Una reflexión de Kitaro Nishida que trata sobre el espíritu y la naturaleza, extraída de su obra «Indagación del bien», acompaña la selección de fotografías de Antoni Arola realizadas en el templo zen Ryoan-ji en Kyoto.

Los templos zen impresionan al visitante por su belleza y ello se debe a que no existe diferencia entre el espíritu humano y la naturaleza, cosa que la contemplación de la belleza pone en evidencia. Esta premisa, que se puede aplicar a muchas creaciones humanas, encuentra su punto culminante en el arte zen. Las fotografías del diseñador Antoni Arola constituyen una meditación visual que se vincula con el espíritu de esta tradición. Se acompañan de una reflexión que el filosofo y maestro zen Kitaro Nishida (1870-1945) escribió respecto del bien y la belleza:

Reflexión de Kitaro Nishida  (Indagación del bien, pp. 210-211)

“Esencialmente, espíritu y naturaleza no son dos clases separadas de realidad; la distinción de espíritu y naturaleza deriva de diferentes enfoques de una y la misma realidad. En los hechos de la experiencia directa no hay oposición de sujeto y objeto, ni distinción entre espíritu y materia; la materia en sí  misma es espíritu y el espíritu en sí mismo es materia, de suerte que hay sólo una realidad.

En los hechos de la experiencia directa no hay oposición de sujeto y objeto, ni distinción entre espíritu y materia

La oposición de sujeto y objeto deriva de conflictos en la manera de concebir este sistema de realidad o —cuando se enfoca la cuestión desde cierto ángulo— deriva del desarrollo de este sistema. En otras palabras, en la percepción no se distingue entre sujeto y objeto pues la oposición se produce por obra de la reflexión. Cuando hay un conflicto en el sistema de la realidad, la actividad unificadora se concibe como espíritu y aquello que está frente a ella como su objeto se concibe como naturaleza. Pero en realidad, la naturaleza objetiva no puede existir independientemente de una unidad subjetiva, de suerte que no podemos esperar hallar una unidad subjetiva sin un objeto de la unidad, es decir, sin un contenido. Espíritu y naturaleza constituyen la misma clase de realidad y difieren sólo en sus formas de unidad.

. Espíritu y naturaleza constituyen la misma clase de realidad y difieren sólo en sus formas de unidad.

Toda declaración que se incline por uno o la otra representa una realidad abstracta, incompleta. La realidad se hace perfecta, llega a ser realidad concreta en la unión de espíritu y naturaleza. La unidad de espíritu y naturaleza no es la unidad de dos tipos de sistemas, sino que espíritu y naturaleza existen en una y la misma unidad.”