En el grabado titulado «Laocoonte», William Blake incluyó unos textos en los que explica la relación entre el arte y la religión. Presentación de Raimon Arola.

Presentación

A principios del siglo XIX, el londinense William Blake realizó un sorprendente grabado que representaba el momento en que Laocoonte, el sacerdote troyano que rendía culto a Apolo, era devorado, junto con sus dos hijos, por dos serpientes marinas. El grabado de Blake reproducía el famoso grupo escultórico que se conserva en el Vaticano. Como tal, la imagen de Blake no presenta ninguna singularidad, pues en su época se reproducían las antiguas obras de arte de la Antigüedad mediante grabados; sin embargo, las frases escritas alrededor de la figura son profundamente turbadoras. El conjunto de las sentencias son reflexiones acerca del arte y la religión y lo más curioso es la sorprendente relación que Blake establece entre estas dos realidades. Así, por ejemplo, si se comienza a leer por la parte inferior izquierda nos encontramos con la siguiente afirmación: «Guerra espiritual: Israel liberado de Egipto es el Arte liberado de la Naturaleza y la imitación».

Israel liberado de Egipto es el Arte liberado de la Naturaleza y la imitación

Las ideas expuestas por el artista inglés son fruto de su genio visionario enmarcado dentro del sentimiento romántico. Como muchos de sus contemporáneos, Blake identificaba la espiritualidad con la creación artística, es decir, con la liberación del genio divino atrapado en la materialidad exterior, al tiempo que despreciaba la religiosidad establecida como vehículo de lo trascendente. Parece referirse a ello cuando propone una «guerra espiritual» para que el arte sea liberado como Israel lo fue de la esclavitud de Egipto por medio del profeta Moisés.

El artista se identifica con el profeta y, al igual que éste, su misión es la de liberar y salvar a los hombres del pecado y de la muerte, representados elocuentemente por la esclavitud; escribe Blake: «Poeta, pintor, músico, arquitecto: el hombre o la mujer que no es nada de esto, no es cristiano». La espiritualidad se desmarca de la religión: «La ceremonia exterior es el Anticristo», pero jamás, y esto es algo en lo que hay que insistir, de los libros sagrados y, por lo tanto, de sus orígenes: «El Antiguo y el Nuevo Testamento son el gran código del arte», afirma Blake.

Poeta, pintor, músico, arquitecto: el hombre o la mujer que no es nada de esto, no es cristiano

Según Blake, el poeta, el pintor, el músico y el arquitecto actualizan los símbolos de los textos antiguos y les dan nueva vida. Sin la práctica del arte, la letra mata y desaparece la posibilidad de la salvación: «Sin una práctica incesante nada puede realizarse. La práctica es el arte. Si lo abandonáis estáis perdidos». Las sentencias de William Blake son conscientemente apocalípticas y, en consecuencia, mesiánicas. La experiencia estética significa poner en práctica aquello que está escrito en el código del Antiguo y del Nuevo Testamento, y esto quiere decir: realizar el misterio de la regeneración del hombre. Dentro de la tradición hebrea realizar este misterio significaría liberar a Israel de Egipto y, en el cristianismo, la realización de la promesa de salvación, tal como aparece escrito en los Evangelios: «No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir» (Mateo 5, 17).

Según Blake, la función de la creación artística sería la de cumplir lo que propone la religión, de modo que, por medio del Arte, se pudieran dejara atrás las ataduras de la muerte. El artista, gracias al Arte, resplandece como un nuevo y divino cosmos, al igual que Laocoonte, liberado de su cuerpo bruto por medio de las serpientes marinas. Esta idea es la misma que propone Dom Pernety, el autor del Dictionnaire Mytho-Hermétiquey contemporáneo de Blake: «Las serpientes marinas son las serpientes salidas del mar de los filósofos, que disuelven la parte fija del vaso o templo de Apolo hermético». Las palabras que utiliza Pernety son alquímicas, pero su significado no es extraño al lenguaje del arte puesto que el impulso y el fin de la creación artística sería, según el William Blake, el poder manifestar el genio oculto en cada cual. Y eso, en términos religiosos, equivale a la liberación de Israel y a la realización mesiánica. No debemos olvidar que, según la historia sagrada, la huída de Egipto tuvo lugar durante la noche del Pesaj, esto es, durante la Pascua hebrea, fecha en la que el cristianismo celebra la muerte y la resurrección de Cristo Jesús.

El artista, gracias al Arte, resplandece como un nuevo y divino cosmos, al igual que Laocoonte, liberado de su cuerpo bruto por medio de las serpientes marinas.

