había hecho, alzaron la voz diciendo en lengua licaónica: Dioses semejantes a los hombres han descendido hasta nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque era el que llevaba la palabra». (Hechos 14, 12-13)

 

Azufre

«La primera cosa que se debe contemplar en esto, son los principios hipostáticos: son sustancias activas sacadas de los elementos de conveniente temperamento, a fin de componer las cosas elementales. A estos tres principios les llamamos la sal, el azufre y el mercurio. Donde están bien proporcionados, forman una sustancia duradera; donde no lo están bien proporcionados, la cosa es impura y perecedera. La pureza consiste en la armonía y proporción de los tres, la impureza en la desigualdad». (El Cosmopolita. Nueva luz química)

«Moisés nos dice que al principio Dios creó el cielo y la tierra, es decir el mercurio virgen y el azufre virgen». (E. Filaleteo, Alma mágica oculta)

«Toda nuestra operación en este Arte no debe ser otra cosa que aprender a sacar el azufre del cuerpo de los metales, mediante el cual, nuestra plata viva se congela en oro y en plata en las entrañas de la tierra». (El Cosmopolita, La nueva luz química)

«Cuando los filósofos hablan de su azufre, no hay que imaginarse que se refieren al azufre común [.] Aunque digan que hay que tomar azufre, sal, y mercurio, estas tres cosas en realidad se encuentran en su materia». (Dom Pernety, Diccionario Mito-Hermético)

«Porque Tofet ya de tiempo está diputada y aparejada para el rey, profunda y ancha; cuyo foco es de fuego, y mucha leña; el soplo del Señor, como torrente de azufre, la enciende». (Isaías 30, 33)

 

Sal

«Porque todos serán salados con fuego y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; más si la sal fuera desabrida ¿con qué adobaréis? Tened en vosotros sal, y estad en paz unos con otros». (Marcos IX, 49-50)

«Afirmo que la sal es la simiente verdadera, no sólo de este mundo sino del mundo porvenir, y es el misterio que Dios ha realizado. Es un agua viva en la que reside un fuego divino, y este fuego liga las partes del agua a sí mismo, las coagula y detiene su flujo, Esta sal es el agua que no moja las manos». (E. Filaleteo, Notas sobre la Fraternidad de la Rosa+Cruz)

«Sustancia compuesta de un poco de tierra sulfúrica y un mucho de agua mercurial. Los químicos entienden por sal, la materia substancial de los cuerpos, en los que el azufre es la forma». (Dom Pernety, Diccionario Mito-Hermético)

«Toda humedad será expulsada de la tierra y el fuego consumirá la mugre inmunda hasta que la sal virginal aparezca, a la que se devolverá el agua celes­te para formar el nuevo mundo de Dios […]». (L. Cattiaux, El Mensaje Reencontrado 2, 83′)

«Dios está más próximo del hombre que de ningún otro cuerpo terrestre, excep­to la sal de la tierra». (L. Cattiaux, El Mensaje Reencontrado 12, 46′)

«Cuando se quema madera, la humedad groseramente mercurial y superflua se evapora, la materia groseramente sulfurada y bituminosa se consume por el fuego y se evapora igualmente, tendiendo a la perfección por su elevación; pero la sal permanece en las cenizas con el húmedo radical fijo, que no puede consumirse ni ser destruido». (El Cosmopolita, Carta filosófica)

 

Lugar

«Y soñó; he aquí una escalera apoyada sobre la tierra y su cima alcanzaba al cielo, y los ángeles de Dios subiendo y bajando en ella; y he aquí que el Señor estaba sobre ella y dijo: Soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre y el Dios de Isaac. La tierra sobre la cual estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia […]. No te abandonaré hasta que hayas realizado lo que te he dicho. Y Jacob se despertó de su sueño y dijo: Ciertamente Adonai está en este lugar y yo no lo sabía. Y tuvo miedo y dijo: ¡Qué terrible es este lugar! Esto no es nada sino la casa de Elohim (o Elohim en su casa), y es la puerta de los cielos». (Génesis 28, 12-17)

«En este lugar: Es el lugar de la profecía, tal como está dicho: He aquí un lugar conmigo (Génesis 12, 14). En  este lugar: Él sabía que todo lo que está arriba y abajo está contenido en el cuerpo del hombre, y es un mundo en sí, por lo que está dicho: Y yo no lo sabía«. (Midras ha-Gadol)

«La naturaleza está profundamente sepultada en la tierra y altamente situa­da en el cielo, pero existe un lugar parti­cular donde es más oculta y más eviden­te que en parte alguna». (L. Cattiaux, El Mensaje Reencontrado 8, 47′)

«Su padre es el sol, es decir, el oro de los filósofos. Y como en todas las generaciones naturales ha de haber un lugar propio para recibir las simientes con cierta conformidad de semejanza entre sus partes, así también es preciso que en esta generación artificial de la piedra, el sol tenga una materia que sea como una matriz adecuada para recibir su esperma y su tintura. Y esto es la plata de los filósofos. Por eso, prosigue: y su madre la luna. (Hortulano, Comentario a la Tabla de Esmeralda)

«No daré el sueño a mis ojos, ni el dormir a mis párpados, mientras no halle lugar para el Señor y morada para el poderoso de Jacob». (Salmos 132, 4-5)

«Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra se fueron y el mar ya no es. Y vi la santa ciudad. Jerusalén nueva, que descendía del cielo, de Dios, como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres y morará con ellos». (Apocalipsis 21, 1 y ss.)

OTROS SÍMBOLOS