Las propuestas teóricas de Blake eran una necesidad vital para él, sus visiones, como las de Swedenborg, que tanto cita en sus obras, eran más reales que lo que sus manos podían tocar. Por eso, su vida interior estaba muy próxima a la experiencia religiosa, el mysterium tremendum emergía de su corazón con inusitada potencia. Ahora bien, aquella vitalidad emergente no reconocía su lugar ni su expresión dentro de las «ceremonias exteriores» de la religión, ni tampoco en los símbolos. En el romanticismo y en la mayoría de movimientos artísticos posteriores, lo sagrado buscaba realizarse desesperadamente, sin que, al parecer, encontrase otro espacio que el de la sublimación artística, con los inevitables peligros que esto conlleva.

A principios del siglo XIX, la inspiración celeste, que en la Antigüedad dictaba a los profetas, es oída fundamentalmente por los poetas y por los pintores visionarios. La experiencia estética, su soledad y emoción, se vuelve ajena a las ceremonias. En este contexto, Caspar David Friedrich, el gran pintor romántico, escribió las siguientes palabras que han devenido célebres: «Cierra tu ojo corporal con el fin de ver tu imagen, antes de nada, con el ojo espiritual. Luego, conduce hacia la luz del día lo que has visto en la oscuridad, de manera que la imagen actúe sobre quien la observe desde el exterior hacia el interior. El pintor no debe pintar únicamente lo que ve ante él, sino lo que ve dentro de él; y si no ve nada dentro de sí, que renuncie a pintar lo que ve fuera, pues sus cuadros serán en tal caso pantallas, tras las que sólo se ocultará la enfermedad o la muerte» (Friedrich der Landschaftsmaler Gedachtniss).

Cierra tu ojo corporal con el fin de ver tu imagen, antes de nada, con el ojo espiritual.

En innumerables ocasiones, desde el romanticismo de principios del siglo XIX hasta la actualidad globalizada, se ha debatido acerca del valor sagrado de la creación artística. Definir todas las alternativas que han aparecido durante estos doscientos años sería otro trabajo, pero, a pesar de todas las discusiones y alternativas, las propuestas siguen siendo sustancialmente las mismas que las contenidas en las afirmaciones de William Blake.

 

Los textos que aparecen en el «Laocoonte»

Si el cristianismo fuera la moralidad, Sócrates sería el Salvador. / Con el Arte degradado, la imaginación negada, la guerra gobierna las naciones. / La guerra espiritual: Israel liberado de Egipto, es el Arte liberado de la naturaleza y la imitación. / Al Arte hebreo, la ciencia deísta lo llama pecado. / Allí donde aparece el dinero, el Arte no puede existir, sólo la guerra (véase Mateo 10, 9 y 10) porque pretende dos imposibilidades: la castidad y la abstinencia, las diosas de los paganos. / La caridad cristiana verdadera no depende del dinero (la sangre vivificante de las familias pobres), ni del César, ni del imperio de la religión natural: el dinero, que es el gran Satán o razón, la raíz del bien y del mal en la acusación del pecado. / El bien y el mal son los ricos y la pobreza; un árbol de miseria, que propaga la generación y la muerte. / Poeta, pintor, músico, arquitecto: el hombre o mujer que no es nada de esto, no es cristiano. / El hombre improductivo no es un cristiano, mucho menos el destructor. / Dejaréis padres y madres y casas y patrias si os barran el camino del Arte. / La plegaria es el estudio del Arte. La alabanza es la práctica del Arte. El ayuno, etcétera, todo referido al Arte. / La ceremonia exterior es el Anticristo. / El cuerpo eterno del hombre es la imaginación, es decir: Dios mismo, el Cuerpo divino. / Jesús: nosotros somos sus miembros. / Se manifiesta a sí mismo en sus obras de Arte, (en la eternidad todo es visión). / Todo lo que vemos es Visión; la que viene de los órganos generados se va tan pronto como viene: permanente el la imaginación, considerada como una nada por el hombre natural. / El dinero no sirve para los placeres. / Sin una práctica constante no puede hacerse nada. La práctica es el Arte. Si la abandonas estás perdido. / Jesús y sus apóstoles y discípulos, todos eran artistas. Sus obras fueron destruidas por los siete ángeles de las siete iglesias de Asia, la ciencia del Anticristo. / El Antiguo Testamento y el Nuevo son el gran Código del Arte. / El Arte es el árbol de la vida. La ciencia es el árbol de la muerte. / Los dioses de Príamo son los querubines de Moisés y Salomón, las huestes del cielo. / Los dioses de Grecia y Egipto eran los diagramas matemáticos, véanse las obras de Platón. / En algunos estados, como Grecia y Roma, el hombre visionario estaba considerado como un loco. / El imperio es igual a recaudador (véase Lucas 2, 1). / Todo el negocio del hombre es el Arte y todas las cosas cotidianas. No hay secretismo en el Arte. / El cristianismo es Arte y no dinero. El dinero es su maldición. / ¿Existe algún vicio posible del hombre que no haya sido descrito abiertamente en la Biblia? / El Arte nunca hubiera podido existir sin que se hubiese mostrado la belleza desnuda. / No todo es pecado como dice Satán: todo el amor y las gracias de la Eternidad.

 

Retrato de William Blake